03/06/25- E n la Biblia, los nombres tienen un valor profundo. Van mucho más allá de la identificación, revelando el carácter, el destino, la misión o incluso la naturaleza de la persona que lo lleva. Muchos nombres bíblicos tienen un significado literal que describe alguna cualidad, circunstancia de nacimiento o una profecía. Por ejemplo:
* Adán significa «tierra» o «polvo», haciendo referencia a su origen.* Eva significa «madre de todos los vivientes».* Daniel significa «Dios es mi juez».* Samuel significa «Dios ha escuchado».En ocasiones, el nombre de una persona no solo describe su origen, sino que también prefigura su personalidad o el papel que desempeñará en la historia bíblica.
* Jacob, cuyo nombre significa «suplantador» o «el que toma por el talón», fue conocido por su astucia y por «suplantar» a su hermano Esaú. Sin embargo, su nombre fue cambiado a Israel («él lucha con Dios» o «príncipe de Dios») después de un encuentro con Dios, indicando un cambio en su carácter y un nuevo propósito para su vida como padre de una nación.
* Simón fue llamado Pedro (Cefas en arameo, que significa «roca») por Jesús, mostrando que se convertiría en un pilar fundamental de la Iglesia, a pesar de sus debilidades iniciales.* Saulo, perseguidor de cristianos, se convirtió en Pablo («pequeño» o «humilde») tras su conversión, reflejando su nueva identidad y su humildad al servicio de Dios.Los nombres en la Biblia también establecen un vínculo con la historia familiar y la herencia de un individuo. Las genealogías son comunes en las Escrituras, y los nombres ayudan a rastrear el linaje y la pertenencia a una familia o tribu específica.A veces, los nombres eran dados por dirección divina y tenían un significado profético, indicando el plan de Dios para esa persona o para su descendencia.
En resumen, el valor de los nombres en la Biblia radica en que son mucho más que simples designaciones; son portadores de significado, identidad, destino y revelación divina. Nos dicen quiénes somos, de dónde venimos, a quién pertenecemos y, a menudo, cuál es nuestro propósito en el plan de Dios.
Sobre el valor de los nombres, en relación, además, de la designación del nombre de nuestro Papa León XIV, el Padre Javier Soteras y El Rabino Marcelo Polakoff, conversaron en el ciclo “Diálogo de Hermanos”: