05/12/2024 – El Evangelio nos invita a edificar nuestra vida sobre bases firmes. Hoy, esta enseñanza nos interpela a reflexionar sobre cómo cimentamos el cuidado de la creación y la construcción de un mundo más justo y sostenible.
Jesús dijo a sus discípulos: «No son los que me dicen: “Señor, Señor”, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande». San Mateo 7, 21. 24-27
En el Evangelio, Jesús nos invita a construir nuestra casa sobre roca firme. Hoy, esta enseñanza cobra especial relevancia frente a los desafíos de nuestra casa común: el planeta. Reflexionando sobre el uso indiscriminado de recursos naturales y los sistemas económicos actuales, surge una pregunta clave: ¿sobre qué cimientos estamos construyendo nuestra sociedad?
La Abuela Jovita, con su sabiduría serrana y sencillez, nos recuerda algo fundamental: la verdadera economía no se mide solo en números, sino en la capacidad de cuidar lo que es de todos. Desde detrás de la sierra, nos ofrece una lección que resuena profundamente: en la escasez se aprende y en la comunidad se sostiene la vida.
El llamado es claro. Necesitamos un cambio de mirada, aprendiendo de quienes viven en armonía con la creación, como los pueblos originarios, y escuchando las voces de los sabios que, desde la simplicidad, han sabido mantener la esperanza viva. En palabras de la Abuela Jovita, “la gente se da maña”, una forma de recordar que la creatividad y el trabajo conjunto pueden transformar lo pequeño en grande.
Hoy, más que nunca, debemos cimentar nuestro futuro en la solidaridad, la responsabilidad y el amor por la creación. Como cristianos, estamos llamados a ser administradores fieles de los dones de Dios, construyendo no solo para nosotros, sino para las generaciones que vendrán.
¿Quiénes han sido tus referentes de sabiduría? ¿Qué ejemplos te han enseñado a sostenerte en medio de las dificultades? Quizás, como nos invita la Abuela Jovita, sea momento de rescatar esas lecciones para construir una casa común más justa, solidaria y sostenible.
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