Lenguajes del amor (5º parte)

martes, 26 de julio de 2011
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            Hoy vamos a redondear las ideas que fuimos compartiendo sobre este tema basándonos en el libro de Gary Chapman “Los lenguajes del amor”.

            A modo de síntesis de los programas anteriores: el autor plantea 5 lenguajes. Pero nosotros debemos descubrir cuál es nuestro lenguaje y el idioma, -o dialecto si se quiere- que habla cada uno en términos de amor.

            El habla de que muchas veces las personas se aman, pero como hablan distintos lenguajes tienen todo el derecho de pensar que el otro no le quiere, y es sencillamente porque habla otro ‘idioma’, porque entiende el amor solo en determinados códigos. Por ejemplo, puede haber muchos gestos de servicio, pero si no está la palabra de valoración o de ternura o de apoyo o de confianza, esa persona no logra recibir lo que el otro dice manifestar. Otros necesitan recibir el amor manifestado en tiempo de calidad: permanecer juntos en los momentos importantes, no tener siempre otras prioridades, no estar cansado o aburrido al momento de compartir tiempo. Otros necesitan la manifestación del amor del otro a través de regalos, mediante de los cuales muestren que están pensando en el/ella. Y otros necesitan el toque físico, la piel, las caricias. Cada uno necesitamos recibir amor en nuestros propios términos. Cada uno tiene que ver con el tipo de sensibilidad que tenemos: más visual, más auditiva, más cinestésica…

 

Era feliz en su matrimonio, aunque su marido era el mismo demonio

Tenía el hombre un poco de mal genio. Y ella se quejaba de que nunca fue tierno

Desde hace ya más de tres años recibe cartas de un extraño

Cartas llenas de poesía que le han devuelto la alegría

 

Quien la escribía versos dime quien era? Quien la mandaba flores por primavera?

Quien cada nueve de noviembre, como siempre sin tarjeta,le mandaba un ramito de violetas

 

A veces sueña y se imagina ¿Cómo será aquel que tanto la estima?

Sería un hombre más fiel de pelo cano, sonrisa abierta y ternura en las manos

No sabe quien , sufre en silencio ¿Quien puede ser su amor secreto?

Y vive así de día en día con la ilusión de ser querida

 

Y cada tarde al volver su esposo cansado del trabajo la mira de reojo

No dice nada porque lo sabe todo, sabe que es feliz, así de cualquier modo

Porque él es quién le escribe versos, él, su amante, su amor secreto

Y ella que no sabe nada mira a su marido y luego calla

 

               Hay ámbitos en los que el lenguaje de amor se manifiesta principalmente a través de la obediencia o la lealtad a los pactos afectivos implícitos. Esto es frecuente, por ejemplo, en ámbitos de militancia, religiosos, corporativos. Incluso a veces la lealtad orilla con la complicidad (la lealtad implica que yo sea tu cómplice aunque te equivoques).

Pero a su vez, podríamos tener otros lenguajes. ¿Cómo descubrirlos? ¿cómo darnos cuenta cuál es el lenguaje que yo hablo, y cuál que el otro necesita escuchar?

Una de las formas de descubrirlo, al menos en el ámbito de la pareja, es el lenguaje que hablabas cuando intentaste seducirlo/a. ¿hablabas el lenguaje de los regalos, de las caricias, de la presencia en el momento justo, el de las palabras de afirmación? ¿resultó ese lenguaje?

Te llegará una rosa cada día que medie entre los dos una distancia,
y será tu silente compañía cuando a solas te duela la nostalgia.
Te llegará una rosa cada día augurándote tiempos de ventura,
compañera total del alma mía, propietaria de toda la ternura.
Quisiera ser un mago fabuloso para trocar las rosas por estrellas,
dejarlas en tu almohada sigiloso y que iluminen tu sueño todas ellas.
Te llegará una rosa y la mañana será para "vivirla" entre comillas,
tu alma escapará por la ventana de tu orilla volando hasta mi orilla.
Aquellos que no tienen fantasía no podrán entender, es muy complejo,
que acorta la distancia cada día recibir una rosa desde lejos.
Te llegará una rosa, y día a día será como quitarle al calendario
las hojas que nos faltan todavía para dejar de ser dos solitarios.
Te llegará una rosa cada día, que medie entre los dos una distancia,
compañera total del alma mía propietaria de toda la ternura….Alberto Cortez

Sin querer generalizar, abundan ejemplos en que durante el noviazgo la mujer no hace demasiadas afirmaciones positivas acerca de su novio o de su pareja con palabras, pero lo hace con el brillo de su mirada. Y si bien la persona que necesita recibir el amor en palabras de afirmación necesita escucharlo –porque tiene más que ver con el oído-, por esa magia del enamoramiento se agudiza también la percepción ‘intuitiva’ de lo que el otro piensa, de lo que el otro siente, porque las percepciones son mucho más finas y potentes.

Entonces ¿qué pasó después, para que comenzáramos a hablar otro lenguaje? En algunos casos ese lenguaje de la etapa de enamoramiento se pierde automáticamente, y los involucrados se preguntan ¿por qué se ha detenido ese flujo de amor? ¿por qué se dejan de tener estos gestos –de cualquier ‘idioma’ que fuera- una vez casados? A veces, porque se entiende que ‘es natural’: así estaba programado, así fue con su padre, así fue con su abuelo…

De hecho, tiene también que ver con una milenaria cultura que marca las etapas casi con torpeza: hay una etapa para la seducción, y cuando se concreta el compromiso, se termina la seducción. Y algunos lo hacen hasta con torpeza, y entonces el sufrimiento del compañero/a puede ser muy agudo, porque se puede sentir traicionado/a, manipulado/a, usado/a. Y no debemos leer tan rápidamente eso. A veces son costumbres arquetípicas muy guardadas de generación en generación que marcan esta tendencia. Y el que se acaben los gestos de seducción no implica que se haya acabado el amor. Lo que se acabó es la capacidad de hablar ese lenguaje, fundamentalmente porque el cónyuge no se ha dado cuenta de esa torpeza, y no se ha dado cuenta de que en realidad no se acabó nada.

 

¿qué diferencia hay entre ser ‘seducida’ y ser ‘engatuzada’? (pregunta de una oyente)

GL: La seducción es ‘atraer hacia el nido’, y el engatusamiento ‘atraer hacia la telaraña’. Seducir es atraer para el propio refugio, y engatusar es atraer hacia una trampa.

 

Comprendo que ya estés desencantada, que ya de mi vida, tu no esperes nada.

Yo he ido destrozando día a día, por olvido a veces, cosas tan bonitas.

faltaron los detalles mas pequeños, los que tanto gustan cuando estas queriendo….

Llamarte y recordarte que te amo, o llevarte rosas, cualquier día del año.

 

Pero ahora estoy intentando enamorarte,

intentándolo otra vez, amor, y aunque digas que ya es tarde

yo sé que aún hay algo vivo entre los dos.

Pero ahora estoy intentando enamorarte, aprendiendo a hacerte más feliz,

procurando darte y darte lo que en su día, por rutina, no te dí.

 

La lluvia de los días fue borrando, todas las promesas que te fui jurando.

Dejé de ver contigo las estrellas y escribir tu nombre, con el mio en la arena.

faltaron los detalles mas pequeños, los que tanto gustan cuando estas queriendo….

Llamarte y recordarte que te amo, o llevarte rosas, cualquier día del año.

 

Pero ahora estoy intentando enamorarte, intentándolo otra vez, amor,

y aunque digas que ya es tarde yo sé que aún hay algo vivo entre los dos.

 

 

 

 

 

 

Decíamos entonces, para reconocer qué lenguaje del amor se necesitan mutuamente los cónyuges, hace bien retrotraerse y pensar cuál era el lenguaje que hablaban, que utilizaban, con qué códigos se entendían, cuando estaban de novios. Y buscar el propio (no quedarse con los que plantea este autor). ¿qué era lo que ejercía en el otro ese poder de atracción y esa seguridad de que tenía un lugar importante en nuestro corazón? ¿cuáles eran nuestros recursos para comunicar ese mensaje? Porque es evidente que si todavía están juntos es porque dio resultado. Además, aunque en este momento ese lenguaje no esté, si alguna vez lo hablamos significa que ‘sabemos hablarlo’.

 

Decíamos entonces que para algunos es natural interrumpir ese lenguaje de seducción cuando se entra en una estabilidad institucional de la pareja. Esto ha sido así durante muchos años, y hay que romper ese código anacrónico. Porque el amor no sobrevive demasiado tiempo si no se lo riega.

 

En cuanto a los amigos ¿cómo se yo cuál es el lenguaje que necesitan? Pasa lo mismo. Debemos buscar qué fue lo que nos atrajo, que fue lo que nos unió cuando nos hicimos amigos, cuando nos fuimos dando cuenta que nos sentíamos amados mutuamente. Y ahí tenemos el lenguaje de muchas cosas, el lenguaje de muchas complicidades –de las complicidades lindas, inocentes-, el lenguaje de compartir cosas, intereses (recetas de cocina, crianza de los hijos, mucha oreja: el lenguaje de la escucha atenta).

Y con respecto a las relaciones adultos-niños: los chicos necesitan lenguaje total: casi se diría que el que los chicos menos necesitan hoy, es el que los adultos más están usando. El lenguaje de los regalos. No digo que no sean importantes. Pero el contacto físico: la caricia, el abrazo, la contención (cuando un niño está desbordado, el abrazo físico le recuerda que yo soy mas fuerte que él y por eso lo puedo contener), la presencia (que implica tiempo de calidad): estar, que el niño busque con la mirada y vea a su mamá o a su papá que lo acompaña (porque cuando se es pequeño hay mucho miedo, miedo a todo), y la palabra, son fundamentales. Y demás está decir, los chicos necesitan permanentemente actos de servicio: desde cambiar pañales, alimentarlo…de bebés, llevarlos a la escuela, acompañarlos en las tareas más adelante. La vida de los padres, lo que implica toda crianza de niños, está repleta de actos de servicio donde no pueden faltar ni las palabras de afirmación, ni el tiempo de calidad, ni el toque físico. Lamentablemente hoy vemos mucho televisor, mucha tecnología, poca palabra. También muchas veces estas cosas son robadas no solo por la tecnología sino por el cansancio: hay poco contacto físico –poca contención-, y muuuchos regalos que el niño utiliza poco y termina jugando con cosas simples. Y entonces encima vienen los reproches por el dinero que hemos invertido mal. Respecto al tiempo de calidad: entiendo lo que dicen los psicólogos cuando hablan de que la ‘ausencia de mamá’ cuando ésta necesita salir a trabajar puede ser suplida con ‘tiempo de calidad’ en los momentos en que la mamá está con el niño, pero también creo que una persona que pasa fuera de casa 8 o 9 hs, por mucha calidad que quiera dar, no le queda mucha energía. A veces se hace una idealización de la energía que puede tener una mujer.

 

Vamos a hablar ahora de las pretensiones.

 

No pretendo ser la gota que derrame tu silencio,

ni pretendo ser la nota que se escape en tu lamento.

No pretendo ser la huella que se deja en tu camino,

ni pretendo ser aquella que se cruza en tu destino.

 

Sólo quiero descubrirme tras la luz de tu sonrisa

ser el bálsamo que alivia tus tristezas en la vida.

Sólo quiero ser la calma que se escurre en tus desvelos,

ser el sueño en que descansa la razón de tus anhelos.

 

Simplemente, es el amor cuando ha roto sus cadenas para darte el corazón, No pretendo ser tu dueña.

 

No pretendo ser la llama donde enciendes tus pasiones,

ni pretendo ser la espada que atraviese tus errores.

No pretendo ser el aire que respiras en la noche,

ni pretendo ser la carne que destila tus derroches.

 

Sólo quiero ser la mano que se llene de quebranto,

ser un poco ese remanso donde muere el desengaño.

Sólo quiero ser la estrella que se engarza en tu mirada,

la caricia que se entrega sin razón y sin palabras.

 

Simplemente, es el amor que ha encontrado su camino.Para darte mi ilusión, no pretendo hacerte mío.

Simplemente, es el amor cuando ha roto sus cadenas. Para darte el corazón, No pretendo ser tu dueña.

 

Sólo quiero ser la mano que se llene de quebranto,

ser un poco ese remanso donde muere el desengaño.

Sólo quiero ser la estrella que se engarza en tu mirada,

la caricia que se entrega sin razón y sin palabras.

 

Simplemente, es el amor que ha encontrado su camino. Para darte mi ilusión, no pretendo hacerte mío.

Simplemente, es el amor cuando ha roto sus cadenas. Para darte el corazón, No pretendo ser tu dueña. Gloria Stefan

 

 

 

 

Otra forma de descubrir el lenguaje del amor de los que queremos, es la crítica: los reclamos del otro. Cuando el otro se queja de mí ¿de qué se queja?. Por ejemplo. Si se queja de que ‘voy demasiado a la cancha’, o de que ‘veo demasiada televisión’, o de que ‘salgo demasiado con mis amigos’ etc etc ¿odia en realidad la cancha, la televisión, los amigos? ¿o está reclamando más tiempo de atención plena? el otro está haciendo una mala expresión, y a su vez nosotros interpretamos mal, leemos mal la crítica o el reclamo del otro. Lo que se odia es aquello que nos roba el tiempo de calidad del otro. Y para defendernos de ese ‘odio’, pueden pasar dos cosas: o nos convertimos en ‘un monigote’ obediente y sumiso, o resistimos, aguantando sus reclamos y sus reproches cada vez con la piel más dura, y nos resbala lo que el otro nos dice o contestamos mal. Y comienzan las agresiones.

Entonces, ante la crítica o el reclamo del otro (sea cónyuge, hijo, amigo…), intentemos ver qué hay detrás. Seguramente algo muy importante para el otro. Y entonces es bueno pedir a ese otro nos explique qué es eso tan importante, y conducir el diálogo de modo tal que el otro pueda salir de los odios –que en definitiva son manifestaciones orgullosas, heridas, resentidas- para que exprese cuál es su necesidad. A menudo, la crítica necesita aclaración. Entonces hay que cambiar la crítica por la petición. Porque si quedamos pegados a la crítica o a la demanda, entramos en un ‘ring’ y alguno de los dos seguramente quedará ‘noc out’

La otra es convertirse en un monigote, esto es, en lugar de actuar por amor, actúa por sumisión, obediencia o aburrimiento. Hubo un tiempo en que a las parejas las arreglaban los padres, y tenía que ver con la conveniencia, la honestidad, en definitiva, con todas las preguntas que hacía el patriarca. Los nuevos tiempos traen la exigencia de amor en la pareja. Cuando uno le pregunta al otro ¿vos me amás?, la típica respuesta: “¡te he servido durante tantos años…! ¿qué me venís a preguntar si te amo?” Si viene ese pregunta por arte de uno y ese reproche por parte del otro, en definitiva ninguno va a tomar toda esa retahíla de argumentos como un lenguaje de amor. Porque esos actos de servicio no han sido expresiones de amor, sino cosas hechas por temor, por culpas o por aburrimiento: por ‘marcar tarjeta’ (hay quienes actúan de esta manera y pretenden que el otro interprete que eso es un lenguaje de amor. Esa es ‘la fidelidad del burro, del asno, del camello’, que sigue el objetivo, siempre para adelante… Eso no es amor. El amor es creación. La culpa, el temor y el aburrimiento son ajenos al amor. En los últimos 30 años ya no hay un estereotipo solo de modelo masculino y femenino: hay muchos más!

Hay quienes se sienten estar siendo un monigote. Hay que ver si realmente es así. Monigote se es cuando se actúa desde la manipulación, desde el miedo, desde el sometimiento. Creo que el mensaje tiene que ser: “yo te amo, y porque te amo no puedo permitir –ni por vos ni por mi- que me trates de esa manera”, pero también hay que decir que hay varones que en su vida se imaginaron a ellos mismos en determinadas tareas domésticas, y cuando de pronto su compañera les pide que esas cosas sean de igual a igual, se sienten un monigote. Habrá que hacerles ver en ese caso que no se trata de que los estén ni manipulando, ni maltratando, ni usando, ni nada por el estilo. Es simplemente que tienen dentro un estereotipo de varón que ha recibido de sus antepasados. Y hoy tenemos los estereotipos de la tele, a los que nos aferramos a veces con carne y uñas. Tanto unos como otros estereotipos nos hacen a veces sentir un monigote: nos hacen sentir manipulados, no amados, cuando en realidad lo que está ocurriendo es que el estereotipo, el modelo que tenemos de hombre o de mujer, no condice. Por ejemplo “soy una mujer, no me cuadra atender los cuidados que el auto requiere” o “soy un hombre, no me cuadra limpiar la casa”. Ojo: puede suceder que al otro le moleste mucho, se sienta manipulado, cuando las responsabilidades no se comparten. En ese caso, el lenguaje del amor que está haciendo falta, que el otro reclama, es el lenguaje de la autonomía. Hay parejas o personas en las que el respeto a su autonomía es un verdadero lenguaje de amor. Necesitan percibir que el otro respeta su autonomía, no lo invade, no le corta las alas, no lo comprime, no le quita espacio.

Hay que vencer los estereotipos. Ya no hay estereotipos rígidos de ‘lo masculino’ y de ‘lo femenino’. Hay otros, pero lo importante es que cada uno vaya creando su propio código de amor, siendo lo más claro posible, explicitando qué es lo que vamos necesitando. Y SI REALMENTE NOS INTERESA PESCAR EL LENGUAJE DE AMOR DEL OTRO, DEBEMOS PREGUNTARLE CUÁNDO, EN QUÉ MOMENTO, Y CON QUÉ ACTITUDES SE SIENTE MÁS QUERIDO.

Cuantos sueños dejé volar pensando solo en ti, Cuantas noches de luna deshojando el silencio,
Cuantos cielos azules, te ofrecí, cuantas horas deje pasar sentado junto a ti

Ya se que es mucho tiempo de mirarnos, que son muchos los caminos andados de la mano
Y cuantas primaveras pasaron por mi lado. Cuantas horas de dicha, cuantas horas de llanto
Cuanto tiempo de ausencias, cuanto tiempo esperando. Cuantos besos al aire, cuantas lluvias de mayo
Cuanta nieve en mi frente, y sigo enamorado

Cuantas horas de soledad hasta volver a ti. Que cansancio en el alma, que silencio de hielo
Que minutos tan largos te ofrecí. Cuantas horas de soledad hasta volver a ti
José Luis Perales

 

            En otro lenguaje, la carta a los Filipenses nos exhorta a aprender con paciencia el lenguaje del amor.

“Si la exhortación en nombre de Cristo tiene algún valor, si algo vale el consuelo que brota del amor o la comunión en el Espíritu, o la ternura y la compasión, les ruego que hagan perfecta mi alegría permaneciendo bien unidos. Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento. No hagan nada por rivalidad o vanagloria. Y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos. Que cada uno busque no solo su propio interés sino también el de los demás” Fil 2