18/01/23- En el ciclo “Reflexiones de verano” dialogamos con fray José “Pepe” Guirado, fraile franciscano. Fray Pepe vive en su ermita de Tafí del Valle, en la zona de los Valles Calchaquíes, en la provincia de Tucumán. El tema elegido en esta oportunidad es el de los deseos. ¿Cómo le damos lugar a nuestros deseos ?; ¿Cómo deseamos?; ¿En qué sentido y profundidad?.
Somos deseables por naturaleza
“Hay un deseo que es fuente, es origen, está en la raíz; y después hay jerarquías de deseos. Deseamos a muchos niveles. Por eso es muy saludable ponernos a la escucha de todos los niveles y dimensiones del ser humano. Siempre estamos deseando algo y el silencio es un maestro que puede conducirnos a la fuente más profunda”, dijo el sacerdote.
El trabajo del silencio es despertarnos
En el silencio podemos descubrir nuestros deseos más profundos. El silencio nos comienza a revelar todo lo que consciente o inconscientemente llevamos dentro. Si cuando hacemos silencio escuchamos mucho ruido interior, es justamente porque nos estamos despertando. Sumergirme en el silencio es arrojarme a la presencia de Dios.
El deseo es movimiento
Los deseos no se quedan quietos y nos invitan siempre al movimiento. El deseo nos invita también a asumir mis limitaciones. Hay que hacer dialogar el deso con la realidad. La naturaleza del deso es dialógica. Los desos tienen diversos tiempos, hay que saber convivir con la insatisfacción del deseo. Hay que hacerse amigos de la quietud y del movimiento para conectarnos con nuestra naturaleza deseante.
Discernir el el silencio
En todo tiempo y lugar podemos abrir un espacio de conciencia. Por ejemplo, pararse y escuchar la naturaleza, darnos 5 minutos para mirar lo de todos los días; empezar por lo que tenemos a mano. Al despertarnos ser consciente que nos estamos despertando a un nuevo día, eso puede despertar mu gratitud. Esta hará que podamos escuchar y discernir mejor nuestros deseos.
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