En una nueva emisión del ciclo “Enseñanzas desde el Magisterio de la Iglesia”, junto al padre Javier Soteras, continuamos la reflexión en torno al Documento Conclusivo de Aparecida, que lleva por tema “Discípulos y Misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos tengan en Él vida”.
14/11/2024 – En el Capítulo 9, titulado “Familia, personas y vida”, abordamos lo referido a los adultos mayores, tema que se desarrolla desde el punto 448 del Documento. Desde los primeros párrafos se enfatiza que el respeto y gratitud de los ancianos debe ser testimoniado principalmente por la propia familia. En ese sentido, menciona que la Palabra de Dios interpela de muchas maneras a respetar y valorar a los adultos mayores y ancianos. Sin embargo, y allí señala la primera problemática a observar, a menudo son olvidados o descuidados por la sociedad y hasta por sus propios familiares.
Al respecto, el padre Javier Soteras agregó: “son olvidados o descuidados por un sistema de producción que deja al margen lo que no genera riqueza en términos económicos (…) Los ancianos han dado tanto a la vida de la familia y de la sociedad en sus distintos servicios que cuando llega el momento del reposo, del descanso, la etapa en la que como jubilados tienen que recibir lo que la sociedad les debe por tanta entrega, la remuneración en términos económicos y la atención en términos de la salud, no están del todo aseguradas”.
En los párrafos siguientes el Documento refuerza el valor del cuidado y la atención que debe ampliarse en la sociedad contemporánea. “Merecen ser reconocidos como hijos e hijas de Dios, llamados a compartir la plenitud del amor, y a ser queridos, en particular, por la cruz de sus dolencias, la capacidad disminuida o la soledad. (…) La sociedad no puede considerarlos como un peso o una carga. Es lamentable que en algunos países no haya políticas sociales que se ocupen suficientemente de los mayores ya jubilados, pensionados, enfermos o abandonados”.
Asimismo, el padre Javier se refirió a la importancia de recuperar la sabiduría, la experiencia y las historias de los adultos mayores, como lugar de riqueza que es necesario conservar para toda la sociedad. Para ello, propuso desarrollar una ‘espiritualidad samaritana’, cuya clave es saber tomarse el tiempo para detenerse. “Una de las cosas que vivimos hoy es la aceleración, el ritmo alocado y frenético en el que nos hemos metido. Esto supone detenernos en relación a ellos, los ancianos, que tienen otros tiempos (…) porque en ellos están las mayores fragilidades y las mayores riquezas que la humanidad debe cuidar”.
Podés ver o escuchar el programa completo en el video que acompaña la nota