09/10/2025 – En el primer episodio de «Gigantes de Nuestros Mares» conocimos a la ballena franca, uno de los cetáceos que cautiva por su inmensidad y cercanía con las costas argentinas. En esta ocasión nos acompañó Mariano Sironi, doctor en Zoología y Biólogo. Miembro fundador y Director Científico del Instituto de Conservación de Ballenas (@icb.argentina).
Las ballenas francas australes despiertan asombro por su tamaño y por la historia que encierran en cada una de sus cicatrices y movimientos. El investigador explica que “lo primero que hay que decir es que las ballenas son inmensas, así de simple y fácil y directo es lo que primero llama la atención”. Su gigantismo, comparable al de los antiguos dinosaurios, sigue siendo un misterio fascinante para la ciencia.
En la Península Valdés se encuentra una de las poblaciones más estudiadas del mundo. A través de la fotoidentificación, los científicos logran reconocer a cada ejemplar por el patrón único de callosidades que presenta en su cabeza. “Las callosidades tienen una forma y un tamaño distintos en cada una; funcionan como nuestra huella dactilar”, explica el especialista. Gracias a esta técnica, se ha logrado conformar un catálogo con más de cinco mil individuos conocidos, algunos observados desde hace más de medio siglo.
Este seguimiento permitió conocer aspectos claves de su biología, como la edad en que las hembras tienen su primera cría —en promedio, a los nueve años— y el intervalo reproductivo de tres años. Pero más allá de los datos, el investigador destaca la conexión que genera cada registro: “Nos gusta decir que no las personalizamos, las ballenizamos”.
Las ballenas francas australes también enfrentan desafíos que ponen en riesgo su supervivencia: el cambio climático, las colisiones con embarcaciones y el enmalle en redes de pesca son algunas de las principales amenazas. Por eso, el trabajo científico va de la mano de la conservación y de la educación ambiental.
El Instituto de Conservación de Ballenas invita a la comunidad a participar de su programa de adopción simbólica, una forma concreta de contribuir al estudio y protección de estos gigantes del mar que, cada año, regresan a las costas patagónicas recordándonos la necesidad de cuidar los océanos que habitan.
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