25/07/2024 – En esta nueva edición de “Enseñanzas desde el Magisterio de la Iglesia” continuamos recorriendo el Documento Conclusivo de la V Conferencia Gral del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (Aparecida 2007).
Junto al padre Javier Soteras comenzamos a desandar la tercera parte del Documento que se titula “La vida de Jesucristo para nuestros pueblos” y, a partir del capitulo 7, reflexionamos en torno a la misión de los discípulos al servicio de la vida plena.
“El llamado de Jesús en el Espíritu y el anuncio de la Iglesia apelan siempre a nuestra acogida confiada por la fe. El bautismo no sólo purifica de los pecados. Hace renacer al bautizado, confiriéndole la vida nueva en Cristo, que lo incorpora a la comunidad de los discípulos y misioneros de Cristo, a la Iglesia, y lo hace hijo de Dios, le permite reconocer a Cristo como Primogénito y Cabeza de toda la humanidad. Ser hermanos implica vivir fraternalmente y siempre atentos a las necesidades de los más débiles”.
“Nuestros pueblos no quieren andar por sombras de muerte; tienen sed de vida y felicidad en Cristo. Lo buscan como fuente de vida. Anhelan esa vida nueva en Dios, a la cual el discípulo del Señor nace por el bautismo y renace por el sacramento de la reconciliación. Buscan esa vida que se fortalece, cuando es confirmada por el Espíritu de Jesús y cuando el discípulo renueva en cada celebración eucarística su alianza de amor en Cristo, con el Padre y con los hermanos” (p.350).
“Acogiendo la Palabra de vida eterna y alimentados por el Pan bajado del cielo, quiere vivir la plenitud del amor y conducir a todos al encuentro con Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida.”
“Sin embargo, en el ejercicio de nuestra libertad, a veces rechazamos esa vida nueva o no perseveramos en el camino. Con el pecado, optamos por un camino de muerte. Por eso, el anuncio de Jesucristo siempre llama a la conversión, que nos hace participar del triunfo del Resucitado e inicia un camino de transformación“.