11/04/2023 –
En el día de hoy, en la Catequesis , el padre Matías Burgui nos invita a seguir reflexionando la palabra. “Seguimos tratando de hacer carne el evangelio en nuestro día a día y por eso siempre es bueno descubrir que estos audios son simplemente una ayuda, una orientación, una reflexión. Sos vos el que tenés que ir haciendo también tu trabajo de encontrarte con la palabra.”
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra. El que vino del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio.El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz. El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos. El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él. San Juan 3,31-36. Pies en la tierra, mirada en el cielo, corazón en Dios.El evangelio de hoy nos invita a mirar todo desde una perspectiva pascual, a descubrir que la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús han dejado huellas en el Señor en la primera comunidad cristiana y también en nosotros a lo largo de los siglos. Vos y yo estamos llamados desde la pascua a ser testigos. Solo el que cree puede dar testimonio, porque el que cree es el que tiene vida eterna, lo dice Jesús. Hay un correlato muy lindo, de la misma manera que Dios envía por la fuerza del Espíritu a Jesús para que dé testimonio de Él, de la misma manera que el Hijo da testimonio del Padre, así también el Señor nos envía a nosotros por el Espíritu para que demos testimonio de su amor que se ha derramado en el mundo. Dicho de otra manera, nadie da lo que no tiene. Si vos querés dar testimonio del amor de Dios, tuviste que haber encontrado con ese testimonio. Para ser testigo, ser mártires, esto es lo que significa ser testigo, nuestra vida tiene necesariamente que ser creíble. Para ser creíble uno tiene que ser creyente. Lo repito, si vos querés ser creíble, tenés que ser creyente. Uno recuerda que hay que tener la mirada puesta en lo alto, los pies en la tierra. Siempre hay que ir recordando, redescubriendo cuál es nuestra imagen de Dios. Por eso la coherencia de vida en definitiva pasa por ahí, por ser reflejo del amor de Dios en cada cosa, en cada situación que nos toca vivir. Eso somos, discípulos. Somos discípulos y misioneros del Señor. Nosotros no solo creemos en Dios, sino que también le creemos a Dios. Es una linda manera de ver la fe, ¿no? Creer en Dios, creerle a Dios. ¿Cómo estás creyendo en Dios? ¿Cómo le estás creyendo a Dios? No te olvides que vos confiás en el Señor, y que Él es tu esperanza, y que Él es tu fuerza, y que Él ha sido tu salvación y tu auxilio. Incluso en los momentos más difíciles Dios ha estado. Por eso vas predicando cuando hablas de Dios. ¿Qué hablas cuando hablas de Él? ¿Qué pensás cuando hablas de Dios? ¿Dónde tenés la mirada? Bueno, acordate que Jesús vino para que tengas vida, y vida en abundancia. Lo dice el evangelio de hoy. Él es el enviado del Padre. No es algo, es alguien, y ese alguien que no te quiere de cualquier manera, es el que te quiere dar la vida eterna, el que te quiere feliz. Por eso quizás hoy podrías hacer un lindo examen de conciencia, parar un poco y revisar cómo viene tu vida de fe, cómo viene tu testimonio. Acordate. De la abundancia del corazón, habla la boca. ¿De qué estás hablando hoy? ¿Con qué llenas tu boca? ¿Con palabras innecesarias? ¿Con palabras intrascendentes? ¿Con tus acciones? ¿Con tus pensamientos? ¿Con lo que decís? Estás hablando de la vida eterna. Tené la mirada puesta en las cosas del cielo. Qué lindo preguntarte cómo está tu testimonio, ¿no? ¿Cómo vas manejando tu coherencia? Algo que es difícil, porque toda coherencia es difícil. Esa unidad entre lo que sos, lo que pensás, lo que decís y lo que haces, e incluso lo que sentís también. ¿Quién es el que te da unidad en tu vida? Bueno, es Jesús por el Espíritu Santo. Recibirlo al Señor es aceptar al Padre y aceptar ese Santo Espíritu. El Padre ama al Hijo, puso todo en sus manos. Es hermoso esto que dice el Evangelio, porque está bueno poder detenernos en esta frase. El Padre puso todo en manos del Hijo. Vos y yo estamos en manos de Jesús. ¿Alguna vez, ante distintas preocupaciones o dificultades, te pusiste a pensar que estás en manos de Jesús? Todo lo que está en sus manos no se puede caer, no se puede perder, porque Dios sostiene, porque Dios cuida, porque Dios consuela. Estás en las manos de Jesús, estás en las manos del Padre, estás en el amor del Espíritu Santo. Quiera que hoy lo puedas vivir así, sabiendo que, no importa lo que pase, Dios sigue amando. Un testimonio de eso, animate a evangelizar.
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra. El que vino del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio.El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz. El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos. El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él. San Juan 3,31-36.
Pies en la tierra, mirada en el cielo, corazón en Dios.El evangelio de hoy nos invita a mirar todo desde una perspectiva pascual, a descubrir que la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús han dejado huellas en el Señor en la primera comunidad cristiana y también en nosotros a lo largo de los siglos. Vos y yo estamos llamados desde la pascua a ser testigos. Solo el que cree puede dar testimonio, porque el que cree es el que tiene vida eterna, lo dice Jesús. Hay un correlato muy lindo, de la misma manera que Dios envía por la fuerza del Espíritu a Jesús para que dé testimonio de Él, de la misma manera que el Hijo da testimonio del Padre, así también el Señor nos envía a nosotros por el Espíritu para que demos testimonio de su amor que se ha derramado en el mundo. Dicho de otra manera, nadie da lo que no tiene. Si vos querés dar testimonio del amor de Dios, tuviste que haber encontrado con ese testimonio. Para ser testigo, ser mártires, esto es lo que significa ser testigo, nuestra vida tiene necesariamente que ser creíble. Para ser creíble uno tiene que ser creyente. Lo repito, si vos querés ser creíble, tenés que ser creyente. Uno recuerda que hay que tener la mirada puesta en lo alto, los pies en la tierra. Siempre hay que ir recordando, redescubriendo cuál es nuestra imagen de Dios. Por eso la coherencia de vida en definitiva pasa por ahí, por ser reflejo del amor de Dios en cada cosa, en cada situación que nos toca vivir. Eso somos, discípulos.
Somos discípulos y misioneros del Señor. Nosotros no solo creemos en Dios, sino que también le creemos a Dios. Es una linda manera de ver la fe, ¿no? Creer en Dios, creerle a Dios. ¿Cómo estás creyendo en Dios? ¿Cómo le estás creyendo a Dios? No te olvides que vos confiás en el Señor, y que Él es tu esperanza, y que Él es tu fuerza, y que Él ha sido tu salvación y tu auxilio. Incluso en los momentos más difíciles Dios ha estado. Por eso vas predicando cuando hablas de Dios. ¿Qué hablas cuando hablas de Él? ¿Qué pensás cuando hablas de Dios? ¿Dónde tenés la mirada? Bueno, acordate que Jesús vino para que tengas vida, y vida en abundancia.
Lo dice el evangelio de hoy. Él es el enviado del Padre. No es algo, es alguien, y ese alguien que no te quiere de cualquier manera, es el que te quiere dar la vida eterna, el que te quiere feliz. Por eso quizás hoy podrías hacer un lindo examen de conciencia, parar un poco y revisar cómo viene tu vida de fe, cómo viene tu testimonio. Acordate. De la abundancia del corazón, habla la boca. ¿De qué estás hablando hoy? ¿Con qué llenas tu boca? ¿Con palabras innecesarias? ¿Con palabras intrascendentes? ¿Con tus acciones? ¿Con tus pensamientos? ¿Con lo que decís? Estás hablando de la vida eterna. Tené la mirada puesta en las cosas del cielo.
Qué lindo preguntarte cómo está tu testimonio, ¿no? ¿Cómo vas manejando tu coherencia? Algo que es difícil, porque toda coherencia es difícil. Esa unidad entre lo que sos, lo que pensás, lo que decís y lo que haces, e incluso lo que sentís también. ¿Quién es el que te da unidad en tu vida? Bueno, es Jesús por el Espíritu Santo. Recibirlo al Señor es aceptar al Padre y aceptar ese Santo Espíritu. El Padre ama al Hijo, puso todo en sus manos. Es hermoso esto que dice el Evangelio, porque está bueno poder detenernos en esta frase. El Padre puso todo en manos del Hijo. Vos y yo estamos en manos de Jesús. ¿Alguna vez, ante distintas preocupaciones o dificultades, te pusiste a pensar que estás en manos de Jesús? Todo lo que está en sus manos no se puede caer, no se puede perder, porque Dios sostiene, porque Dios cuida, porque Dios consuela.
Estás en las manos de Jesús, estás en las manos del Padre, estás en el amor del Espíritu Santo. Quiera que hoy lo puedas vivir así, sabiendo que, no importa lo que pase, Dios sigue amando. Un testimonio de eso, animate a evangelizar.
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