04/09/2025 – La cocina es el corazón del hogar, pero también puede ser un foco de contaminación si no se mantienen prácticas de higiene adecuadas. Para garantizar la seguridad alimentaria, es fundamental comprender y aplicar correctamente los procesos de limpieza y desinfección. La bióloga y experta en seguridad alimentaria, Alina Rondini, nos guía a través de los conceptos esenciales para mantener un ambiente seguro, destacando que no es lo mismo limpiar que desinfectar, y que el orden en que realizamos estas tareas es crucial para el resultado final.
El primer paso es diferenciar los términos clave. Según Rondini, la limpieza se enfoca en lo visible. «Cuando yo digo limpio, yo limpio lo que veo», explica, refiriéndose a la eliminación de restos de comida y suciedad superficial, ya sea orgánica o inorgánica. Por otro lado, la desinfección ataca a los microorganismos invisibles. «Yo desinfecto lo que no veo», señala la experta. La combinación de ambos procesos da como resultado la sanitización, que Rondini resume en una simple fórmula: «Limpieza más desinfección igual sanitización».
Es fundamental seguir un orden específico para que el proceso sea efectivo. La limpieza siempre debe preceder a la desinfección. «En este caso, el orden sí altera el producto», advierte Rondini. No se puede desinfectar una superficie si antes no se ha limpiado adecuadamente. La limpieza se realiza con agua, detergente y una esponja o cepillo para remover la suciedad. Para desinfectar, se puede utilizar «agua muy muy caliente, caliente que me quemo» o un agente químico como la lavandina, que es el más económico y efectivo.
La higiene no debe limitarse únicamente a la mesada. Rondini enfatiza que hay muchos otros elementos en la cocina que requieren atención constante, como «las tablas donde corto, los elementos que utilizo para picar, para moler, para batir, los trapos, las esponjas». Estos últimos, en particular, pueden convertirse en importantes «fuentes de contaminación«, ya que proporcionan a las bacterias la humedad y los nutrientes que necesitan para proliferar. Por ello, es vital limpiarlos con detergente y desinfectarlos regularmente, ya sea hirviéndolos o sumergiéndolos en una solución de agua con unas gotas de lavandina.
El uso de productos químicos como la lavandina requiere precaución para no transformar un riesgo biológico en uno químico. Rondini aconseja no utilizarla nunca de forma concentrada, sino diluida según las indicaciones del envase. Una advertencia crucial es «nunca mezclar la bandina con detergente«, ya que no solo se anulan sus efectos, sino que «se generan vapores que son tóxicos y que nos pueden enfermar». Además, para superficies en contacto con alimentos, es imperativo usar una lavandina «apta para uso doméstico» y sin aromatizantes.
Finalmente, existen peligros ocultos como los biofilms, que Rondini describe como «ciudades de bacterias» que se adhieren a las superficies de piletas y cañerías. Estas comunidades microbianas son resistentes y, a menudo, la única forma de eliminarlas es mediante una acción mecánica, como el cepillado. Otro punto crítico es el cesto de la basura, que debe ser limpiado y desinfectado «todos los días sin excepción», ya que es una fuente constante de contaminación que puede transferirse a las manos y, posteriormente, a los alimentos que preparamos.
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