Rasgos humanos de un hombre de Dios

viernes, 9 de septiembre de 2011
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Aquí en la localidad serrana de Cura Brochero, donde el cura gaucho dejó la huella con su mula y con su evangelio, nos espera a todos los sacerdotes de Argentina para renovar nuestra vocación y detrás de esta imagen ejemplar de sacerdocio entregado al pueblo, con olor a peperina vamos a estar compartiendo días hermosos de reflexión y de oración. Seguramente el cura nos tiene preparada más de una gracia, como lo hacía con su oración, su intercesión y su trabajo, mientras recibía a todos los paisanos que recogía de entre las sierras y se venía para Córdoba para llevarlos a los ejercicios de San Ignacio de Loyola.

 

Quiero comenzar nuestro encuentro con Brochero siguiendo algo del evangelio criollo:

 

 

“Rodeado de un mar de gente, sobre las piedras y pastos pusieron poncho y vasto pa escuchar con atención y haciendo Jesús el gasto anciablo de corazón”

 

“Dichosos son los que tienen hambre y sed de la justicia porque serán sin noticia saciados por el Señor. Dichosos son los que sin malicia veran por su amor”

 

“Dichosos los perseguidos por causa de la verdad. Dichosos sin igualdad los que sufren por mi nombre, porque entonces daré al hombre el amor de mi amistad”

 

“Huay de los muy divertidos porque llorarán de susto. Huay de los hartos de gusto, porque tendrán hambre asiada. Huay de los ricos injustos porque ya cobran su paga”

 

 

“La ley manda a amar al prójimo y odiar a los enemigos, pero yo más bien les digo, que han de amar a su contrario, como Dios que llueve trigo del bueno y del perduriario”.

 

Que la presencia criolla, bien nuestra de este hombre nacido en Santa Rosa de Río Primero, y que eligió las sierras, con la elección que Jesús hizo de él, para dejar sus marcas, nos deje las marcas de sus enseñanzas en el corazón. Brochero, un hombre de espiritualidad. Las características de sus rasgos humanos como hombre de Dios nos estarán marcando un rumbo en el compartir de la catequesis de hoy.

 

 

 

El sacerdote salesiano, compañero de estudio, Mario Oscar Llanos, nos ha dejado un hermoso texto que compartió en un programa que hiciera con Gabriela la Santa, y ya lo tenemos como parte de un legado de ello que nos ha regalado, “Corazón de tierra, latido de cielo, testamento pastoral del Cura Brochero”, en torno a este escrito, sus cartas y algunas reflexiones más que iremos recogiendo en estos días, por allá, por su villa, estaremos nosotros compartiendo las catequesis de estos días.

 

La consigna para el compartir de hoy “Que huella de la mula de Brochero te quedó en el corazón”

 

Su sencillez, su simpleza, para los que lo conocen, para los que lo vayan conociendo, lo que vaya surgiendo del compartir, qué te impacta de la figura de este cura, cura gaucho, José Gabriel del Rosario Brochero.

 

Un primer rasgo que nos presenta de su condición de pastor, el padre Llanos, en la figura de Brochero es, “El tesoro de nobleza bajo tosca corteza”, como da entender él. Era bastante fiero, dicen y así uno lo puede testificar al ver las fotos que nos llegan, fiero depende de cómo se lo vea, porque lo lindo y lo feo se define bajo una determinada estética, para una estética de este tiempo, petisón, retacón, con la cara media arrugada dice él como si le hubiera saltado un charco de agua en la cara y lo ha dejado marcado con alguna perspectiva criolla bien definida y para cierta estética un tanto fiero pero bello. El hombre había nacido para dejar de la presencia bella de Dios su signo en medio de nosotros. Es verdad, hay una cierta corteza tosca en la figura de Brochero, él mismo habla de sí mismo en ese sentido. Pero detrás de esa figura, un corazón noble.

El padre Brochero vivió su experiencia de Dios, fundado sobre una humanidad en apariencia ruda y bucólica, pero en profundidad, seriamente noble, madura. En su breve autorretrato se considera un hombre de personalidad, humilde y agreste o peor aún, respondiendo a la posibilidad de ser incluido en una terna para ser obispo de Córdoba, decía él “Soy medio idiota, sin tino y sin virtudes.

Otras personas consideran que por el aspecto exterior es un poco rústico y lleno de asperezas. Se muestra un santo a lo tosco, decía algún testigo, al que refiere Mario Llanos, en su bellísimo testamento pastoral de Brochero.

Un paisano viéndolo trabajar, “arremangado entre los criollos, levantando paredes para la casa de ejercicios, preguntó ¿Está el Padre Brochero? Soy yo dijo él, y se fue corriendo en su propia yegua, asustado de haberse encontrado con lo que no esperaba. ¿Este era el cura? De hecho lo contó entre sus paisanos, mientras se reía y estos le mandaron volver para que sobre aquella sencillez y simpleza de un hombre como otros hombres pero dedicado a las cosas de Dios, pudiera él sacar las cuentas de su conciencia, y cuenta este mismo paisano que después de arremangarse Brochero, de haber estado entre los adobes y levantando paredes lo atendió mate de por medio y así pudo limpiar su chimenea, que venía bastante llena de hollín, según él mismo atestigua.

Así nosotros también podemos ir como descubriendo paso a paso a lo largo de todos estos días, los rasgos hermosos escondidos detrás de un rostro ciertamente tosco y rudo. No todo lo que brilla es oro se dice y las apariencias se dice también que engañan. Si uno lo ve a Brochero en foto dice ¿y esto es un santo? Hay que esperar encontrarse con su rica actividad espiritual, con sus bellísimas cartas y por sobre todas las cosas con la marca que dejó en la conciencia a los serranos de Córdoba, para hablar ya no de las apariencias sino de los frutos, al árbol se lo conoce por los frutos.

 

Monseñor Raimundo Castellano hablando sobre él dice: Sacerdote de tras la sierras, fue considerado comúnmente un santo, sin embargo, entiendo que la causa de beatificación y canonización del siervo de Dios no va ser viable por el aspecto exterior de un poco rústico y por algunas actitudes externas, sin embargo luego empezó a variar el precedente concepto, hablando con otros sacerdotes, informándose cada vez más hasta adquirir perfecta convicción de que se trataba de una causa que podría ser felizmente coronada con éxito.

En un sentido semejante fue mutando su modo de comprensión, el padre Edmundo Rodríguez Álvarez, quien siendo seminarista estuvo un verano en tránsito y luego fue durante cuatro años párroco de aquella villa. Decía: Había cosas de Brochero que no agradaban a ciertos círculos. Sus maneras un tanto chabacanas, sus palabras algo torpes, no agradaban a muchos, agrega el sacerdote cordobés, en general la opinión sobre el siervo de Dios era buena y favorable a él, la de un apóstol, de un sacerdote apostólico, decía Rodríguez Álvarez.

La opinión pública de aquel tiempo y muchas personas individualmente por otro lado expresaban la convicción de la santidad del cura Brochero. Para mí era un santo, responde en su testamento Benjamín Galíndez. He oído repetidas veces dice Francisco Romero Dávila, que lo trató desde la infancia, que el siervo de Dios era un santo en vida. Este concepto lo tenían los habitantes de Santa Rosa de Río Primero, cuando yo ocasionalmente iba para allá. En realidad bajo su áspera envoltura, la gente encontraba un ser extraordinario, bajado del cielo, que en el mundo no debía haber otro como él, decían otros. Se caracterizaba por su gran unificación y madurez personal que se manifestaba en la tenacidad en funciones del bien por los más débiles y por el prójimo.

Él enseña una cosa y muestra con su vida eso que enseña.

Un día se presentó en la casa de los Recaldes, día de gran calor, con la cabeza sin sombrero, algo que lo pinta siempre a Brochero, con su cigarrito de chala y con su sombrerito. Entonces los Recaldes, sorprendidos de verlo con una indumentaria poco usual para él, le preguntaron ¿Cómo es que viene sin sombrero padre? y el siervo de Dios les dijo, he encontrado un hombre en el camino que venía todo sudoroso y buscando el resguardo del sol y del calor por las sombra de los árboles que encontraba en el camino, entonces yo le di mi sombrero. La caridad puesta en marcha, gestos como éstos multiplicados por ciento. Brochero, fama de santidad detrás de aquella rústica manera de aparentar se escondía la dulzura, la ternura y la fuerza del evangelio.

 

Poderosamente ha influido Brochero entre sus feligreses por su bondad, por la sinceridad de sus palabras y la forma sencilla y comprensiva del lenguaje que usaba para llegar más hondamente al espíritu de la gente, por el gran ejemplo que daba con su vida, su acción, permanentemente en beneficio común, trabajando por el pueblo, por la zona, las necesidades más imperiosas. Llegando hasta el rancho más humilde y aún desafiando todos los peligros para llevar la palabra de Dios y así pudo conquistar con su ejemplo, este valle bello de tras la sierras, porque este siervo se hizo uno con las sierras y su aspecto ciertamente rudo, hablaba de aquel paisaje al que pertenecía. Hablar de Brochero y hablar de las sierras de Córdoba es casi sinónimo. Quien habla de peperina por Córdoba, puede remitirlo como lugar fresco donde la gracia de Dios se derrama si lo pone en sintonía con la figura de este cura que dejó más que una marca, nos marcó como pueblo cordobés y estando aquí en el centro de la República, marcó también a nuestra Nación por su vínculo con las autoridades de ésta nuestra tierra Argentina. Brochero se hizo conocido en todo el territorio nacional pero además por su incansable trabajo a favor de su gente. Llevando caminos, levantando formas de hacer llegar el agua, acueductos para que los paisanos tengan como regar sus tierras y cómo beber agua limpia. Brochero soñaba con que el tren andara por las sierras comunicándonos con todos. Su mula era su lugar de transporte y tenía de tanto usarla la cola llena de llagas. Un hombre entregado, sacrificado, ofrecido a Dios, pero por sobre todas las cosas entendiendo que esta entrega a Dios es verdadera cuando uno se hace uno con el pueblo. Tenía el olor de la gente de su pueblo. Como se dice de los buenos pastores, somos buenos pastores cuando tenemos olor a nuestras ovejas. Así Brochero tenía olor a su gente. Brochero es de olor a peperina, olor a nuestra sierra, nos pertenece y es de todos y está entre nuestros paisajes y uno cuando llega por estas localidades cordobesa y se enamora de estas sierras, seguramente que cuando se acerca a Brochero, también se encuentra con el origen bello de lo que las sierras nos dejan como mensaje, la presencia de un Dios que dejó su marca por estos parajes cordobeses.

 

Si alguien pinta bien a Brochero, es José Luis Serrano. En el personaje, claro. Jovita, ella también es de por allá, qué lindo que habla doña Jovita de el curita José Gabriel del Rosario.

 

La gente, cuenta Llanos en su texto bonito que hoy estamos compartiendo, “Corazón de tierra, latido de cielo, testamento pastoral del cura Brochero”, tenía por Brochero el saber resaltar sus cualidades humanas. Su cualidad de conductor por ejemplo, un conductor nato, dicen quienes han testificado cuando se abrió la causa. Realizando obras contra todas las dificultades. Era un líder sin discusión, capaz de posesionarse en medio de los grupos en los que actuaba con capacidad de influjo, concreto, con perspectivas eficaces. Tenía cualidades para guiar a sus feligresías. El criollo era un elemento dócil y el cura Brochero conocía perfectamente los resortes para conquistar a su feligresía, ubicándose como uno de ellos, mejor, poniéndose al frente de ellos. Razón que explica la cooperación que encontró entre todos los paisanos de las sierras. El siervo de Dios era un pastor. Era paciente, se adaptaba a todos, no era para nada interesado, al contrario, su interés estaba en el progreso, pero no de cualquier forma, ni en sentido indefinido, estaba muy definido el progreso, comenzaba en el corazón de la gente por el camino de los ejercicios y se traducía en una mayor dignidad de vida, con trabajo sobre la tierra y con las posibilidades de vincular a toda aquella zona cordobesa por medio de caminos, acequias, vados, diques.

 

Si conoces aquella zona te habrás enamorado de ver ese paisaje hermoso. Seguramente Brochero cuando llegó estaba aún mejor de lo que está ahora porque sin los caminos que hay ahora, en lo agreste de aquello que es lo más bello que contemplamos cuando llegamos por la zona, habrá impactado tanto que dijo de acá no me voy, de acá me sacan con la pata para adelante habrá dicho Brochero, acá me quedo, acá dejo todo lo mío y así fue, dejó el alma Brochero entre los suyos. Hablar de tras la sierra, es hablar del curacho donde Brochero llegó para ser sacerdote durante cuarenta años, es hablar del paso del evangelio de Jesús a través de los ejercicios de San Ignacio y de este compromiso con la gente que Brochero asumió siendo uno más de ellos. Por eso lo que ellos dicen respecto de su cura, era su cura, de alma, un hombre comprometido con lo que la causa de la gente tenía por deseo profundo de vivir en esta tierra anticipando un poco el cielo. Por eso tan bello lo que Mario Llanos nos deja en el testamento pastoral del cura Brochero como título de su libro “Corazón de tierra, latido de cielo”. Que bien se encuentra definido en el título de este libro la condición del cura al que vamos a seguir bien de cerca por estos días, tan cerca que nos vamos a ir para encontrando con él y un montón de curas que nos reunimos en la villa Cura Brochero para dejarnos impactar por su presencia y por su figura. Pidiéndole a Dios por estas horas que nos lo haga testigo de santidad y de evangelio.

El cura gaucho nos salga al cruce a todos los curas que por el camino andamos necesitando del valor de su testimonio y la grandeza de su alma.

 

Buen conductor, líder de su gente, Brochero uno más de ellos, caminaba entre los suyos haciéndose al paisaje, la gente iba y venía por su condición de cura como caminaba las sierras. Así caminaba con su cura y así caminaba en el cura, así encontraba en el sacerdote parte del paisaje y aquello tan bello que nos espera tras la sierras fue ganando el corazón de los serranos desde una perspectiva de ser cura solamente al modo como Dios quería que un cura fuera cura allí, al modo de los paisanos, su pueblo.

 

Como buen conductor Brochero preveía los acontecimientos, los preparaba, los hacía gustar por parte de los feligreses, por ejemplo se reconocía su atención a visitar los lugares más distante a su parroquia, anticipándoles con el tiempo su llegada, no quedaba ni un rancho, ni una casita que recibiera su visita. Todas eran visitadas por el cura. Valoraban también de sobremanera su capacidad de administrar y su generosidad con los bienes económicos. Fue cuidadoso en la tutela de los bienes de la parroquia, en su atención ministerial fue siempre celoso. Parte de todos estos textos son testimonios que nos llegan de quienes fueron recogiendo para hacer su biografía y abrir el camino que lo llevara a Brochero a los altares porque la fama de santo y el ser santo ya está enarbolada en tras la sierras. Ahí ya la gente lo vive como lo que es, como un testigo. Falta que de este lado escondido de la humanidad, de estas sierras que esconden tanta belleza, el mundo se vaya enterando y la iglesia vaya tomando nota para descubrir que por estos parajes también el evangelio y el Espíritu Santo ha dejado su huella, marcando a una comunidad y a un cura, por el camino de San Ignacio, con la presencia de Jesús para que quede como la montaña de tras la sierras para siempre como parte de un paisaje que se hace uno, Brochero, su gente y las sierras de Córdoba.

 

 

                                                                                       Padre Javier Soteras