Adviento junto a San José: la valentía de habitar lo que acontece

lunes, 15 de diciembre de 2025

15/12/2025 – En un nuevo «Reflexiones para la Semana» nos acompañó María Cristina Martínez, coordinadora nacional de voluntariado en la fundación Manos Abiertas. Luego de detenernos en las figuras de Juan el Bautista y sus padres, Zacarías e Isabel, en esta ocasión nos llevó al encuentro de San José para caminar la tercera semana de Adviento.

En el camino del Adviento, la propuesta invita a reconocernos como peregrinos, atentos a las presencias que nos salen al encuentro mientras avanzamos hacia el pesebre. En la primera semana nos acompañó Juan el Bautista, quien apareció como quien despierta del letargo y llama a vivir la propia vocación desde lo concreto y sencillo.

Luego, el camino se enriqueció con Isabel y Zacarías, sus padres, quienes enseñan a esperar cuando el tiempo parece estéril y la promesa tarda en cumplirse. En ese marco, el Adviento se vuelve una escuela de paciencia y esperanza, especialmente cuando la vida no responde a los planes imaginados.

Y así llegamos al peregrinar con José. María Cristina lo presenta como un compañero silencioso, sin palabras, pero profundamente elocuente en sus gestos. José es descrito como “peregrino de la confianza”, alguien que confía cuando las apariencias dicen lo contrario y que se deja guiar por los sueños. “José sueña, se despierta y hace”, afirma, resaltando que su fe se traduce en acción concreta y responsable.

El relato profundiza en la actitud de José frente a lo inesperado: cuando sus proyectos se rompen y el camino no es el elegido, no huye, sino que asume con valentía creativa la realidad que le toca vivir. “No eligió el escándalo, pero lo atravesó”, señala Cristina, destacando que la verdadera elección de José fue cómo habitar esas circunstancias. En ese sentido, Adviento aparece como un tiempo para aprender a caminar sin tener todo claro, dando un paso más incluso con miedo.

Finalmente, José se presenta como padre en la ternura, sostén silencioso y discreto, capaz de cuidar sin poseer y de abrir espacios para que otros crezcan. Cristina concluye invitando a dejarse educar por este modo de amar y de vivir la fe, recordando que “Dios no nos pide grandes gestos, sino la fidelidad al camino”, esa fidelidad sencilla y profunda que prepara el corazón como pesebre para recibir al Niño.

Para escuchar la reflexión completa accedé al video del inicio