A lo importante se va por el camino de la entrega

martes, 11 de agosto de 2009
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Evangelio según San Juan 12,24-26

Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.

El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna.

El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.

1. A lo importante se va por el camino de la entrega
Las cosas que valen la pena tienen un precio, las de mas alto valor un precio mas alto, y no me refiero a las de la economía de mercado, sino a aquellas que tienen un valor real que perdura en el tiempo y nos acercan a la eternidad. Como la de vivir en coherencia la fe en Cristo, y para eso mantenerse en espíritu de oración, como la de ser esposo y esposa fiel, como la de educar a los hijos, el sostener el valor de la honestidad en el mundo de los negocios, aunque eso suponga no ganar todo lo que se podría ganar si se fuera por otros caminos.

En lo de todos lo días somos invitados a dar la vida por vivir en Cristo y desde El en plenitud ver crecer la vida de la buena noticia que un mundo nuevo es posible.

Para entrar en esta dinámica de entrega sacrificada que nos lleva a alcanzar y sostener los verdaderos valores que nos dan vida, somos invitados a apartarnos de una concepción materialista que sostiene que hay cosas importantes que se compran y que para eso no es necesario sacrificarse tanto. El mundo materialista que sostiene este paradigma del placer como única medida de la felicidad nos engaña en su mentirosa propuesta que desconoce el verdadero sentido de la felicidad que está mas allá de lo que se presenta como inmediato y fácil de alcanzar.

Las cosas que valen la pena cuestan y no precisamente dinero sino: entrega, perseverancia y fidelidad en la oscuridad. Para que en la vida demos realmente fruto estos tres valores salen hoy a nuestro encuentro y nos alientan a entregarnos para conquistar vida que permanece.


Lo que cuesta vale: ¿Cuáles son las cosas por las que tuviste que sacrificarte y hoy ves con alegría sus frutos?

 

2. Aprender a entregarnos

Seguramente lo pudimos contemplar ayer en la celebración del día del niño. No importa que fue lo que recibieron algunos de ellos como regalo, en le momento en que se encontraron con su juego se entregaron a el y parte del mundo exterior desapareció de su foco de atención para concentrar toda su atención en lo dado, en el regalo con el que se hicieron uno.

La entrega se da como camino que lleva a hacerse uno con aquello a lo que se entrega. Un investigador se entrega a la búsqueda de la respuesta a su hipótesis y se hace uno por esa entrega con lo que investiga.

Sin embargo, dice Anselm Grün, la entrega se observa en el amor y la sexualidad y en la entrega mística a Dios. El amor de dos personas que se eligen para vivir en unión para siempre, después de haber madurado su vínculo de amor en la construcción y concreción de un proyecto de vida expresan sacramentalmente esa decisión en la unión sexual, con lo cual expresan su ser uno. Así las personas se olvidan de si para encontrarse en el otro.

El que ama a otra persona no quiere permanecer en si misma, quiere estar en la otra persona. Para esto no hay lugar para: la manipulación, para el control, ni para la búsqueda egoísta del propio placer. Solo hay lugar para la experiencia de perderlo todo con el único objeto de acrecentar la