“Al regresar, tenemos una nueva misión donde Dios también lo pide todo”

martes, 15 de febrero de 2022
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15/02/2022 – En el ciclo, “Misionando con María”, junto a Puntos Corazón, dialogamos con Macarena Gómez y José Manuel Toibero, dos jóvenes misioneros de este movimiento que ofrece una misión al servicio de los que más sufren, compartiendo una vida simple y viviendo en comunidades internacionales.

¿Cómo surge el llamado a la misión?

Macarena es profesora de Artes Visuales y contó que, en el llamado a la misión, Dios fue paciente con ella:

“Distingo tres momentos que tienen que ver con la respuesta que le daría a Dios. La primera vez que escuché hablar sobre Puntos Corazón, pensé: ‘Están locos, yo no me podría ausentar tanto tiempo de mi casa!’”, se sinceró. Con el paso del tiempo, Macarena tuvo experiencias de apostolados lejos de su casa: “Me acostumbré a estar lejos y volví a escuchar sobre Puntos Corazón nuevamente y pensé: ‘Es una locura pero una locura bonita’”. Finalmente ‘Maca’ dijo que sí a la misión y partió en el mes de enero del 2020 hacia Perú.

Por su parte, José Manuel contó que, “gracias a la Madre Teresa y a Dios”, fue descubriendo sus ganas de misionar: “Yo siempre quise ir a India, pero no entendía que Dios me mandaría a dónde él quisiera. Dejé que haga Su voluntad en mí. Luego de un año de discernimiento y acompañamiento de la gente de Puntos Corazón, fui a Perú”, recordó.

El regalo de la vida comunitaria

Sobre la experiencia de misionar en pandemia, los jóvenes lo vivieron como un regalo. Macarena, contó que “siempre deseé tener muchos hermanos, ya que sólo tengo uno y a través de esta misión, Dios colmó ese deseo”.

José Manuel, por su parte, dijo que “cuando salís de misión querés cambiar el mundo, vas con una capa de superhéroe, pero, cuando te encontrás con la situación en concreto, todo cambia. El centro es Cristo y la atención hay que dársela al hermano”. Además, el joven resaltó que, “la comunidad fue mi gran escuela, es el mayor regalo que me llevo de la misión.”

Debido al confinamiento, los jóvenes no pudieron conocer a todos los ‘amigos’ -como llaman a los vecinos del barrio a donde son enviados- pero mediante la oración, el vínculo fue más profundo a través de Dios: “No hacía falta vernos porque Dios nos daba la certeza de que se estaba ocupando de todo. Cuando terminó el confinamiento, el encuentro fue muy lindo“, recordó Macarena.

“Al regresar, tenemos una nueva misión donde Dios también pide todo”, dijo finalmente la joven sobre su experiencia misionera.

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