Encontrar, reconocer, dejarse sanar y anunciar

lunes, 5 de febrero de 2024
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05/02/2023 – Hoy vemos en el Evangelio que Jesús se la pasa haciendo el bien mientras anuncia la buena noticia. El texto del Evangelio es la parte final del conjunto más amplio del capítulo 6 de Marcos cuando estando ya en tierra, la gente busca a Jesús para que sane sus enfermedades. Vienen de todos los lados, cargando a los enfermos. Lo que llama la atención es el entusiasmo de la gente que reconoce a Jesús y lo sigue. Lo que impulsa a esta búsqueda de Jesús no es sólo el deseo de encontrarse con él, de estar con él, sino también el deseo de que él sane sus enfermedades.


Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados. San Marcos 6,53-56


Desde el comienzo de su actividad apostólica, Jesús anda por todos los poblados de Galilea para hablar a la gente sobre el Reino de Dios que está por llegar (Mc 1,14-15). Allí donde no encuentra gente para escucharle, habla y transmite la Buena Nueva de Dios, y acoge y sana a los enfermos, en cualquier lugar: en las sinagogas durante la celebración de la Palabra los sábados (Mc 1,21; 3,1; 6,2); en reuniones informales en casas de amigos (Mc 2,1.15; 7,17; 9,28; 10,10); andando por el camino con los discípulos (Mc 2,23); a lo largo del mar en la playa, sentado en un barco (Mc 4,1); en el desierto donde se refugia y donde la gente le busca (Mc 1,45; 6,32-34); en la montaña, de donde proclama las bienaventuranzas (Mt 5,1); en las plazas de las aldeas y ciudades, donde la gente carga a los enfermos (Mc 6,55-56); en el Templo de Jerusalén, en ocasión de las romerías, diariamente, ¡sin miedo (Mc 14,49)! Curar y enseñar, enseñar y curar era lo que Jesús más hacía (Mc 2,13; 4,1-2; 6,34). Era lo que siempre hacía (Mc 10,1). La gente quedaba admirada (Mc 12,37; 1,22.27; 11,18) y lo buscaba.

Encontrar y reconocer

Dice la Palabra que la gente reconoció enseguida a Jesús e iban a donde sabía que Él estaba. Iban tras Él. Qué maravilla esto, para aterrizarlo a nuestra vida. ¿No te parece que nuestra vida es una gran búsqueda? Es una búsqueda permanente. Todo el tiempo buscamos, pero a veces no queremos encontrar. ¿Cuántas veces nosotros decimos, Señor, que se haga tu voluntad, pero decimos, bueno, dame un signo, dame una señal y llega un signo y como no nos gusta lo que el Señor nos dice, empezamos a pedir más signos y más signos y nos volvemos incrédulos. Y decimos que buscamos a Jesús y no le buscamos nada. Por eso es importante ponernos en sintonía. Podemos descubrir al Señor en nuestra vida y, claro, hay que hacer un esfuerzo porque es una búsqueda permanente. A veces uno dice, ¿qué estoy haciendo en este camino? No en el camino de la fe, sino en otros. Peleado con alguna persona, escuchando personas que no me hablan de Dios. ¿Por qué me estoy metiendo en el chisme? ¿Por qué me doy manija con la tristeza, con el enojo? ¿Por qué estoy acá? ¿Qué estoy haciendo? Si yo me siento vacío, ¿por qué ando llenándome de cosas que me vacían? Bueno, qué bueno preguntarte esto, ¿no? ¿Estoy reconociendo al Señor en mi vida? Acordate que lo único que te va a llenar el corazón no es algo, es alguien, es Jesús. Por eso es muy importante saber buscar a Jesús. Y es cierto, a veces cuesta, a veces nos cuesta mucho encontrar su voluntad, pero vamos a ir a donde Él está. Necesito ir a Jesús en cada sagrario, en la misa, en el acompañamiento espiritual, en la reconciliación, en el hermano que sufre, que está enfermo, en los pobres. Dios necesita de vos. Animate a hablarle. Animate a decirle lo que pasa en tu interior. Acordate lo que dice San Agustín.

Una invitación en este día para mirar cómo la gente enseguida reconoció a Jesús. Él en medio de la gente se distinguía, sobre todo, por lo que hacía; “por los frutos lo reconocerán”, nos dijo el mismo Jesús. Y también la gente lo reconocía a Él por los frutos, porque por donde Él pasaba, aunque sea que los tocase con los flecos del manto, la gente quedaba curada. Entonces, enfermos, personas que estaban paralíticos, ciegos, al tocarlos ya quedaban curados.

Fijate qué importante es en estos tiempos que nosotros también sepamos reconocer la presencia de Jesús, porque Él continúa caminando en medio nuestro. El Evangelio termina diciendo “Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”, Jesús dice estas palabras. Esta palabra de Jesús nos anima porque sabemos que no caminamos solos, que nuestro mundo no está vaya a saber en qué destinos, en qué manos, no, sino que estamos caminando realmente con Jesús en medio nuestro. Que importante y vital para nosotros reconocerlo.

Dejarse sanar por Jesús

Dice la palabra que la gente le acercaba a los enfermos y los ponían para que tocaran tan solo los flecos de su manto. Fíjate cuánta fe, cuánta sencillez que nos muestra el Evangelio de hoy. La gente cree en Jesús. Por eso todos necesitamos, como decíamos, que el Señor nos sane. Fíjate vos, que por solo tocar los flecos del manto de Jesús, ¿eh? ¿Vos pensás que Dios no va a orar en tu vida si te acercás? ¿Vos pensás que Dios no te va a escuchar si le hablas? El Señor tiene muchas ganas de entrar en tu vida, en tu corazón. Tocalo a Jesús. Asumí la necesidad que tenés de Él. Tené un acto de humildad. Reconocé que necesitás al Señor. Así, sin vueltas, sin maquinarte, sin prestar tanta atención a tus miserias, a tus pecados. No le busques problemas a las soluciones, ¿eh? Pensá en el hoy y acercate con decisión al encuentro con Jesús. Pregúntate, y ponételo como un propósito para tu vida, ¿eh? Para esta semana. ¿Qué estás necesitando hoy que el Señor sane en tu vida? Pedile que te cuente, que te sane, que te escuche, pero sobre todo las cosas que entren en tu vida. Que entre en tu vida y te vaya renovando y transformando el corazón. ¿En qué momento de tu vida tocaste a Jesús, y te sano? ¿Alguna vez te sentiste este instrumento de Jesús? ¿En qué estás viviendo esta generosidad de hacer presente a Jesús en tus hermanos?

Anunciar

Jesús no sólo dice que el Reino está cerca, sino que hace patente al Reino con este signo tan elocuente de devolverle al hombre su salud, de hacerse cargo de todas y cada una de sus dolencias. En el fondo, el Reino será eso. Será el lugar donde Dios sanará todas nuestras heridas y dolencias, será el sitio donde ya no habrá lugar para el dolor y el sufrimiento.

Todos los que han ido de misiones pueden corroborar que realmente ese es un espacio en el que a Jesús lo reconocemos vivo y presente, no solamente por lo que Dios hace entre la gente a la cual vamos a misionar, sino particularmente en aquellos que van como misioneros, porque los misioneros son los primeros misionados.

Junto con la salud, el Señor devuelve algo mucho más preciado, la capacidad de anunciar lo que se ha recibido como un testimonio.