Los distintos publicos en torno a Jesus

lunes, 23 de enero de 2012
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Alrededor de Jesús hay distintos públicos, y entre ellos está la presencia de María que ocupa un lugar que es el más cercano a Jesús, aunque pareciera que Jesús marcara distancia con Ella cuando dice ¿quién es mi madre, quiénes son mis hermanos, sino los que escuchan la Palabra de Dios y la practican?

Veremos cómo en el Evangelio de Marcos los públicos son distintos, según los procesos que van haciendo, como nosotros. ¿Dónde nos encontramos frente al misterio de la vida en plenitud, en qué etapa nos encontramos?

“Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: «Tu madre y tus hermanos te buscan ahí fuera». El les respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre».

Mc. 3, 31-35

Este texto nos sirve como punto de partida para trabajar juntos y renovar en nuestro corazón la mirada sobre la figura de María hoy, en el contexto del camino discipular.

María es invitada a la escucha de la Palabra de su Hijo Jesús. El cap. 3 de Marcos tiene dos pequeños textos referentes a la familia de Jesús: éste que hemos compartido y un poquito antes, en el versículo 20, donde aparecen los parientes de Jesús porque piensan -a partir del inicio del ministerio de Jesús- que Jesús está fuera de sí (está como loco dice alguna traducción). Marcos no está interesado, como el resto de los textos evangélicos, de ofrecernos biografía de Jesús en algún sentido. Todos tienen una perspectiva teológica, y Marcos particularmente. Aquí toma el escenario y a partir de allí construye un mensaje teológico-catequístico-pastoral con el cual quiere ofrecernos una reflexión: Marcos concibe al mundo como un lugar salvífico, donde se desarrolla un drama profundamente humano, en el cual Dios está presente. En el escenario que él construye para dejarnos un mensaje, Jesús está en el centro de esa variedad de lo humano en conflictividad. En Mc. 3, 32 dice: «Tu madre y tus hermanos te buscan ahí fuera». Se pone a Jesús en el centro de la escena. Mientras las multitudes lo siguen, lo buscan, lo necesitan, hay diferentes grupos de personas que, con sus actitudes y con sus palabras, lo que hacen es manifestar una respuesta a su persona y a su acción. Es decir, la presencia centrante de Jesús en la variedad de lo humano no resulta indiferente, hay que tomar posición. Los adversarios son los que confrontan permanentemente con Jesús, los que se sienten cuestionados por la palabra y la actividad de Él. Lo critican, lo cuestionan, realizan tareas para confabularse contra Él, lo creen un poseído, un demonio; son los fariseos, los herodianos, los discípulos de Juan, los escribas. En el Evangelio de la curación de aquél que tiene la mano paralizada (Mc. 3, 1-2) dice: “Jesús entró nuevamente en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo curaba en sábado, con el fin de acusarlo.” Ahí tenemos un texto que claramente ve la referencia de la conflictividad en relación a Jesús en términos de cómo capturar a Jesús y como agredirlo. Este grupo de personas lo busca a Jesús con una intención: terminar con Él.

También hay otro grupo de personas, la familia, que se encuentran preocupados, como dice el Evangelio en Mc. 3, 20-21: “Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: «Es un exaltado»

También está la muchedumbre que se aglomera alrededor de Jesús.

Y también los discípulos, que son llamados por Jesús a un seguimiento, a una convivencia con Él, a formar parte de su familia. Es el texto que está en plena comunión con aquel otro de Mc. 3, 16-19, la institución de los doce: “Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.”

Entre los que buscan a Jesús hay tres tipos de personas que aparecen en este contexto del cap. 3 de Marcos: los que van contra Él y lo buscan para eliminarlo; la familia, en donde veremos matices distintos entre los que creen que está sacado, y la Madre de Jesús, que ocupa un lugar particular; y un tercer grupo, el de los discípulos en comunión con Jesús y con María.

Esto nos ayuda a descubrir que hay procesos en la relación con el Señor. Uno puede estar distante y ser contrario a su propuesta, o haberlo sido y reconocerlo; uno puede estar cerca del Señor pero no pertenecer al grupo más de comunión con Él; o uno, sencillamente, puede pensar o haber pensado en algún momento que esto es cosa de locos, como decían algunos de sus parientes. Lo importante es reconocer que uno ha hecho un proceso, ver cómo estamos hoy en relación con lo que fue, y dónde vemos que se abre un camino para mañana.

El texto de Mc. 3, 31-35 dice: “… su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar… y le dijeron: «Tu madre y tus hermanos te buscan ahí fuera … Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él…” Estas indicaciones que nos ofrece el evangelista están en relación a que los parientes están fuera y los que lo escuchan dentro y alrededor suyo y no son solo una descripción de lo que ocurre en el ámbito donde Jesús está. Es también una perspectiva teológica del vínculo con Jesús, es un modo de estar con Él. Con la ubicación física alrededor de Jesús, Marcos está mostrando teológicamente como están vinculados con Jesús. Algunos, los parientes y familiares, están afuera. Otros, los discípulos, permanecen alrededor, están dentro del misterio. El modo de vincularse con Jesús no nace de la sangre, sino del Espíritu. Y esto es lo que Jesús aclara cuando dice, atención, porque están cerca, y entre ellos está mi Madre, los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica. Por eso estar cerca  o estar lejos, en término de lugar físico, es indicativo pero también es relativo. «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?», dice Jesús. El vínculo no depende de una locación ni de la sangre, sino de una actitud: el que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica. «Estos son mi madre y mis hermanos.”Estos, los que hacen camino discipular con Él, los que viven en el Espíritu.

Hay un tercer texto de Marcos donde encontramos una referencia clara a María, en un contexto de enfrentamiento contra Jesús, en Marcos 6, 1-6:

“Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: «¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanos no viven aquí entre nosotros?». Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Por eso les dijo: «Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa». Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y él se asombraba de su falta de fe.”

Aquí se muestra, una vez más, en el contexto teológico de drama en el que Marcos presenta la figura de Jesús, que el vínculo con Él de cercanía o de lejanía está en relación a la actitud creyente de los que se acercan a Él, en su adhesión o no a la persona de Jesús. Allí es donde se juega el modo en que uno termina ubicado: lejos o cerca, crítico, a la distancia, o adhiriendo de todo corazón al Señor. La fe no es sino un acto de adhesión atraído por la fuerza del amor que hace que quien, habiendo escuchado la Palabra de Dios y el mensaje de Jesús diga amén, no porque la razón le asista para decir creo, sino porque el amor le lleva, más allá de la razón, a decir que sí a una propuesta que se ubica en un plano distinto, donde se acepta lo que se propone por Quien lo propone. En este sentido, la testimonialidad es clave a la hora de proclamar la Buena Noticia, por parte de nosotros a quienes todavía no creen o necesitan renovar su fe, para que el canal de encuentro con el Señor y el peso de autoridad con la que Él propone ser parte de la vida de los hermanos como lugar de transformación de la vida sea cada vez más transparente. El testimonio debe ser de tal peso que, sin ejercer violencia, produzca en el corazón de los que reciben el mensaje, la caída de todas las resistencias y la adhesión desde lo más profundo del corazón, por la fuerza del amor, al gran contenido de la fe, al vínculo con él. Después, claro, lo creído es para ser pensado, razonado. Y Jesús en el centro, invitando a estar más cerca de Él a partir de un acto creyente. ¿Quién es mi madre, quiénes son mis hermanos, quiénes tienen vínculo conmigo sino aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la practican?

Padre Javier Soteras