09/07/2025 – En una nueva emisión de «Hablemos de Liturgia» el padre Mario Sánchez, continuó profundizando en el sentido de la liturgia y, en esta ocasión, en el valor de los signos y símbolos que la conforman.
«Recordemos aquella definición tan hermosa del número 7 de la Sacrosanctum Concilium«, comenzó diciendo el Padre Mario: «Allí se nos dice que la liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. Cristo actúa en ella, es quien realmente preside. Nosotros, tanto quien preside visiblemente como la asamblea, le prestamos nuestra voz y nuestro ser a Cristo para que se haga presente.»
El padre Mario insitió en que la liturgia es una acción profundamente comunitaria: «No es un culto privado, sino un acto público, en el que toda la Iglesia —como Cuerpo Místico de Cristo— participa activamente».
Según explica el Padre Mario, la liturgia se desarrolla mediante signos sensibles porque los seres humanos necesitamos captar las realidades espirituales a través de los sentidos: vista, oído, olfato, gusto y tacto.
«Como seres humanos, antes incluso que como cristianos, necesitamos lo simbólico. Y también, desde la fe, requerimos una comunicación simbólica que nos ayude a descubrir lo que estamos celebrando y cómo estamos participando», explicó.
Así, menciona que un gesto, una palabra, un canto, el aroma del crisma en un sacramento, el perfume del incienso, el color de los ornamentos, las flores del altar o incluso el sonido de una campana son formas en que la liturgia nos habla y nos invita a participar activamente.
El Padre Mario aclaró que aunque muchas veces usamos estos términos como sinónimos, en realidad tienen una diferencia esencial:
«El signo es algo natural. Tiene una forma propia que nuestros sentidos captan, y remite a una realidad distinta. El agua, por ejemplo, es signo de purificación; el fuego, de luz o calor; la flor, de belleza o diversidad.»
En cambio, el símbolo, es una construcción humana que también remite a otra realidad, pero que ha sido “armada” por la cultura o la tradición«.
«El símbolo tiene la misma función que el signo, pero es algo creado. Por ejemplo, la cruz es un símbolo cristiano: fue inventada, no es natural, pero representa el amor de Dios, la entrega, la salvación. Lo mismo sucede en lo civil: la bandera es un símbolo patrio que expresa amor por la tierra, por la historia, por la comunidad.»
Ambos, signos y símbolos, son fundamentales para una participación más viva en la liturgia, porque nos ayudan a conectar con lo espiritual a través de lo sensible.
El padre Mario señaló que los símbolos religiosos hacen siempre referencia a lo sagrado y nos ayudan a vivir el misterio como una realidad trascendente, mediante elementos sensibles, dada nuestra condición corporal y espiritual.
Para cerrar su reflexión, el Padre Mario insitió en que comprender y valorar los signos y símbolos nos permite tener una participación activa, consciente, plena y fructuosa en la liturgia.
«Gracias a estos signos y símbolos, ponemos en juego todos nuestros sentidos y así participamos verdaderamente de lo celebrativo. Es Cristo quien actúa, pero nosotros somos invitados a vivirlo plenamente, como familia, como Iglesia«, concluyó.