Ahora con aroma a rosas… un pétalo mariano

jueves, 5 de julio de 2007
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Cuando necesitamos del Padre, sabemos que María es mediadora, ella nos lleva al corazón de Jesús, pidámosle a la Madre sea puente que nos una a su Hijo.

Cuando Jesús nació en Belén, tuvo a su lado María, porque en sus brazos humildes Dios quiso descansar.

Cuando Jesús vivió en Nazaret, tuvo a su lado a María, porque en familia pobre Dios quiso educar.

Cuando Jesús murió en la cruz, tuvo a su lado a María, y el Padre nos la dio como Madre de todos.

Esta tarde te pedimos Madre en tu corazón inmaculado nos lleves al Sagrado Corazón de tu Hijo Jesús, para que en todas las actividades de nuestras vidas te hagas presente y lo hagas presente a Jesús.
 


El corazón de María estuvo siempre lleno de Dios, llena de Dios su espíritu por la plenitud de la gracia, llena de Dios en sus entrañas virginales por el misterio de la Encarnación del Verbo.

María, llena de Dios su memoria con la presencia del momento en que Jesús se ocultó en el Calvario como el sol en el ocaso. Un corazón que todo lo guardaba, que todo lo meditaba.

Madre, sos el corazón de los recuerdos, el corazón humilde llena de Dios, en vos nos queremos quedar, en tu Corazón de Madre.

María camina delante de nosotros, para que no equivoquemos el camino que nos lleva al Sagrado corazón de tu Hijo.
 


María conservaba las palabras de Jesús, por eso su corazón.

A cuantos se acercaban a Ella, le entregaba a Jesús.

Todos siendo hijos del Padre estamos autorizados para repartir esta comunión a cuantos se acercan a Jesús, pero para poder realizarlo, nuestro corazón también ha de ser un copón.

Madre, esta tarde te pedimos te quedes con nosotros, que podamos como vos tener un corazón de copón para compartir las Palabras de Jesús y habitar en su Sagrado Corazón.


El corazón de María es el corazón de la Reina de los apóstoles. Es su reina porque es su Madre, y siendo Madre grabó en ellos los rasgos de su fisonomía y uno de los destellos característicos es la mansedumbre.

Por eso el apostolado del Corazón de María es el apostolado de la maternidad y por lo mismo el apostolado de la mansedumbre.

Ese ha de ser también nuestro apostolado, María es nuestro modelo y guía para serlo.

En tu corazón Madre queremos descansar, en tu corazón que sabemos vamos a encontrar la mansedumbre. En el corazón de Jesús por siempre habitar para así también habitar en vos.
                                                                                              


El corazón de María es la proyección del Evangelio a nuestro siglo. María vivió el Evangelio en su más puro y elevado espíritu en la interioridad de su corazón.

Ella supo guardar y meditar en su corazón las Palabras de su Hijo, las hizo vida en su vida.

Madre, queremos como vos vivir el Evangelio en lo más profundo de nuestro ser, ayúdanos a ser buenos embajadores de la Palabra de Vida.

En tu corazón maría recíbenos esta tarde, no permitas que nos apartáramos de vos. Llévanos al corazón de tu Hijo porque sólo en El encontraremos la fortaleza para ser vida en nuestras vidas su Palabra. 

Nos afirma Jesús que al Padre lo verán los limpios de corazón; nadie de corazón tan limpio y puro como el Corazón Inmaculado de María.

Por eso nadie pudo ver y gozar del Padre tanto como ella. María se llenó de Dios, Dios la habitó y ella se dejó amar aceptando la voluntad del Padre.

Ya sabemos hermanos que se nos pide, para que podamos ver al Padre debemos limpiar nuestro corazón, purificarlo, hacerlo semejante al Corazón de María para que Dios habite en nosotros.

María, que podamos limpiar nuestro corazón para ver al Padre, para habitar en su corazón. Vos eres nuestra Madre, no te apartes de nosotros, tómanos en tu Corazón Inmaculado.
                                                                                              


La vida de la Virgen María fue una historia de sobresaltos, temores, ocultaciones y éxodos ante los peligros que amenazaban las exigencias de su Hijo, todo resonó en su corazón.

En esas horas de angustia ¿dónde puso ella su corazón? En Dios, que era en las sombras la claridad, en sus dolores consuelo, en sus dudas dirección y en sus inquietudes descanso.

María, mansa de corazón, que todas las inquietudes, dolores, y sombras no logren hacernos perder la paz del alma.

En tu Sagrado Corazón nos refugiamos Padre, como María se refugió en vos y encontró un bálsamo de vida y esperanza.


El corazón de la Virgen es como una lira perfecta, no le falta ninguna cuerda y todas vibraron con perfección.

Con la lira del corazón se puede tocar un himno a Dios o a un ídolo de la tierra. El corazón de María sólo vibró para el Padre.

Tenemos en nuestras manos la lira del corazón, pero a menudo con ella no solemos cantarle al Padre, sino a los ídolos de la tierra.

Madre, que nuestro corazón se asemeje a tu lira, para que todas nuestras cuerdas sean un canto al Padre. Una bella melodía al Sagrado Corazón de tu Hijo y en El a los de los hermanos.
 


La cruz y la Eucaristía fueron los dos grandes amores del Corazón de María; la cruz y la Eucaristía son los dos devocionarios de la humanidad de los creyentes.

La cruz es el devocionario siempre abierto, porque allí está el Padre presente y visible.

La Eucaristía, el devocionario siempre cerrado, porque allí está el Dios presente pero invisible.

Madre, que meditaste la palabra de Dios, que siempre lo sepa ver a Dios cuando se manifiesta y descubrirlo cuando se oculta.
 


María llevaba en su corazón secretos muy íntimos, el secreto de su santidad, el de su divina maternidad, el de los privilegios extraordinarios que Dios le había concedido.

Llevaba en su corazón el secreto de su virginidad, de su consagración total y definitiva al Padre; esos secretos los guardaba ella y los gozaba en la intimidad de su corazón.

Madre, por la gracia llevamos a Dios con nosotros, en lo más profundo de nuestras almas. Te pedimos nos ayudes a conservarlo con cuidado, atenderlo con esmero, gozarlo con ilimitada alegría.

María, que guardaste la Palabra de Dios en tu corazón, que podamos guardarla con todo el amor que se merece.
 


El corazón de María fue un libro de oración, su corazón era el más ferviente devocionario.

Allí, en su corazón, en sus recuerdos, María leía, meditaba, profundizaba las cosas y los planes de Dios.

María en una invitación a llenar nuestro corazón de las cosas de Dios y así podremos pensar en ellas, hablar de ellas, comunicarla a los demás.

Madre, ayúdanos a que nuestro corazón se llene de las Palabras de tu Hijo. Que podamos meditar y profundizar en ellas para descubrir la voluntad de Dios en nuestras vidas.
 


El Espíritu Santo nos hace llamar a Dios “Padre”, en lo íntimo de nuestro ser, y ese mismo Espíritu con sus íntimas inspiraciones nos mueve a llamar a María “Madre”.

No contrariemos los impulsos y las mociones del Espíritu Santo, dejémonos santificar por El y como El quiere, teniendo a Dios como Padre y a María como Madre.

Que elEspíritu de Dios obre en nosotros, como lo fue en María que la llenó de Gracia.

Virgen, llena de piedad, don del Espíritu Santo, alcánzanos este don que nos haga descubrir en Dios al Padre y en María a la Madre.