Al multiplicar los panes Jesús se manifiesta como profeta

viernes, 8 de enero de 2021
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08/01/2021 – Junto al padre Gabriel Camusso compartimos la catequesis del día en donde el Evangelio del hoy nos interpela a la acción de compartir.

Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Este es un lugar desierto, y ya es muy tarde. Despide a la gente, para que vaya a las poblaciones cercanas a comprar algo para comer.»El respondió: «Denles de comer ustedes mismos.»Ellos le dijeron: «Habría que comprar pan por valor de doscientos denarios para dar de comer a todos.»Jesús preguntó: «¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver.»Después de averiguarlo, dijeron: «Cinco panes y dos pescados.»El les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde, y la gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta. Entonces él tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente. Todos comieron hasta saciarse, y se recogieron doce canastas llenas de sobras de pan y de restos de pescado. Los que comieron eran cinco mil hombres.

 

Marcos 6, 34-44

La noticia de la muerte del Bautista no es probablemente lo que motiva la retirada de Jesús a la otra orilla del lago. Marcos nos dice que Jesús deseaba estar a solas con sus discípulos y descansar con ellos, una vez éstos habían regresado de su primera misión evangélica (Mc 6,34).

Otros con una mirada más humana de Jesús, hablan de la necesidad de elaborar, por lo menos por unas horas el duelo de la muerte del precursor, del Bautista, del primo. Un familiar directo.

De todos modos, no se trata de una huida ante la posible intervención de Herodes, aunque Jesús era consciente de que su vida no será un paseo triunfal, sino una penosa subida a Jerusalén y a la misma cruz. Pero no debe ni quiere anticipar la hora de su “exaltación”, la que el Padre le ha señalado.

Jesús tiene compasión de la gente, no sólo porque ve que anda desorientada con la enseñanza de falsos maestros, sino porque conoce también sus necesidades materiales. Por eso cura a los enfermos y da de comer a los hambrientos.

El milagro de la multiplicación de los panes es una “señal” de la vida que ha venido a traer al mundo.
Esta eucaristía campestre fue también una comida para saciar el hambre corporal de las muchedumbres que le seguían.

Siempre que nos planteamos con cierta urgencia la solución de los problemas sociales, ya sea en nuestras comunidades, lo vive Radio María que se sostiene con el aporte generoso de sus oyentes, ponemos la mirada sobre este milagro de Jesús.

Pero es evidente que la Iglesia no puede multiplicar panes y peces.

Ahora bien, entender este Evangelio implica asumir la responsabilidad de multiplicar el amor fraterno y compartir con el hermano lo que Dios me da.

Jesús empieza “compadeciéndose” de la multitud y termina “compartiendo”, que es la terminación normal a donde no llega casi nadie.

Compadecerse, todos, sí, ahí nos embarcamos, somos especialistas para relatar lo que nos impacta.
Todos tenemos un alma finísima y lloramos mucho por poca cosa. En seguida compadecemos a cualquiera.

¿Y compartir? ¡bueno padre, eso ya es cosa de los elegidos! Pues no. Podríamos decir que quien se compadece y no comparte, ni compadece ni nada. Hace teatro. ¿Compartir qué? Todo, lo que se tenga, nada, cualquier cosa, unos panes y unos peces, lo que sea. Verá usted cómo la cosa se multiplica. Compartir es multiplicar.

Estamos viviendo un tiempo muy particular, hoy vivir las obras de misericordia sería un buen desafío que nos plantea la Palabra.

 

 

Te invitamos compartir tu experiencia, sí, compartir en este día tiene un sabor especial, hace la diferencia. Compartir…

Publicado por Radio María Argentina en Viernes, 8 de enero de 2021