14/11/2019 – La oración es el gran lugar para el encuentro con Dios, donde podemos expresar lo que sentimos, nuestras búsquedas, deseos y dificultades. Frente a Jesús eucaristía rezamos con la invitación que nos hace el Señor a vivir y a permanecer en Él, a crecer en intimidad: “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto”.
//Tema introductorio a la adoración
“Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer.” Jn 15, 4-5
“Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer.”
Jn 15, 4-5
Estamos aquí Señor, en tu presencia, a tus pies, con todo lo que somos y hacemos… Llegamos a vos con nuestros dolores y nuestros sueños, con esas relaciones que me cuestan, con mis papas a los que a veces no entiendo, con el voluntariado que me lleva tiempo pero me hace muy feliz…. Llegamos a vos con las últimas fuerzas de año, después de tanto estudio y tanto trabajo.
Dejamos ante vos, querido Padre, todo eso que nuestro corazón guarda y que aún no podemos poner en palabras, eso que habita en lo más profundo, lo traemos a vos, para que nos acompañes a madurarlo en el corazón y poder caminarlo para dar cumplimiento a lo que soñaste para cada uno de nosotros.
Musica instrumental
Transformar la casa del miedo en la morada del amor es un trabajo cotidiano que lleva tiempo y mucho empeño.
Dios nos llama a un tiempo de reflexión y orden, a ponerlo a él como centro y encontrarnos cara a cara, para así descubrirnos profundamente amados.
Pero ese encuentro no siempre es sencillo…. La intimidad que Jesús nos propone es compleja, simplemente porque el amor profundo es tan radical que a veces nosotros mismos ponemos obstáculos para alcanzarlo.
El miedo hace casa en nosotros, interrumpe nuestros sueños, anida en el horizonte y a cada momento se hace más presente.
Vuelve a hacer casa y hacerse grande, vuelve a tomar el señorío de nuestro corazón y así comenzamos a alejarnos….
Para pensar: ¿Cuáles son esos miedos que quieres entregarle a Jesús, para que él los pueda transformar?
Música
El miedo es el gran enemigo de la Intimidad. Nos hace creer que para “ponernos a salvo” debemos alejarnos de las personas o acercarnos tanto que resulta asfixiante. El miedo no crea hogar, por el contrario, nos ata a un lugar de infelicidad y sin plenitud, nos invita a relacionarnos, pero sin entrar en un estado de sana intimidad con otros y con nosotros mismos.
El miedo nos posiciona en lugares seguros, rodeado de personas seguras, hablando de temas seguros, dejándome en una situación de letargo que difícilmente me impulse a cumplir esa meta grande para la que fui soñado, mientras que si me ayudara a aumentar la grieta que me separa de aquellos que no comparten mis falsas seguridades.
Sea por cercanía o por distancia, el miedo nos impide formar una comunidad en la que se dé la intimidad, en la que podamos crecer juntos, cada uno según su propio estilo.
Para pensar: ¿Cuáles crees que son las falsas seguridades que no te permiten dejar la casa del miedo?
Mientras el miedo es el gran enemigo de la intimidad, el amor es su verdadero amigo. Aunque esto no quiere decir que la intimidad sea un feliz término medio, sino más bien, es un nuevo espacio en el que podemos movernos libremente.
El miedo ha desaparecido dejando lugar libre para el amor perfecto, dice San Juan… Un amor perfecto que abarca y sobrepasa todos los sentimientos, emociones y pasiones.
Ese amor perfecto, que elimina todo miedo es el amor divino al que estamos invitados a participar. Ese amor que se convierte en refugio, en hogar, HOGAR modelado por Dios para nosotros, por ese Dios que vino a poner su tienda entre nosotros, que nos invita a su casa y nos prepara una morada en ella.
Dios quiso tanto llenar nuestro deseo más profundo de tener un hogar, que decidió construir un hogar entre nosotros.
Para pensar: ¿Te animas a pedirle sinceramente a Dios que se quede junto a vos y que construya un hogar de amor en tu vida?
Volver al hogar al que pertenecemos y escuchar allí la voz que desea captar nuestra atención, “La voz del primer amor”. Tenemos que amar, porque Dios nos amó primero (1 Jn 4,19) dice San Juan. Este primer amor es el que nos ofrece el lugar de intimidad.
El hogar es el lugar donde este primer amor hace morada y nos habla con dulzura. El primer amor, el amor de Dios es nuestro Hogar sagrado, ese que debemos cuidar y cultivar en la intimidad de nuestra relación con Él, a través de la conversión y la oración.
Solamente cuando nos sentimos profundamente anclados en esa alianza divina, podemos construir juntos nuevos hogares. Solamente entonces puede nuestro amor roto y limitado reflejar el ilimitado e íntegro amor de Dios.
Para pensar: ¿Qué aspectos del perfecto amor de Dios se reflejan en tu vida?
Gracias Señor por tu presencia en medio nuestro, gracias por hablarnos al corazón, por quedarte y hacerte vida. Gracias a los jóvenes que participaron con palabras y silencios, desde cerca y también a través de las nuevas tecnologías.
Gracias Señor por valerte de cada espacio y herramienta para llenarnos de la certeza de tu amor, para invitarnos fuertemente a dejar de habitar la casa del miedo y mudarnos definitivamente a la casa del amor, a Tu casa.
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