Jesús nos invita a compartir nuestros dones

lunes, 5 de agosto de 2024
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05/08/2024 – Comenzamos la semana reflexionando el evangelio del día junto al padre Matías Burgui con quien comenzamos rezando de la siguiente manera:

Dios Padre bueno, Dios de la vida, te entregamos,

te consagramos este día y todo lo ponemos

en manos del Espíritu Santo.

Danos la gracia de ser con los demás amables,

de amar sin poseer, de acompañar sin invadir,

de aconsejar sin presionar, de ayudar sin reprochar,

de vivir sin depender, de perdonar sin recriminar,

danos paciencia para sostener y guiar.

Danos oración para también dejarnos ayudar,

danos la gracia de la alegría en el compartir.

Con nosotros mismos, Señor,

danos paciencia contra la ansiedad.

danos honestidad para mirarnos con misericordia,

danos la gracia de agradecer para lo bueno,

danos el trabajo para trabajar aquello que nos cuenta,

danos ánimo para el camino y apertura a Tu gracia.

Von vos Señor, danos misericordia para comenzar,

encuentro para cambiar, asombro para descubrirte,

humildad para reconocerte, amor para transmitirte

y la alegría de compartirte siempre. Amén

Amén.


Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie. Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos. Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: “Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos”. Pero Jesús les dijo: “No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos”.
Ellos respondieron: “Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados”. “Tráiganmelos aquí”, les dijo. Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. San Mateo 14,13-21

Compartimos uno de los tantos relatos de la multiplicación de los panes. Vemos a Jesús que se encuentra con esta multitud hambrienta, con una multitud que no podía dejar sola porque, bueno, sabía que iban a desfallecer en el camino. Por eso el Señor, en primer lugar, toma aquello que los mismos discípulos le presentan. Por eso te invito a meditar algunos puntos. En primer lugar, ¿qué necesitas? Es la misma actitud que Jesús hoy tiene con vos y conmigo. El Señor sabe que necesitamos de Él. Es una necesidad alimentarse de Dios. Mirá, podemos tener muchas idas y vueltas, porque el camino de la fe no es algo lineal, es cierto, pero siempre vamos a necesitar de Dios.

odemos renegarnos, podemos alejarnos, ir y venir, pero vamos a necesitar de Jesús. Nuestro corazón tiene hambre y sed de plenitud. ¿De qué andás teniendo hambre en tu vida? Tal vez estás necesitando paz, tranquilidad, perdón, alegría, reconciliación. Bueno, pregúntate qué te falta hoy en tu vida, hacete esa pregunta para vos. ¿Qué me falta hoy? ¿Qué me está faltando? ¿Soy feliz, en serio? Bueno, pregúntatelo y presta atención porque seguro que Dios te quiere saciar. De eso se trata todo esto. Siempre te va a dar todo lo que necesitas para ser feliz, pero necesita que vos pongas de lo tuyo. Por eso el segundo punto es ¿qué das? Ellos tienen todo lo que los demás necesitan. Ellos tienen todo lo que Jesús también necesita para hacer el milagro.

A veces pensamos que lo que Dios nos pide es imposible, que no se puede, que cuesta. Pero el Señor nunca te va a pedir algo que primero no te hayas dado. Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras. Lo que hay que hacer es ponerse a disposición del Señor. Si Dios te da una misión, te va a dar las fuerzas para llevarla a cabo y te va a dar esa plenitud que solamente Él te puede dar. Si Dios te pide un servicio, te va a sostener. Pero ten en cuenta que quizás lo que tu hermano esté necesitando es lo que vos tenés para dar. A lo mejor el que tenés al lado necesita que lo escuchen, que le des aliento, que lo guíen. Que recen por Él y con Él.

Sé creativo para el bien porque Dios no se deja ganar en generosidad. Esta es la tarea que tenemos como discípulos. Discernir qué es lo que Dios nos pide en nuestra vida. Discernir por dónde viene el servicio y ponernos en campaña, ponernos en camino para poder llevar un poquito de esa gracia de Dios a los demás. Ayudar a las personas a que puedan descubrir cómo Jesús ama, cómo Dios entra en la vida y da plenitud.