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Modos de percibir la presencia de Dios
martes, 18 de julio de 2006
Esta felicidad esta, ¿está reservada sólo para los circuncidados o es también para los incircuncisos? Acabamos de decir que se tomó en cuenta la fe de Abrahán para contarlo entre los justos. Pero ¿cuándo se dio eso: antes de circuncidarse o después? No después, sino antes. Justamente recibió el rito de la circuncisión, cuando aún no estaba circuncidado, como un sello o como una señal de que por su fe Dios lo había puesto en un estado de justicia.
De manera que Abrahán es el padre de todos los que creen sin haber sido circuncidados, y Dios se lo toma en cuenta para hacerlos justos y santos. Y también es el padre del pueblo judío con tal que no tengan sólo la circuncisión, sino que sigan además las huellas de nuestro padre Abrahán, que creyó cuando todavía no estaba circuncidado.
Romanos 4, 9 – 12.
Obedecer en latín significa someterse libremente a la Palabra escuchada, la fe nos llega por el oído y en la medida que asentimos a lo que escuchamos como mensaje de Dios garantizado por Él como la verdad misma, en esa medida nuestra fe se acrecienta, de esta obediencia de la escucha en la Palabra de Dios Abrahán es el modelo que nos propone la Sagrada Escritura, María es la realización perfecta de este modelo, Abrahán es el padre de los creyentes, la Carta a los Hebreos en el elogio de la fe de los antepasados insiste entre todos aquellos que constituyen la nube de testigos en la figura de Abrahán, “Por la fe Abrahán obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia y salió sin saber a dónde iba, por la fe vivió como extranjero y peregrinó en la tierra prometida, por la fe a Zara se le otorgó el concebir al hijo de la promesa, por la fe Abrahán ofreció a su hijo único en sacrificio y Dios miró la entrega absoluta de su confianza en su persona como el gran sacrificio”, en la fe Dios te invita a caminar el día de hoy, la Palabra dice “Obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, salió sin saber a dónde iba”. Nosotros tal vez tengamos una agenda marcada por las horas, las actividades y los compromisos, los tiempos de descanso, como una guía que nos muestra el rumbo que sigue la planificación de nuestro día, sin embargo vivido desde el corazón lo que nos toca vivir, en el encuentro con los hermanos en los servicios que prestamos, en la tarea en donde se santifica nuestra vida, a dónde nos conduce Dios en cada uno de los lugares a donde vamos y en el sentir profundo que pone en nuestro corazón, Él mismo Dios estando donde nos toca estar, en realidad no lo sabemos porque hay una agenda que maneja Dios y que no tiene que ver con nuestros tiempos sino con su proyecto que nos hace sentir de su presencia o de lo que se nos esconde su presencia el lugar según sea lo que Dios quiera para nosotros en un momento determinado el lugar a donde nos lleva, ese lugar es el lugar que maneja la agenda de Dios es la interioridad de la vida en comunión con todas y cada una de las cosas que hacemos en profundo vínculo con el Señor. Si nos dejamos llevar por la obra del Espíritu aún cuando tengamos planificada toda nuestra jornada en la agenda de Dios hay una sorpresa para nosotros siempre mayor de lo que nosotros nos imaginamos recibir de parte del Padre bueno, abrámonos a la confianza y entreguémonos, como Abrahán, lo mejor que tenemos, las primicias en el comienzo de la jornada y seguramente seremos sorprendidos, Dios nos mostrará una vez más que sus caminos son mas altos que los nuestros, no es que no hay que planificar y ordenar la jornada sino ordenarla y planificarla y en el comienzo ponerla en las manos de Dios para que Él haga lo que tiene que hacer en nuestro corazón, en nuestra vida en función de aquel lugar a la fidelidad en lo que nos llama en lo puntual y en lo concreto de cada hora que va pasando. Vivir en la fe y vivir desde la fe, esto genera en nosotros modos distintos de percibir el trato con Dios.
El Dios que se comunica con nosotros para que lo escuchemos con atención y adhiramos a Él lo hace de manera diversa y nuestro modo de percibirlo también genera en nuestro interior una actitud distinta, tenemos una conciencia diversa de la presencia de Dios según sea nuestra fe, según vaya siendo el proceso de crecimiento de nuestra fe, tenemos distintas formas de conocer a Dios por el camino de la fe, a este Dios que de multiformes maneras se comunica con nosotros, en la naturaleza, en los hermanos, en un testimonio a través de la Palabra de Dios, en el corazón, en la propia conciencia, el modo de vincularnos a este Dios varía en nosotros según sea el momento que vamos pasando en la vida y la conciencia que tengamos de Dios que es distinto según sea el momento en el que estamos, nuestra conciencia de estar realmente en presencia de Dios puede darse en distintas maneras y en distintos estados, se puede tener una seguridad interna de estar en la presencia de Dios pero sin una conciencia psicológica o emotiva de esa presencia, más allá del vaivén de la emotividad y de la conciencia que tenemos, hay cosas seguras de las que no podemos dudar y allí estamos afianzados independientemente del estado en el que nos encontramos interiormente, nosotros sabemos que existen las estrellas por ejemplo aunque no las veamos, aun cuando perdemos la conciencia de ello, así nos pasa con Dios, está, aunque no lo veamos aunque no nos sacuda su presencia, aunque en la oscuridad percibimos que está sin poder determinar cómo es que está allí donde está, Dios está. Hay cinco formas de percibir la presencia de Dios: puede ser por una conciencia sensible, un reconocimiento de su presencia en nuestra conciencia de manera sensible, es la atracción puesta en determinada imagen externa o interna cuando la imaginamos, estas imágenes nos permiten sacar la atención de nosotros mismos, de nuestras preocupaciones de otras cosas que nos distraen y depositar esa atención en algo religioso, por ejemplo en un crucifijo, una imagen de la Virgen, cuando leemos la Palabra y nos metemos imaginativamente en el texto bíblico y aparecemos nosotros allí con los personajes en torno a los cuales en la escena evangélica se va desarrollando, podemos tener esa conciencia que nace sensiblemente de la imaginación puesta en una determinada figura o un movimiento de acciones o imágenes que hemos elegido del texto bíblico, salir de nuestras distracciones y focalizar nuestra atención sobre un punto, cuando nuestra fe se vincula a ese nivel sensiblemente solemos percibir la presencia de Dios.
A veces solo es mental la presencia de Dios, es cuando nosotros nos apoyamos en las verdades de fe que conocemos que nos resultan suficientes, las que hemos reflexionado a las que hemos adherido independientemente de cuál sea el mensaje que guarda esta verdad que afirmo de la fe en la doctrina que sostiene mi creer, yo adhiero firmemente y seguramente a ese lugar con conciencia clara de lo que estoy diciendo y de lo que sostengo inteligentemente desde mi reflexión, desde mi pensamiento, podríamos decir que es como un fe teologal esta, que nace del conocimiento de Dios y de las verdades que razonablemente puedo afirmar respecto de Él y de su existencia. También hay una conciencia psicológica de la presencia de Dios, una fe que despierta una conciencia psicológica, es una situación de serenidad, de gozo, marcada por una sensación de armonía interior que puede prolongarse por un largo rato, esta puede alcanzarse gracias a ejercicios en los cuales nosotros vamos metiéndonos en el estar en Dios por medio de la respiración, de la música, vamos entrando en estados agradables de vínculo, de interioridad en el trato con Dios y vamos percibiendo que uno esta bien allí donde está de cara a Dios, sabe que Dios está allí, y mucho ha colaborado en función de esto las disposiciones del lugar, del espacio, del tiempo, de las actitudes que uno ha ido creando a partir de ejercicios que permiten entrar en la presencia de Dios, psicológicamente está Dios allí, vivo, presente, lo determinan los afectos que despierta en nosotros ese modo de estar presente de Él. El otro modo es la sobrenaturalidad en el vínculo con Dios a partir de una fe madura que incluye todas las anteriores maneras de reconocer su presencia en su multiforme manera que Dios tiene de estar junto a nosotros y de hablarnos, de comunicarse con nosotros. Vos también podés decirle a Dios que querés que se acerque más y que este mas cerca tuyo, querés decirle que despierte mas tu fe, que querés que tu agenda de hoy a la que ya tenés corresponda a la agenda de Él, que puedas estar en comunión con Él.
La conciencia sobrenatural es la conciencia real de la presencia de Dios que viene del amor y sin la cual las anteriores formas de tener conciencia de Dios tiene poco valor, es una seguridad interior, real, profunda, Dios está, me escucha, me acompaña, me ama, me sostiene, me fortalece, es el consuelo que tengo interiormente, la paz que hay en mi corazón, la alegría, el gozo es un regalo del cielo, me viene de Él, gratuitamente me lo concede y yo de esto tengo certeza en el corazón, esta es la conciencia sobrenatural que brota de una fe sobrenatural en la presencia de Dios, cuando decimos sobrenatural estamos diciendo eso mismo que la fe es, un regalo que viene de lo alto que supone una certeza de adhesión a lo que Dios me dice porque le creo en confianza de lo que Él me propone, me revela, me muestra, es así para mi vida y no hago mas que adherir en discernimiento a eso mismo que Dios me propone para el camino reconociendo que la propuesta y la posibilidad de responder a esa propuesta es de Dios, un regalo grande el de la fe, crece en la medida que nosotros le damos un lugar a este Dios que se hace un mojón fuerte, una presencia grande en nuestro corazón, así te quiere Dios, firme, de pie, con alegría, con gozo, sereno, en paz, paciente, lleno de esperanza, con el corazón partido por mil dolores que atraviesan espadas en tu corazón y al mismo tiempo con la mirada puesta en lo alto y con la frente hacia el horizonte, con la certeza de que la muerte bajo todas sus formas ha sido vencida por gracia de Dios y vos estas llamado a ser su testigo, así nos quiere Dios con una fe sobrenatural.
Nos basta con la vida misma y con todo lo que ella te regaló a lo largo de los años, como para decirle un gracias a Dios, desde lo concreto, desde lo que tiene que ver con tu historia mucho más allá de los golpes, de los sinsabores que en la vida nos hemos encontrado, son mas las cosas que tenemos para agradecer que aquellas de qué quejarnos ante las cuales tantas veces nos revelamos y no nos permite la rebeldía, la queja, el dolor, lo no resuelto, terminar de vincularnos a la vida en actitud de profunda comunión con Él, le digamos gracias a la vida como un modo de sobrenaturalizar lo nuestro de todos los días en una conciencia de que Dios ha sido el autor de todos los dones y de los todos bienes que hemos recibido a lo largo del tiempo que hemos vivido, recógelos como en un canasto grande, pone primero la vida, después la familia, los amigos, después el trabajo, la comunidad, y entre ellos también los hermanos mas entrañables, vas a necesitar otra para poner la fe, el amor que Dios te regaló, la esperanza, las posibilidades y los talentos que te dio, todo lo que hace de vos una persona realmente de bien, dale gracias a la vida, tal vez este sea el camino a través del cual vos podes muy sencillamente acrecentar tu conciencia sobrenatural de la presencia de Dios en tu vida con una fe acrecentada al modo, como la de Abrahán, esa fe la única que nos justifica dice Pablo en la Carta a los Romanos, le decimos gracias a la vida, recógelos a todos los dones y talentos que vos sabes que te pertenecen pero que te han venido regalados y viene de lo alto, del cielo.
Padre Javier Soteras
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