05/05/2025 – En un nuevo mes de «Reflexiones para la Semana» nos acompañó el padre Nicolás Ceballos, sacerdote de la Arquidiócesis de Mendoza. En este primer encuentro nos propuso recorrer uno de los paisajes mendocinos: el desierto o secano de Lavalle.
“Solo puede atravesar el desierto quien conoce dónde están las fuentes”, afirmó el padre Nico, conectando la geografía árida del secano mendocino con la experiencia interior de sequedad espiritual. Esta afirmación se convirtió en el eje de una reflexión que propuso cinco fuentes esenciales para saber recorrer los desiertos de la propia vida.
La primera fuente que destacó fue la oración personal, la atención acómo Dios va suscitando en nuestro interior su propia Palabra y cómo nosotros ponemos nuestras búsquedas, sueños, anhelos, incluso preocupaciones, en esa oración. “Si nosotros no hablamos con Dios, dejamos de beber de esa fuente”, señaló.
En segundo lugar, subrayó el valor de la Palabra de Dios: “¿estoy acercándome a la Palabra? ¿La leo, la escucho, la medito?”, preguntó, y agregó: ella está ahí en sus páginas, dándose para que cada uno de los sedientos vaya como la samaritana a ese pozo y se encuentre con el agua viva.
La tercera fuente es la Eucaristía, ese alimento constante que nos sacia y sostiene en la marcha”. En cuarto lugar, mencionó los vínculos humanos, esos encuentros cotidianos donde, a través de otros, también se manifiesta Dios.
Finalmente, habló del servicio como una fuente innegable: “Cada vez que escuchemos la pregunta ‘¿tenés algo para comer?’, abramos el corazón, porque puede ser el Resucitado”, expresó.
Este itinerario espiritual no solo nos llevó por los caminos de Mendoza, sino que nos animó a revisar nuestras propias rutas interiores. “Ojalá que podamos descubrir y hacer memoria de dónde hemos bebido”, dijo para cerrar, dejando una invitación clara: reconocer nuestras fuentes y volver a ellas, una y otra vez.
Para escuchar la reflexión completa accedé al video del inicio