22/12/2025 – En un nuevo «Reflexiones para la Semana» nos acompañó María Cristina Martínez, coordinadora nacional de voluntariado en la fundación Manos Abiertas.
Cuando el camino del Adviento llega casi a su culminación, la reflexión se detiene en una figura central y, muchas veces, pasada por alto: María embarazada. En este tiempo previo al nacimiento, la invitación es clara y profundamente humana: frenar el paso, detener la mirada y contemplar a la madre que espera. No se trata de acumular ideas ni propósitos, sino de sentarse a su lado, mirarla y dejarse mirar, como hijos que confían.
María Cristina propone recuperar esta imagen concreta y corporal de María, subrayada con fuerza por el Evangelio de Lucas. María no llega a Belén como un símbolo etéreo, sino como una mujer real, con un cuerpo frágil y una vida que crece dentro. “María llega con un cuerpo concreto, con un vientre que pesa, con una vida que crece dentro suyo, porque Dios no eligió venir directamente al mundo, sino pasar por el tiempo de la gestación”. En esa afirmación se condensa una teología entera: Dios entra en la historia aceptando el tiempo, la vulnerabilidad y el riesgo.
El embarazo aparece entonces no solo como espera, sino como escuela espiritual. María camina por senderos polvorientos, obedece decretos imperiales y se expone a la intemperie de la historia sin que todo esté resuelto. Nada se acelera. La vida avanza según su propio ritmo. “El embarazo nos va enseñando que la vida verdadera no se produce, la vida se recibe”, afirma Cristina, vinculando esta experiencia con el camino interior de cada persona. La santidad no es una conquista personal, sino un don que se hospeda haciendo espacio.
Contemplar a María en su embarazo es aprender a no despreciar los comienzos frágiles, a no abortar procesos por miedo o cansancio, y a elegir lo posible en lo cotidiano. En estos días finales del Adviento, la propuesta es sencilla y profunda: sentarnos junto a la madre, poner la mano en su vientre y escuchar el latido de la vida que viene, el mismo que resuena en nuestro propio corazón como promesa y esperanza. Y a su ritmo, animarnos a responder: ¿qué estoy gestando en mi corazón hoy? ¿qué hay de nuevo en mi?
Para escuchar la reflexión completa accedé al video del inicio