24/06/2024 – Éxodo 15, 22-24:
22. Moisés hizo partir a los israelitas del Mar Rojo y fueron al desierto de Sur. Allí anduvieron tres días por el desierto sin encontrar agua.
23. Llegaron a Mará, pero no pudieron beber de sus aguas porque eran amargas. Por esto se llamó aquel lugar Mará, esto es, Amargura.
24. El pueblo murmuró contra Moisés, diciendo: «¿Qué beberemos?» El pueblo de Israel, tras la milagrosa liberación de Egipto, se enfrenta a una nueva prueba: la sed en el desierto.
Las aguas de Mará, que deberían saciar su sed, resultan amargas e imposibles de beber. Esta situación provoca la murmuración del pueblo, cuestionando el liderazgo de Moisés y la bondad de Dios. La amargura del agua se refleja en la amargura de sus corazones, incapaces de confiar en la providencia divina en medio de la dificultad. Sin embargo, este episodio no queda sin respuesta.
Moisés clama al Señor, quien le muestra un árbol que, al ser lanzado al agua, la endulza. La intervención divina transforma la situación, demostrando su poder y cuidado por su pueblo. Más allá de la solución inmediata, este relato nos invita a reflexionar sobre nuestra propia actitud ante las dificultades.
¿Caemos en la murmuración y la desconfianza cuando las cosas no salen como esperamos? ¿O buscamos la intervención de Dios con fe y esperanza, creyendo en su bondad y provisión? Las aguas amargas de Mará nos recuerdan que el camino de la fe no siempre es fácil, pero que la confianza en Dios nos permite superar cualquier obstáculo y encontrar la esperanza incluso en las situaciones más difíciles.
Escuchamos el diálogo entre el Rabino Marcelo Polakoff y el Padre Javier Soteras.
Podes ver el informe completo en el reproductor de videos ubicado bajo el título.