12/05/2025 – En «Reflexiones para la Semana» nos encontramos nuevamente con el padre Nicolás Ceballos, sacerdote de la Arquidiócesis de Mendoza. La semana anterior su propuesta nos llevó a recorrer uno de los paisajes mendocinos: el desierto o secano de Lavalle, para ayudarnos a reconocer las fuentes de agua viva que nos sostienen.
En esta ocasión nos dirigimos hacia otro paisaje: las montañas. Y para tener algunas pistas espirituales en este recorrido también nos acompañó Federico Amad, seminarista de Nuestra Señora del Rosario en Mendoza, quien presta su servicio en la Parroquia San Juan Bosco, junto al padre Nico, y además acompaña al grupo de Trekking y Palabra (@trekking_y_palabra en Instagram).
Con su descripción, Federico nos ayudó a realizar una contemplación del paisaje mendocino en la región de Vallecitos, una localidad ubicada 80 km al suroeste de la capital de la provincia. “A la montaña se va con todos los sentidos”, nos anticipó, al mismo tiempo que nos invitó a prestar atención en el propio corazón: “debemos escucharlo para caminar a su ritmo. Cada uno de nosotros, en la vida, camina a diferentes ritmos. En la toma de decisiones, en las búsquedas… en todo es necesario escuchar el corazón para caminar a su ritmo”.
A raíz del recorrido por el lugar, Federico nos dejó 7 pistas espirituales para tener en cuenta en la propia vida:
1- La fe comienza con pasos concretos. En la vida espiritual como en la montaña, no basta con desear, hay que ponerse en camino. La fe necesita decisión, preparación y apertura al camino.
2- Subir requiere humildad y ritmo propio. Cada uno va al ritmo que puede y quiere. No se trata de competir, sino de perseverar. En la vida interior, cada uno tiene su paso. Compararse agota, escucharse y respetar el ritmo propio fortalece.
3- Cada paso importa. La espiritualidad no está solo en lo extraordinario, sino en lo cotidiano. Respirar, detenerse, contemplar, todo eso también es oración.
4- El valor de las fuentes de agua. Donde hay agua es lugar adecuado para acampar. En la vida hay momentos de consuelo, de agua fresca, de encuentros con otros que también caminan. Son regalos de Dios, vegas interiores donde recargamos el alma.
5- Caminar con fe aunque no veamos todo. No vemos la totalidad, pero vemos lo suficiente para seguir caminando. La vida espiritual muchas veces se da en la niebla. Dios no muestra todo, pero nos da lo suficiente para el siguiente paso.
6- Discernir es más importante que llegar. La cima no está arriba, sino en volver a casa. El verdadero crecimiento no está siempre en llegar, sino en saber cuándo volver, cuándo soltar. El ego quiere conquistar, el corazón escucha y elige con sabiduría.
7- La cima espiritual es la fidelidad, no el éxito. En la vida con Dios no todo es logro visible. A veces el triunfo es permanecer fiel, cuidar la vida, aceptar los límites y confiar que el camino continúa.
Para escuchar la reflexión completa accedé al video del inicio