El temor reverencial tiene su origen en Dios y la consecuencia que produce es que lleva a la persona a la obediencia y al respeto. Pero también existe un temor que es negativo e infundado y es aquel temor alienante, infundado que subyace, muchas veces, en el fondo de todas nuestras actitudes y que es la causa de muchos males y enfermedades. Muchas veces es un temor a la nada y que puede tener un origen espiritual incluso. Este no nace de un principio sano sino que nace de una causa ilógica, irracional, es el causado por pensamientos negativos, traumas infantiles, efectos de experiencias traumáticas o trastornos mentales o psíquicos En estos casos es necesario analizar la raíz de cada miedo para buscar los orígenes del mismo. La gran mayoría de problemas emocionales terminan desencadenando miedos ilógicos como el llamado miedo a la nada que para quien lo sufre resulta inexplicable, que mina la salud mental de quien lo siente incluso puede llevarlo a la esquizofrenia a la paranoia y otras enfermedades mentales. La mayoría de las personas están sometidas al temor y se sienten aprensivas porque oyen hablar de guerras nucleares o porque reciben noticias internacionales sobre desastres, terremotos, peleas, violaciones que causan temor. Esta clase de temor produce ataduras, enfermedades, depresiones e inseguridad.
Después está el temor de origen diabólico, del mal espíritu. Los temores de origen negativos pueden ser originados por una serie de situaciones que aunque no sean de origen diabólico directamente, son utilizados por éste para mantener a la persona oprimida Este temor puede manifestarse en casos de personas que presentan un temor generado por posesión o ataduras del mal espíritu o del demonio debido a su participación en cosas ocultas, por ejemplo, supersticiones, brujerías, hechicerías. Estas manifestaciones van a provocar una reacción de pánico que las domina a grado tal que pierden el dominio propio y son víctimas del terror, aunque la mayoría del tiempo se comportará de forma natural. Es como una fuerza que los toma y los domina en determinados momentos. Se necesita discernir para saber si se trata de una atadura o si es un mal espíritu. Hay que discernir. Muchos temores son infundados por el enemigo porque son armas poderosas contra el cristiano ya que el miedo los paraliza y le impide realizar su misión en la construcción del reino de Dios. Un cristiano atado, oprimido, inmovilizado por el temor por el miedo, es alguien que seguramente no dará frutos y por eso es que hay que hacer un discernimiento del temor y una buena manera de discernir lo que afecta a una persona es diferenciar entre una persona no convertida que ciertamente es esclava del pecado y endurecido en su corazón, de un convertido o que está en camino de conversión, que tiene luchas, ciertamente, y ataduras, un cristiano descarriado que habiendo pasado por un inicio del camino de conversión está en una rebeldía aunque siga en las estructuras eclesiales y también, por último, un no convertido pero con sinceridad en su corazón y que busca a Dios con corazón inquieto. Entonces, hay que saber hacer este discernimiento del temor para saber cual es la raíz o de donde viene.
Vamos a ver ahora cuales son las manifestaciones destructivas del temor. Una de ellas es la angustia, otra la enfermedad, como el temor envejece, como el temor entristece al Espíritu Santo y como es emocionalmente destructivo. Las personas que padecen de este sentimiento se sienten muy angustiadas, porque el temor, el miedo provoca inseguridad, inestabilidad, provoca angustia. El temor es causa de enfermedades. Muchos pagan un alto precio físico por sentir temor porque el temor enferma, provoca tensión emocional que afecta la mente y el cuerpo provocando enfermedades físicas como hipertensión, problemas del corazón, cardiopatías, trastornos renales, bocio, artritis, jaquecas, apoplejías etc El efecto de la adrenalina incluso, las glándulas suprarrenales nos ayudan a reaccionar a la hora de una emergencia pero mientras estamos preocupados estas envían constantemente adrenalina al torrente sanguíneo y a la larga esto puede causar un deterioro físico La presión de hora tras hora causa problemas e impide que regresen a su función normal. Provoca un alto precio físico que pagar, la ansiedad. Un Dr. del hospital de Chicago dice “La ansiedad ejerce mayor tensión sobre el corazón que cualquier otro estímulo incluso el ejercicio físico y la fatiga” Entonces, el temor también envejece al ser humano prematuramente.
Dice el libro del Ecle. 30-24 “envidia y mal humor acortan los días, las preocupaciones provocan vejez prematura” Entonces con el estado de alerta constante aumenta el estrés o el distres que le dicen ahora La persona se siente desamparada y en tensión. Esto provoca un gran desgaste. También, con el temor se entristece al Espíritu Santo o sea, se lo apena. Esto nos lleva a no ir al E. Santo a no escucharlo, con un enojo, con la ira se contricta al E. Santo y con el temor se lo apaga, se lo sofoca, se lo limita no lo eliminamos de nuestra vida pero lo restringimos, le quitamos el control que Dios quiere ejercer sobre nosotros, sobre nuestros cuerpos que El quiere utilizar como instrumentos. Y además, el temor es emocionalmente destructivo. Si el temor no es usado de acuerdo al propósito para el cual fue creado se puede deformar. Es uno de los mayores causantes de trastornos psíquicos ya que subyace en la mayoría de los problemas emocionales. Uno se pregunta ¿Y cuales son las causas del sentimiento de temor? Bueno en primer lugar digámoslo, el pecado engendra temor, miedo. El pecado que ya les dije muchas veces es el no amor es decir, es darle la espalda al proyecto del Padre Dios en mi vida ese proyecto original, único e irrepetible. El pecado es cortarme de Dios, es vivir como si Dios no existiera, es darle la espalda al amor incondicional de Dios. El pecado engendra temor. ¿Y como sabemos que pecamos? Y dice el apóstol San Juan en la 1° carta 3-21-22 “Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos confianza total en Dios y lo que le pidamos lo obtendremos de El porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada” Este es un principio válido. Si nuestro corazón no nos reprende, no tendremos temor. Si pecamos, la conciencia nos recuerda nuestra relación con Dios. El E. Santo que actúa en nosotros es quién revela el pecado y nos mueve al arrepentimiento. “Y cuando El venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado” Juan 16-8.
Este reconocer el pecado no debe llevarnos al falso complejo de culpa o sea a un juicio sobre nosotros mismos que solamente nos paraliza. El dr Narramone dice “la gente sufre complejos de culpa porque son culpables” La no aceptación de esa responsabilidad frente al pecado engendra temor. Atención a esto. Y además, la desobediencia provoca temor. La lejanía de Dios que causa temor. Si nos acercamos a Dios más podemos apoyarnos en El. En éste caso el temor se debe enfrentar como un pecado y no como una excusa para ciertos comportamientos. Este pecado necesitamos confesarlo como leemos el Salmo 32-3-5 en el libro del Génesis 3-8-10 donde encontramos la descripción del pecado de Adán y Eva. Ellos sintieron temor a Dios como una primera reacción por el pecado de la desobediencia. Cuando escucharon la voz de Dios se escondieron Dios desea que le obedezcamos por amor y la Biblia nos dice que el pecado de rebeldía es como el de la hechicería 1° Samuel 15-22-23. La actitud de desdicha y el no ser agradecido, apagan al E. Santo. San Pablo lo describe a los tesalonicenses “Estén siempre alegres. Oren constantemente, en todo den gracias pues esto es lo que Dios en Cristo Jesús, quiere de ustedes. No extingan l E. Santo, no desprecien las profecías, examínenlo todo y quédense con lo bueno” 1° tesalon. 5-16-19-21 La falta de confianza en la fidelidad del Señor también provoca temor. Y también el temor por uno mismo. Lo más corriente es que el temor sea por eso, por nosotros mismos. El tenerle miedo, por ejemplo al desbarajuste, al no poder estar a la altura de las circunstancias o de las demandas de la familia, o de los amigos o de la comunidad o a ser pobres o el temor al fracaso o a no cumplir con las expectativas el temor a las reacciones violentas y también los rasgos temperamentales porque los melancólicos y los flemáticos son indecisos y dados al temor, al miedo. Al sanguíneo le falta confianza en sí mismo y puede tornarse en un temeroso. El colérico comparte las tendencias del nivel flemático.
Los esquemas mentales negativos, la elaboración mental o compleja de derrotista provoca temor a hacer cosas nuevas ¿Cuándo? Cuando se dice, no puedo esta actitud lleva al fracaso. Esta actitud mental es tarea difícil de transformar y cuando sufrimos repetidos fracasos nos llega a faltar confianza en nosotros mismos y esto provoca un aumento del temor. Lo podemos leer en la carta a los Filipenses 4-3 También las experiencias traumáticas, en el caso de una violación, por ejemplo, en la edad adulta causa grandes perturbaciones e incluso provoca temor al acto sexual. Algún ahogo en el agua o con algo o accidentes afecta el ámbito emocional y pueden tener efecto duradero de toda la vida. También el egoísmo es una causa de temor. Mi yo tiene miedo a perder su puesto a ser un fracaso, a no estar a la altura de las expectativas La persona se interesa solo de si misma, únicamente de si. Esto la aísla de los demás y la solitariedad más que la soledad incrementa el temor, el miedo. También la ira puede producir temor. Le dan rienda suelta a la amargura y estallan. Esto causa temor de golpear a otros temor a la misma violencia Y también la falta de fe al no creer que Dios a perdonado las culpas del pasado 1° de Juan 1-9. Vivir sin vivir el presente, el hoy, el Ahora, el aquí Salmo 118-24 Entonces nos llenamos de ansiedad así como dudar respecto al futuro no confiando en la providencia y en el poder del Amor Providente de Dios.
Esto incapacita a la persona y la hace insuficiente a lo que viene, o sea, que limita todos los carismas, dones y cualidades que Dios le ha dado. Y uno se pregunta ¿Dónde nace el temor? El temor puede nacer en el mundo de fantasías de un niño o en la sobreprotección de los padres o tener padres nerviosos, inseguros. En las experiencias de la infancia, en padres explosivos, iracundos. En padres que desaprueban a sus hijos, en hábitos que no se deben incurrir, en la preocupación o en la inseguridad material o el precio emocional que pagamos por sentir temor. En fin, esas son algunos de los orígenes del temor.
En las fantasías de un niño, los padres pueden nutrir su mundo con experiencias negativas que engendran un tipo de temor traumático inducido por cuentos, dibujos, relatos de monstruos o de hechos tenebrosos, muertos, fantasmas, espíritus, películas, también Internet. Esto queda grabado en su mente, en la memoria y cuando esto es usado como mecanismo de chantaje, por ejemplo, “si no comes viene el viejo de la bolsa” Los temores se nutren con otros comportamientos como estar encerrado, temor a las personas, a los animales, al agua, a la oscuridad, a la altura. Un niño que es tirado al agua luego le tiene miedo a la playa hasta que no lo supera. Yo mismo tuve esa experiencia que fue traumática para mí, lo reconozco. Yo tenía 10 años cuando alguien haciéndome una broma, me tomo de las piernas y me hundió en el agua Yo estaba allí ingresando en el mar y esto me dejó una experiencia negativa que fui superando con el tiempo aunque nunca aprendí a nadar. También la sobreprotección de los padres, el bebe que duerme con ellos hasta los tres años y con la luz encendida, para tratar después de ponerlo en una habitación solo y con la luz apagada, por ejemplo. O tener padres nerviosos, inseguros, esto lo perciben los niños. También en la adolescencia adquieren las tendencias temerosas en áreas negativas de su comportamiento. Las experiencias de la infancia, las necesidades básicas de amor, comprensión, aceptación no han sido satisfechas. La falta de calor y seguridad paternal, el haber sido sobreprotegidos, padres iracundos, el haber sido desaprobados, intento de violación o abuso los traumas, los esquemas negativos que dan temor a cosas nuevas, nuevos proyectos, nuevas cosas. Dije antes los padres iracundos y explosivos o sea cuando los padres dominan las vidas de sus hijos, criticándolos fuertemente en cada fracaso de su vida puede ser una fuente de temor. Esto no tiene que ver con la corrección que debe darse a los hijos. Una corrección firme, con amor pero con insistencia. Es necesario enseñarle sus errores y también aplaudirlos en sus triunfos. Padres que desaprueban a sus hijos. La desaprobación es un golpe devastador para el ser humano, que le impide superarse por temor a cometer errores. Algo así puede pasar en algunos hijos adoptados, no en todos que deben superar el trauma de un cierto abandono que en realidad no es porque el Padre Dios que ama incondicionalmente y gratuitamente siempre nos ha proveído de amor. Entonces, no sentirse maldición, sentirse bendición de Dios. También hábitos en los que no deben incurrir los padres, la excesiva protección, esto los hace egocéntricos y temerosos de lo que los padres temen que les ocurra. Los niños aprenden a leer nuestras emociones como la tensión, la aflicción o las histerias Y hay muchas formas de sentir temor. Puede ser a través de la ansiedad, de la timidez, de la indecisión, de la superstición, del ensimismamiento, de la relegación sobre uno mismo, de la soledad o solitariedad, de la preocupación, de los complejos de inseguridad, de la cobardía, del recelo, de la vacilación, de la arrogancia, de la timidez social, de la depresión. El alto precio del temor. La preocupación. Hoy en día el problema es universal debido a la situación actual del mundo porque no se estimula la fe, la fe que es confianza, la fe que es entrega, la fe que es abandono, la fe que no es un salto al vacío sino en las manos del Padre Dios. Cuando Jesús camina sobre las aguas, se acerca la barca donde estaban los discípulos y llama a Pedro éste baja de la barca pero el viento era violento, le entró miedo y comenzó a hundirse gritándole al Señor por ayuda. Jesús le tendió la mano, lo agarró y le dice “hombre de poca fe, porque dudaste” Subieron a la barca y el viento amaino Mateo 14-31 La preocupación machaca, corroe, gasta, incapacita, se mete poco a poco como un veneno que paraliza, se le debe poner una valla creyendo en el abandono a la providencia. “Por eso les digo, no anden preocupados por su vida” Mateo 6-25-34. Muchas preocupaciones jamás ocurrirán Muchos de nosotros tenemos ansiedad, dudas, agresividad, preocupación, depresión, complejos de inferioridad, de culpa y muchas de esas preocupaciones jamás ocurrirán, y esto actúa sobre las glándulas suprarrenales que se estimulan y producen adrenalina. El Señor nos dice “Confíenle todas sus preocupaciones al Señor pues El cuidará de ustedes” 1° de Pedro 5-7 Y el mismo Señor nos advierte que no debemos preocuparnos por lo que escuchamos y en Mateo 24-6 nos dice “oirán hablar de guerras y rumores de guerra. Cuidado, no se alarmen porque eso es necesario que suceda pero no es todavía el fin” Se debe tener fe en un Dios que es poderoso y que su fuerza actúa y es eficaz . San Pablo nos dice en Efesios 3-20 “Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar conforme al poder que actúa en nosotros” Hoy en día, pocos gozan de seguridad material y esto muchas veces nos quita el sueño sobre todo en este mundo consumista donde se crean un montón de deseos innecesarios poscausa agonía, angustia, depresión y en casos extremos puede convertirse en una obsesión de tener tal o cual cosa El precio emocional que pagamos por sentir temor es muy alto. Miles de personas sufren colapsos mentales y emocionales muchos se meten en caparazones, se encierran, dejan pasar la vida y no disfrutan de lo que Dios les ofrece, se complacen en el aislamiento y no desean compartir sus sentimientos con los demás porque temen ser lastimados. Muchos temores no ocurren nunca o el 92% no son graves como por ejemplo, la mujer que cela al marido y el marido que ni siquiera piensa en otra mujer. Nueve millones de norteamericanos padecen enfermedades mentales y emocionales y mil millones de dólares se pagan anualmente por hospitales psiquiátricos. El temor cobra también un precio social. Las personas con temor no son agradables sino quejumbrosas, negativas, pesimistas, lo ven todo oscuro, tienen el rostro rígido, no sonríen, su mirada no tiene brillo, el temor hace que la persona se aísle de los demás, que pierda hasta el encanto único, original e irrepetible que el Padre Dios le puso. Además el precio espiritual que se paga por sentir temor es similar al de la ira, apaga al E. Santo, nos impide la efectividad en esta vida y nos roba recompensas en la vida por venir. Evita que seamos gozosos y radiantes, nos hace desagradecidos, quejosos, pesimistas, derrotados y por ello infieles, nos impide agradar a Dios. Sin fe es imposible agradar a Dios, Hechos 11-6 Además impide que nos fortalezcamos en el E. Santo pues al entristecerlo lo alejamos. Y ¿Cuál es el antídoto frente al temor? No dejar que el temor domine la mente y manteniéndose firme. Es cierta ésta afirmación de San Pablo en Timoteo 2-11 “si hemos muerto con El también viviremos con El, si nos mantenemos firmes también reinaremos con El, si le negamos también El nos negará, si somos infieles El permanece fiel pues no puede negarse sí mismo” y también en el salmo 37-5, un salmo de confianza, “encomienda tu vida a Jahve confía en El que actuará” Confiar en la palabra de Dios, Jesús nos dice “no temas pequeño rebaño porque al Padre Dios le ha parecido bien darles a ustedes el reino, les dejo la paz, mi paz les doy pero no la paz que da el mundo, no se turbe el corazón de ustedes ni se acobarde” Lucas 12-32. Estamos en el mes de la Biblia, el mes de la palabra de Dios. Es igual a “que no haya entre ustedes ni angustia ni miedo” Salmo 27. Además vivir con alegría. El gozo del Señor debe permanecer en un corazón cristiano. Leemos en Filipenses 4-4 “estén siempre alegres en el Señor, se lo repito, estén alegres” Ser agradecidos, además. El Señor nos pide que le demos gracias en todo, por todo, alabarlo, bendecirlo, glorificarlo. Experimentar el amor de Dios, dejarse amar por El, no solamente a nivel mental a nivel de todo el ser, alma, cuerpo, espíritu, afectividad, emotividad, sensibilidad, es necesario recibir el amor de Dios a través de la oración constante perseverante, confiada, diaria, los sacramentos y la inserción en la comunidad así como en la familia y buscar la sanación interior profunda. El sanar interiormente es una manera excelente para salir del miedo, del temor. No cabe temor en el amor, antes bien, el amor pleno expulsa el temor porque el temor entraña castigo. “Quien teme no ha alcanzado la plenitud en el amor” 1° de Juan 4-18 y 1° de Pedro 3-14 “No cabe temor en el amor, para el que ama, no hay temor” Que estas palabras de vida que te he dado en abundancia te ayuden durante la semana a orar, a reflexionar y a ponerte delante del Señor para dejarte amar por Él.