Jesús cura nuestras parálisis

lunes, 31 de marzo de 2025

28/03/25- “Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días; y se oyó que estaba en casa. E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra. Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro. Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa.” (Mc 2, 1-12) .

El pasaje comienza presentándonos a cuatro amigos que llevaban a un paralítico. Vale la pena considerar a estos cuatro amigos anónimos del paralítico. Estos sí que demostraron ser amigos de verdad.

El Señor elogió la fe de ellos por haberse tomado tanta molestia en traerle a aquel hombre necesitado, y por su actitud han llegado a ser también un ejemplo para cuantos se esfuerzan en llevar almas a Jesús.

Notemos también que estos cuatro amigos perseveraron en su noble empeño de llevar a su amigo hasta los pies de Jesús superando todos los obstáculos. La fe se manifiesta especialmente en las cosas difíciles.

La enfermedad del paralítico lo dejaba impotente, privado de toda capacidad de acción, necesitado de la ayuda de los demás.

La fe en Jesús cambió de forma radical la vida del paralítico. Había entrado como un paralítico llevado por cuatro amigos, pero había salido por su propio pie. Había entrado como un pecador, pero había salido justificado y perdonado.

Cuando alguien ha sido salvado por el Señor, esto se tiene que manifestar en una nueva vida.

Por ello, junto al Padre Tomás Barbero, sacerdote y médico, nos preguntamos: ¿cuáles son nuestras parálisis?; ¿me dejo llevar por los buenos amigos hacia Jesús?; ¿me esfuerzo por llevar a otros a Jesús con creatividad?;¿soy capaz de conmoverme y movilizarme por la fe de los otros?.