Sabiduría, fortaleza y libertad para instalar el Reino de Cristo

viernes, 12 de julio de 2024
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12/07/2024 – Compartimos la catequesis del día reflexionando en torno al Evangelio del día:

Jesús dijo a sus apóstoles:”Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas.Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas.A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos.Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento,porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre.” San Mateo 10,16-23

Un mandato para el que hay que prepararse


Jesús envía a los discípulos a la misión con la advertencia que para avanzar con el anuncio de la Buena Noticia hay que prepararse: con la gracia de la sabiduría: “los envío como ovejas en medio de lobos”, desde la gracia de la fortaleza: “porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas.
A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos” y con espíritu de libertad: no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes”.

Todo esto es posible por que Jesús va con los discípulos. El envío es desde la presencia de Jesús que en el Espíritu Santo se hace presente ante cada prueba, ante cada desafío.

El camino de las pruebas en el seguimiento de Jesús está justificado por el camino de la cruz que para anunciar la Buena Nueva que a El le toco como suerte.

El que se acerca a Jesús debe armarse interiormente y poner la cruz en el centro de su tarea. Solo en el vínculo de alianza con la pascua de Jesús se encuentran: la sabiduría, la fortaleza y la libertad para instalar el reino de Cristo en el corazón de la humanidad.

La sabiduría

Discernir’ viene del latín y significa “identificar”, reconocer. Hacemos un discernimiento cuando con prudencia juzgamos la toma de conciencia y los movimientos interiores que experimentamos, a fin de distinguir cuáles debemos seguir y cuáles resistir. La prudencia se tendrá la juzgar la conveniencia o no de cierta actitud, más que al juzgar el origen de esa moción. “la prudencia aspira a ir al fondo de las cosas, sopesando bien el valor de los signos y de los testigos. La prudencia humana fácilmente juega
“a lo más seguro’, y debe ceder paso a la prudencia sobrenatural, la que no teme reconocer una acción de Dios en y para su Iglesia” (Card. Suenens)

“El discernimiento de espíritus es el conocimiento íntimo del obrar divino en el corazón del hombre; es don del Espíritu Santo y un fruto de la caridad” (cf. Flp 1,9-11- Ordo Paenitentiae)

Supone un camino espiritual, personal y comunitario. No se trata de ningún metodo para descubrir la Voluntad de Dios, sino de un modo de madurar nuestra fe y de vivir según el Espíritu desde la voluntad de Dios El discernimiento puede referirse a nuestra conducta personal, a nuestras actitudes espirituales, al campo de nuestras opciones concretas. También se aplica a la conducta global de la comunidad cristiana, a los movimientos de espiritualidad y de pastoral, a las tendencias de renovación eclesial, a las diversas ideologías que atraen a los hombres de nuestro tiempo, etc.

También se aplica a las experiencias carismáticas (visiones, profecías, etc.) y místicas, a las luces y movimientos interiores que nos orientan, y a los estados de consolación y desolación (de cierta duración)
La importancia de saber discernir se desprende no sólo de la enseñanza apostólica (ver Mt 7,15; 1 Tes 5, 21; 1 Cor 14, 20; 1 Jn 4, 1-3) sino también de la experiencia de los maestros de espiritualidad, que han comprobado la trascendencia que tiene en el camino interior e dejarnos guiar dócilmente por Dios a la santidad.

El salmista nos advenirte que “si el Señor no construye el edificio, en vano se fatigan los obreros” (127, 1). Para construir responsablemente la propia historia según el proyecto de Dios es necesario que escuchemos al Espíritu de Dios y colaboremos con Él en la obra que está realizando, sabiendo
“discernir lo que agrada al señor’ (Ef 5, 10)

El discernimiento se da como un don carismático del Espíritu y como una habilidad desarrollada desde el amor. Veremos a continuación en qué se diferencias ambos.Es un don gratuito del Espíritu Santo. San Pablo lo menciona en 1 Cor 12, 10: “…otro, reconoce lo que viene del bueno, del mal espíritu” Es como un mensaje que viene de afuera, que no surge de la persona misma. Se forma súbitamente en la mente, espontáneamente dando una mirada completa.

La fortaleza

Toda auténtica personalidad debe tener la cabeza de hielo, el corazón de fuego y los brazos de hierro.
Primero, una cabeza de hielo, guiada por ideas claras, transparentes, frias como todo raciocinio limpio, depurado de la amalgama emocional.

Segundo, un corazón de fuego, sentimientos y amores ardientes que recogen y canalizan toda la inmensa riqueza afectiva de nuestro ser, que impregnan al frío raciocinio de calor humano y de entusiasmo vibrante, capaz de despertar todas las energías del alma.

En tercer lugar, unos brazos de hierro, que llevan a la práctica esas ideas lúcidas, inflamadas en el horno del corazón; la potencialidad motora que impulsa la realización de las concepciones teóricas elaboradas por la mente.

Este tripié, cuando está armónicamente equilibrado, forma el eje de una personalidad fuerte, el eje de la fortaleza.

Ideas Claras

La fortaleza nace en la mente y vive a partir de un centro medular de ideas y convicciones inalterables, que generan una poderosa motivación capaz de superar todos los obstáculos. Nunca existirá capacidad para atacar y para resistir -actos fundamentales de la fortaleza- si no hay convicciones fuertes.
Un hombre sin un núcleo esencial de principios es siempre pusilánime, medroso, débil. La fortaleza se mide, pues, en primer lugar por la consistencia de las ideas.

Un hombre fuerte comprende aquello que afirma Ortega y Gasset: “No somos disparados sobre la existencia como la bala de un fusil, cuya trayectoria ya está absolutamente determinada. Es falso decir que, en la vida, quienes deciden son las circunstancias. Al contrario: las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter”.