10/09/2025 – A un año de la firma del «Acuerdo por la Educación», un ambicioso plan de 10 puntos para transformar el sistema educativo argentino, el Observatorio de Argentinos por la Educación ha presentado su primer monitoreo. Víctor Volman, director del observatorio, explica que este acuerdo no fue una iniciativa improvisada, sino el resultado de un consenso profundo. Se trata de «un documento que elaboramos a lo largo de casi dos años junto a más de 200 especialistas, referentes del mundo educativo, muchos exministros incluso de espacios políticos y de gobiernos distintos», lo que le otorga una legitimidad transversal y una hoja de ruta clara para abordar los desafíos más apremiantes del país en materia educativa.
El acuerdo se estructura en tres ejes centrales: las urgencias por nivel educativo, el gobierno de la educación y la gestión escolar. Dentro del primer eje, Volman destaca tres prioridades ineludibles que definen la agenda inmediata. La primera es «ampliar la cobertura con calidad en el nivel inicial». La segunda, y quizás la más crítica, es «priorizar la comprensión lectora, la alfabetización inicial en el nivel primario». Finalmente, el tercer punto se enfoca en «acompañar las trayectorias en el nivel secundario y lograr que los chicos terminen la secundaria con calidad, con aprendizaje», atendiendo a uno de los eslabones más débiles del sistema.
Al analizar los resultados, Volman prefiere ver «el vaso medio lleno», reconociendo que si bien hay avances, las deudas pendientes siguen siendo significativas. En el nivel inicial, por ejemplo, la cobertura en salas de 4 y 5 años es casi universal, pero el desafío persiste en la sala de 3. Sin embargo, la mayor alarma se enciende en la primaria, donde los datos son contundentes: «todavía tenemos aproximadamente la mitad de los niños de tercer grado que no logra los niveles básicos de comprensión lectora». En contraste, el nivel secundario muestra una luz de esperanza, ya que la tasa de abandono «viene bajando de un 24% de niños a los 17 años en el año 2018 a unos 15 puntos», aunque el reto de asegurar aprendizajes significativos sigue vigente.
El segundo eje del acuerdo aborda la gestión del sistema, incluyendo la relación Nación-provincias, la inversión y la carrera docente. En este último punto, Volman revela un dato preocupante sobre el prestigio de la profesión. Según el Índice Global de Estatus Docente, «Argentina ocupa uno de los últimos puestos de 35 países que se midieron. Argentina está en el puesto número 31 de 35». En la semana del Día del Maestro, esta cifra resuena con fuerza, llevando a Volman a reflexionar que «como sociedad es importante que valoremos el trabajo de los docentes, que son quienes cada día están frente al aula», a menudo en contextos de alta vulnerabilidad.
Consultado sobre la prioridad más urgente, Volman no duda en señalar los aprendizajes fundamentales, recordando el declive educativo del país en las últimas décadas. «En el año 97, las pruebas de UNESCO mostraban que nuestro país estaba en el segundo mejor sistema educativo de América Latina», rememora, pero «unos 20 años más tarde, en 2019, la misma prueba mostraba que Argentina había caído al puesto número 10». La consecuencia es dramática: solo 13 de cada 100 alumnos que inician la primaria terminan la secundaria a tiempo y con los saberes mínimos. Para Volman, la raíz del problema es clara: sin una base sólida en lectoescritura, el resto del aprendizaje se desmorona.
A pesar del diagnóstico complejo, existe un consenso político esperanzador. A través de la «Campaña Nacional por la Alfabetización», se logró el compromiso de todo el arco político, desde Grabois hasta el presidente Milei, y de 18 gobernadores. Este esfuerzo conjunto se materializó en el primer Consejo Federal de Educación del nuevo gobierno, donde se acordó priorizar la alfabetización inicial. Volman concluye con una mirada optimista, señalando que «lo que sí vemos como algo positivo es que los 25 gobiernos, los 24 provinciales más el gobierno nacional, se hayan enfocado y priorizado en esta urgencia», sentando las bases para una política de Estado que podría, finalmente, cambiar el rumbo de la educación argentina.
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