01/10/2025 – Compartimos una nueva edición de «Hablemos de Liturgia» junto al p. Mario Sanchez, del Secretariado Nacional de Liturgia. Continuamos conociendo en profundidad cada uno de los momentos de la Santa Misa.
«Recordemos lo que decíamos al comenzar este ciclo -comenzó diciendo el p. Mario- que la liturgia tiene dos partes fundamentales: la liturgia de la Palabra y la liturgia de la Eucaristía. Cada una de esas partes está precedida y seguida por dos ritos: los ritos de introducción y los ritos conclusivos.»
«El rito introductorio es importante porque nos va preparando el corazón para lo que significa la participación. Así también, los ritos conclusivos nos impulsan y nos ayudan a descubrir nuestro sentido misionero, porque la liturgia, como decimos siempre, nos sirve para la vida».
Por eso, el Concilio va a decir: «La liturgia es fuente y cumbre de nuestra vida cristiana». La Eucaristía incluso va a ser definida también como fuente y cumbre de nuestra vida cristiana.
«Es cumbre porque ahí nos enfocamos; toda nuestra vida se enfoca en el rito eucarístico. Recordemos que decíamos: el sacrificio de Jesús se vuelve a producir en el momento de la consagración. En la Eucaristía que celebramos actualizamos ese sacrificio, ese misterio de la entrega de Jesús en la cruz. Ahí enfocamos toda nuestra vida. Ahí llevamos nuestra existencia humana. Por eso tenemos que cargar de vida nuestra liturgia».
«Cuando venimos de la calle y entramos al templo para celebrar la Santa Misa, tenemos que traer la vida entera, con nuestras luces, nuestras sombras, nuestros aciertos, nuestros fracasos, las alegrías, las penas. Todo lo ponemos ahí, enfocado en la liturgia, sobre todo en la Eucaristía», expresó el p. Mario.
«Desde esa Eucaristía nos llevamos también la fuerza, el impulso para lo que la vida cotidiana nos espera. La salida del templo, después de haber celebrado la misa, no nos tiene que dejar igual. La liturgia de la Eucaristía, sobre todo -pero también todos los sacramentos- nos tiene que transformar la vida».