13/03/25- El “Último Primer Día” se ha convertido en una tradición marcada por excesos, consumo de alcohol y riesgos para la salud de los jóvenes. Cada año, escuchamos noticias sobre estudiantes intoxicados, incidentes con pirotecnia y situaciones que ponen en peligro su bienestar.Como padres, ¿qué podemos hacer?Este ritual absurdo no se “impuso”, sino que fue permitido y promovido por los propios adultos, que, en lugar de frenarlo a tiempo, decidieron adaptarse a él como si fuera inevitable. Y así, en las sombras, se consolidó una costumbre que pone en riesgo la vida de los propios hijos. ¿Qué mensaje estamos dando cuando permitimos que la primera experiencia del último año de escuela sea una jornada de inconsciencia, excesos y descontrol?Lo que empieza mal no puede terminar bien. Es momento de que padres y directivos se unan, pero no en la desidia, sino en la decisión firme de eliminar el UPD de una vez por todas. Prohibirlo no es reprimir, es proteger. Frenarlo no es exagerar, es cuidar. La responsabilidad no es de los adolescentes, es de los adultos que han decidido abdicar su rol de guías y contenedores.La escuela no es un espectador, ni los padres meros facilitadores del desastre. El cambio empieza por asumir lo obvio: esta “tradición” no tiene nada de celebración y debe terminar ahora.La adolescencia es una etapa de desafíos, y nuestro rol como padres es acompañar, guiar y proteger.
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