23/07/2025 – La liturgia es un tesoro de signos y símbolos que nos invitan a profundizar en el misterio de nuestra fe y a participar de forma más activa y consciente en cada celebración. No somos solo espectadores, sino seres humanos que necesitan involucrar todos los sentidos para vivir la experiencia de la fe plenamente.
Junto al padre Mario Sanchez, en «Hablemos de Liturgia», continuamos profundizando en el tema de los signos y símbolos en la Liturgia.
El padre Mario, quien forma parte del Secretariado Nacional de Liturgia (SENALI), explicó que, antes del Concilio Vaticano II, la misa solía celebrarse en latín y de espaldas al pueblo. Muchos fieles seguían con misales o rezaban el rosario. La famosa campanita en la consagración era uno de los pocos elementos que conectaban al pueblo con lo que ocurría en el altar.
Hoy, gracias a la reforma litúrgica, todos participamos de forma activa: escuchamos, vemos, cantamos, respondemos, contemplamos. El uso de la lengua vernácula y la incorporación de signos cercanos nos permiten vivir una experiencia más rica y consciente.
Las personas somos, en sí mismas, signos y símbolos en la celebración. Esto incluye a los ministros que presiden (diáconos, presbíteros, obispos) y a la propia asamblea de fieles. Pero también abarca una amplia gama de ministerios que hacen posible la liturgia:
Cada uno de ellos, con su servicio, contribuye a la vivencia comunitaria de la fe.
Nuestras actitudes corporales son fundamentales para una participación consciente. Estar de pie, sentados, arrodillados, hacer una genuflexión o una inclinación de cabeza no son meros formalismos, sino gestos que nos ayudan a celebrar mejor. Nuestro cuerpo se vuelve parte de la acción celebrativa y nos hace presentes en ella.
Podés ver el programa completo en el video que acompaña esta nota