04/07/2025 – «La vida en abundancia no se mide en cantidad, sino en grandeza de corazón.» ¿Cuántas veces te sentiste desmotivado por no ver resultados inmediatos o por trabajar en silencio, lejos de los aplausos? En este encuentro de «Reflexiones para el Finde», el Padre Humberto González (Humbi) nos invita a mirar la vida de héroes anónimos que, con su corazón gigante, transformaron realidades sin buscar el reconocimiento.
En esta ocasión tan especial, en la que recordamos el Día del Médico Rural y la fiesta de los misioneros rurales jesuitas, el Padre Humbi nos lleva a la conmovedora vida del Doctor Esteban Laureano Maradona, un nombre que quizás asociamos más con el fútbol, pero que también «hizo muchísimos goles» en la vida real. Maradona, médico de excelencia y discípulo de un Premio Nobel, lo tenía todo para triunfar en la capital. Sin embargo, un imprevisto en un viaje en tren lo llevó a Estanislao del Campo, un pueblo remoto, donde una emergencia lo atrapó y lo enamoró de un lugar que se convertiría en el escenario de toda su vida dedicada al servicio. Se quedó allí hasta los 90 años, siempre con un desinterés total por lo material, logrando curar con lo poco que tenía y dialogando con la sabiduría popular de su gente.
El Padre Humbi nos invita a reflexionar sobre la vocación de servicio en ambientes rurales, que no solo atañe a los médicos, sino también a docentes, sacerdotes y religiosos. Habla de la necesidad de tener un «corazón grande» y una «cabeza» que sepa adaptarse al lugar. Muchas veces, servir en estos lugares implica recorrer largos kilómetros, sin grandes audiencias ni aplausos, preguntándose si el esfuerzo vale la pena. La respuesta es un rotundo sí: sin esos servidores, esas comunidades no tendrían atención médica, educación o acompañamiento espiritual. Es una mirada del Buen Pastor, capaz de dejar las noventa y nueve para ir a buscar a la oveja que está más lejos.
Nos cuenta de la experiencia de jesuitas que, enviados a San José del Boquerón, se encontraron con una parroquia sin párroco por 200 años y tuvieron que adaptarse a las costumbres del pueblo, como los bautismos en las casas. Esta capacidad de «leer la experiencia del pueblo» es clave para el misionero. El Padre Humbi destaca virtudes fundamentales de estos agentes pastorales y médicos rurales: una gran apertura de corazón para no ir con ideas preconcebidas, dispuestos a «deponer actitudes de sometimiento» y a ponerse a la altura del otro. No se trata de quién sabe más, sino del deseo de servir y de vivir una experiencia de encuentro. El 99.9% de su tarea se da en el más absoluto anonimato y silencio, sabiendo que Dios es testigo de su labor.
También subraya la importancia de la creatividad, el trabajo desde la fe y una apertura al diálogo y a saber escuchar para descubrir lo que realmente se necesita. El Padre Humbi recuerda su propia experiencia en Santiago del Estero, donde los campesinos los «ubicaron» al pedirles ayuda médica o técnica, demostrando que la gente te muestra el camino. Concluye que, aunque los recursos y las remuneraciones sean escasos –y es justo que se recompense a quienes sirven–, la pasión y la vocación de servicio son lo que realmente los mueve. La vida en abundancia, reitera, no se mide en cantidad, sino en la grandeza de corazón de quienes se entregan, muchas veces soportando condiciones adversas y dificultades, pero siempre con el deseo de servir y la convicción de que la luz vencerá la sombra.