Fe y tecnología en tiempos de inteligencia artificial

lunes, 20 de octubre de 2025

20/10/2025 – “Cuando mirés tu celular, recordá: no solo es una pantalla, también es una puerta.” Así en el ciclo “Un mundo artificial, ¿una sociedad más humana?”, Ezequiel Romano —especialista en tecnología y divulgador de inteligencia artificial— nos invita a descubrir cómo la fe puede abrirse paso incluso en un mundo dominado por algoritmos y pantallas.

Ezequiel parte de un hecho cotidiano y elocuente: una caída masiva de servicios digitales que dejó sin conexión a millones de personas en todo el mundo. “Fue como si el mundo se apagara por un ratito”, dice, mientras reflexiona sobre lo frágil que es nuestra vida hiperconectada.

Esa interrupción se transforma en signo: un llamado a despertar. ¿Qué pasa cuando nuestros “graneros digitales” se vacían y nos damos cuenta de que dependemos de un puntito de conexión para todo?

En este marco, el especialista introduce una novedad tecnológica que interpela desde la fe: AMDG, una aplicación creada por el grupo de comunicación Loyola que, con ayuda de la inteligencia artificial, busca “hacer que Dios se note”. Su nombre, Ad Maiorem Dei Gloriam —“A mayor gloria de Dios”—, retoma el lema jesuita e invita a transformar el tiempo frente a la pantalla en un espacio espiritual.

La app propone oraciones, reflexiones, audios, videos y artículos personalizados según las búsquedas e inquietudes de cada usuario. No reemplaza al acompañamiento humano, aclara Ezequiel, pero puede convertirse en un “hermano mayor digital” que guía, pausa y ayuda a discernir.

“La tecnología no sustituye el encuentro, pero puede acompañarlo, puede abrir la puerta a lo esencial”, señala Ezequiel Romano.

El diálogo se vuelve más profundo al recordar a San Carlo Acutis, el joven italiano apasionado por la Eucaristía que en 2005 creó un sitio web para difundir los milagros eucarísticos del mundo. “Carlos soñaba con evangelizar en la red, y hoy, con AMDG, ese sueño continúa”, dice Ezequiel.
En ese hilo, la conversación une generaciones: la fe del joven santo y las nuevas herramientas del presente muestran que la tecnología también puede ser camino de encuentro y evangelización.

La reflexión final resuena con fuerza: “No se trata de cuántos nos siguen, sino de que el Evangelio se note en lo que hacemos.”

En tiempos de inteligencia artificial, la invitación es clara: usar la tecnología sin dejar que nos use, dejar que en cada pantalla brille una luz más profunda. Porque, como recuerda Ezequiel Romano, “cuando la tecnología se apaga, es Dios quien vuelve a encendernos por dentro”.