28/08/2018 – Una bella oración de quien va descubriendo, con el paso del tiempo, la presencia de Dios en lo sencillo y cotidiano de la vida:
“Al sol con los amigos, tejiendo para el nieto,
en la plaza del pueblo o en el banco del parque,
junto a la gente, un lugar pude tener… ya hace tanto!
La gente era la vida,
era el misterio de tu comunidad.
Era tu Iglesia.
Y muchas veces no supimos que Tú eras el que nos esperabas en la plaza,
allí donde los hombres son amigos.
Pero ahora, cuando ya no nos urgen los problemas
ni el horario ni el tráfico, corro al sol.
Y allí te encuentro, entre los hombres mis hermanos,
entre la gente del pueblo.
Te reconozco ya – ¡tanto que me ha costado!-
cuando repartes tu amistad y tu esperanza,
en la plaza, en el bar y en el paseo…”
Antonio Alonso – “Bienaventuranzas del atardecer” – Ediciones Paulinas
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