06/06/2025 – ¿Alguna vez te sentiste confundido o atemorizado, sin saber cómo seguir la misión que Jesús nos dejó? ¿O quizás experimentaste momentos de unidad y paz inexplicables en tu vida? En «Reflexiones para el Finde», el Padre Humberto González, Humbi, nos invita a sumergirnos en el verdadero significado de Pentecostés, no como un evento lejano de la historia de la Iglesia, sino como una experiencia vital que transforma nuestra vida personal y comunitaria. Humbi nos anima a buscar esos «momentos pentecostales» en nuestro día a día, donde el Espíritu Santo nos impulsa, nos da claridad y nos saca de nuestros propios esquemas para lanzarnos a la misión.
El Padre Humbi nos desafía a no asustarnos de la palabra «pentecostal», aunque suene a otros grupos religiosos, porque la experiencia del Espíritu Santo es universal y es patrimonio de nuestra Iglesia desde sus inicios. Pentecostés es un momento de comunión y de dejarse desafiar por el Espíritu, que nos da unidad, paz y la sabiduría para ver las cosas con una mirada sencilla y puesta en la voluntad de Dios. Esos instantes en los que sentimos la claridad divina en nuestra vida son, precisamente, nuestros «momentos pentecostales».
El Padre Humbi traza una interesante distinción entre Pentecostés y la Torre de Babel. Mientras que en Babel los hombres quisieron llegar a Dios a su manera, construyendo cada uno su propio proyecto personal, lo que llevó a la confusión y a la incapacidad de construir comunidad, Pentecostés es la respuesta a esa dispersión. El Espíritu Santo, derramado sobre la Iglesia naciente, que ya venía gestándose, no es el «cumpleaños» de la Iglesia, sino su impulso misionero. Él enciende un ardor en el corazón de los discípulos que los lleva a salir y a llevar la Buena Noticia a todos. Así, también en nuestras comunidades parroquiales o en casa, podemos caer en la «torre de Babel» cuando cada uno quiere hacer la suya, aferrándose a viejos esquemas. La invitación es clara: elegir el momento pentecostal que nos impulse a salir al encuentro de los demás.
El Pentecostés, lejos de ser una experiencia intimista, es un impulso de éxtasis, de «sacarnos hacia afuera», generalmente vinculado al servicio. El Padre Humbi nos comparte ejemplos cotidianos de la acción del Espíritu: desde encontrar las palabras para hablar con los hijos sobre temas difíciles, hasta generar unidad en las comidas familiares o preparar encuentros de catequesis. El Espíritu Santo, al que llamamos el «gran silencioso», trabaja en el silencio, y hay que estar atentos para detectarlo en la gracia y en la confianza que nos regala. Nos ayuda a encontrar el gusto en la misa, a sentirnos comunidad, incluso en la soledad.
El Padre Humbi nos recuerda el Concilio Vaticano II como un gran momento pentecostal en la historia de la Iglesia. Juan XXIII, un papa de transición, movido por el Espíritu, abrió las ventanas de la Iglesia, generando una revolución que todavía hoy nos desafía a seguir aprendiendo y gustando esa gracia.
Finalmente, el Padre Humbi nos regala un hermoso signo para cerrar el tiempo pascual: en Pentecostés, aunque se apaga el cirio pascual, la luz de Jesús resucitado no se va. Ahora, ese fuego lo llevamos encendido en nuestro corazón, para encender a otros y para que nos enciendan cuando nuestra propia luz se apague. Pentecostés no es una clausura, sino la inauguración de un tiempo misionero que nos impulsa a ir a los demás. ¡Animate a vivir tu propio Pentecostés y a dejar que el Espíritu te impulse a la misión!