Adolescencia Tardía

martes, 18 de agosto de 2009
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Libro: Eternos Adolescentes.

De la pubertad tenemos mas o menos claro cuándo termina. Pero de la adolescencia…se sabe cuándo comienza pero no se sabe cuándo termina. Y parece extenderse cada vez más.
Considero que es un lindo límite el de la ley, que marca el ingreso a la vida a los 21 años. A esa edad cualquier persona ya se es responsable como ciudadano de cualquier acto delictivo que pudo haber cometido por dar solo un ejemplo. Y los jóvenes ingresan a la vida adulta civil sin tener la más pálida idea de lo que eso significa.

 Etimológicamente, el término ADOLESCENCIA viene del latín “adolechere” que significa “crecer”, aunque muchos también lo asocian al verbo “adolecer” que indica “carencia”, o falta.
 Acá es interesante cómo estos dos significados de adolescencia: uno como crecimiento, otro como carencia, señalan aspectos distintos de un mismo fenómeno. Y son las dos cosas: si hay algo que falta, es justamente el crecimiento. Es decir, la adolescencia de alguna manera está marcada por un paso, un proceso,  por un lugar de inmadurez que pasa hacia una potencia, hacia la madurez.
Este es el período donde se comienza a tejer el propio relato personal, comienza a desarrollarse la identidad personal, comienzan a valorarse los propios proyectos, y comienza a anticiparse la persona. Es decir: la persona comienza a mirar hacia el futuro y a caminar en esa dirección.

¡ADOLESCENTES ETERNOS!  ¡¿POR QUÉ NO SE VAN DE CASA?!
 Mariano tiene 30 años. Profesional con trabajo. Generalmente llega muy tarde a la noche cuando todos ya cenaron…come, deja la vajilla sucia. Algunos días invita a sus amigos, se instalan en la casa a ver tele, etc…etc…etc…
 Ante esto, sus padres salen. Y no es como ese hijo cree, una salida de pareja, sino una huída a “la invasión” que han hecho de la casa personas que ellos no invitaron y que nadie les avisó, ni les preguntó si podían venir.
Los padres están cansados de esta invasión. Los estilos y los ritmos de vida comienzan a chocar, pero no se sienten con derecho a ningún tipo de reclamo. En realidad están deseosos que se vaya a vivir solo, pero ni se animan a sugerirlo. Es su hijo, se recibió en el tiempo esperado, es un buen chico, trabaja…no le podemos negar que esté bajo nuestro techo… Y en la intimidad comienzan a preguntarse”‘¿será que nos estamos poniendo viejos y nos ponemos intolerantes? ¿Acaso Mariano no tiene derecho a disponer de la casa?”

Este es solo un caso de todos los que se reproducen una y otra vez en muchas familias, a veces más, a veces menos en intensidad el conflicto que se desata. En este caso tenemos una persona profesional y con trabajo. En otros, son personas que nunca encuentran trabajo o que si lo encuentran no lo pueden conservar o se sienten mal. En otros casos sí trabajan pero no colaboran con nada en la casa, simplemente se mantienen. Y los padres tienen la sensación de que los hijos están utilizando la casa como una pensión. En otros casos los padres se sienten cómodos con la presencia del hijo, sea porque el hijo amortigua el ‘sindrome del nido vacío’, porque les da sentido a las vidas que no encuentran el propio sentido, sea porque entre los padres hay conflictos y el hijo viene a llenar esos vacíos de diálogo, esos silencios, de falta de esperanza en el matrimonio.
Cuando se convive con adultos en un mismo nido, hay problemas. Se genera lo que se llama el “síndrome del nido lleno”, porque ‘los ciclo