Alma de Niño

viernes, 14 de agosto de 2009
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Ven Espíritu Santo, devuélveme la sonrisa, ven espíritu de Dios dame esa alegría profunda y serena que solo puede darla la experiencia vital de un amor incondicional, gratuito que sale a mi encuentro. Ven Espíritu Santo, los años me han ido quitando la alegría interior, el gusto de encontrarme con la gente, el entusiasmo de las cosas nuevas. Necesito que vuelva a brotar espontáneamente la sonrisa, esa sonrisa sincera sin máscaras, sin caretas, no fingida que expresa el gusto de vivir y de convivir, esa sonrisa que manifiesta la esperanza interior, verdadera, real, la del niño interior que no fue mancillado ni por las pruebas, ni por las cruces, ni por las humillaciones, ni por las ingratitudes, ni por las frialdades, ni por las indiferencias, ni por las injusticias ni por los oprobios. Ven Espíritu Santo para que vuelva a renacer mi sonrisa esa sonrisa de los que creen en la vida y en el amor, la sonrisa de los que se dejan querer por Dios porque saben que ese amor es sano, es bueno es auténtico y feliz, porque saben que ese amor nunca nos falta, nunca nos abandona. Ven Espíritu Santo en este preciso momento a aplacar mi negatividad, mi tendencia a ver siempre el medio vaso vacio, mi frustración, sana mi tristeza, ayúdame a relativizar todo lo que me inquieta, me angustia, me provoca miedo, temor, inseguridad, inestabilidad. Mostrame que la vida vale la pena, que es posible comenzar algo bello, algo bueno para que en este preciso momento pueda regalarte y regalarme una sonrisa con corazón de niño. Amen

El testimonio sacerdotal de hoy nos llega de Córdoba, de la hna María Elena Azhar hna de María de Sohenstan, ella cuenta lo siguiente “ Quiero dar el testimonio de un sacerdote santo que ha cambiado mi vida y la de miles de personas al ofrecernos un fiel trasunto de la paternidad misericordiosa y firme de Dios Padre. Se trata del padre José Kentenich  fallecido en 1968 fundador de la obra de Sohenstan. Tuvo una vida muy difícil pero el amor a María y una fe inderrochable del amor providente del padre Dios hizo de él una personalidad alegre, bondadosa, sabia que enaltecía a los demás, un amor generoso e incondicional. Por amor a la libertad interior de cada uno de los integrantes de su familia de Sohenstan fue voluntariamente al campo de concentración donde estuvo prisionero durante tres años hasta el final de la segunda guerra mundial. Salvó su vida solamente porque tuvo una especial protección del Señor y de María Santísima ya que estuvo muchas veces en peligro de perderla

El Espíritu Santo lo conduzco por caminos difíciles Fundó una obra que nació  una alianza de amor con María Santísima a quien le rogo se estableciera espiritualmente en una pequeña capillita hoy Santuario de Sohenstan y que creció paso a paso guiada por la fe práctica en la Divina Providencia. Su gran visión de educador profético forjador de historias le hizo adelantar 50 años al Concilio Vaticano II  Esto provocó muchas incomprensiones por algunos pastores de la iglesia que culminaron con un exilio impuesto por el Santo Oficio que duró 14 años. Lo vivió con total obediencia a la Madre Iglesia en Estados Unidos y aunque era algo totalmente injusto ya que no se le objetó nada de la integridad de su obra, jamás permitió que se criticara a la iglesia, dijo que aspiraba a merecer que en su tumba se pudiera escribir amó a la iglesia. En 1965 concluido el Concilio Vaticano II fue convocado a Roma y rehabilitado por el Papa Pablo VI que lo elogió públicamente por su amor a la iglesia

Falleció el 15 de Septiembre de 1968 y sobre su tumba grabadas en piedra están las palabras “Amó a la iglesia” Lo m&aacut