Andar a contracorriente

miércoles, 27 de noviembre de 2019
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Camino de consagración a María (Día 14)


27/11/2019 – Miércoles de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario

“Después les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en cielo. Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.

Lucas 21,10-19

Este camino de contradicciones en que el cristianismo se encuentra en la gracia de ir contracorriente, nos acompaña desde el momento mismo en que Jesús al llamarnos a hacer un mundo diferente nos dijo que el camino suponía la cruz. Esto que al final del evangelio dice Lucas con tanta claridad “el que persevera hasta el fin “. Es dejar que Dios conduzca en medio de las dificultades y sobrellevando las cargas con la presencia de Dios, y nos damos cuenta que en medio de las sombras y las dificultades, Dios crea y recrea.

Al hombre de cada siglo le salva un grupo de hombres que se oponen a sus gustos. Esta frase de Chesterton es una ley histórica que hoy tiene más sentido que nunca. Y es más difícil, porque nunca fue tan fuerte la corriente que nos empuja a ser como los demás. En nuestro mundo no hay tiempo por el ritmo por el que la masa arrastra, para ponerse a pensar si es la corriente en la que quiero ir o no.

¡Es tan sencillo, tan fácil y agradable entregarse en las manos del conformismo! ¡Tan duro, en cambio, atreverse a ser lo que se es y a creer lo que se cree no por el tonto afán de “ser diferentes”, sino por fidelidad a nuestra propia alma! Es tiempo de ir contracorriente, tiempo de comenzar a decir que no solamente así no van más las cosas sino que hay que arremangarse para hacerlas de una manera distinta. Es tiempo, hoy es el día. Y Jesús nos advierte que nos pondrán en el banquillo de los acusados y tendrán que explicar lo que al conjunto le resulta insólito. No se preocupen. Dios nos da lo que necesitamos en el momento justo, y sin darnos cuenta vamos yendo a donde Él nos quiere llevar. En el mar así como hay corrientes de agua, así también en el conjunto, el ir contracorriente no es tanto remar en contra sino encontrar la corriente de gracia que contracorriente nos hace ir por encima de lo que el conjunto diría “es lo normal, es lo que corresponde, es lo que la realidad dicta”. Le pedimos al Señor que nos inserte en esa corriente de vida que viene a hacer del mundo un lugar diferente.

Es asombroso pensar que Dios «fabrica» las almas una a una, dándole a cada cual una personalidad propiamente suya e intransferible y que, a los pocos años, el mundo ha conseguido ya uniformar a la mayoría de modo que parezcamos más una serie de borregos que una comunidad de seres hermanados pero diferentes. No es ya que todos tengamos los mismos horarios, vayamos tras mismas distracciones o vistamos de la misma manera, sino que -además- pensemos y sintamos idénticos, como salidos todos de un solo cajón.

Creemos ser libres, pero lo cierto es que todas las noches y a la misma hora todos vemos en la «tele» el mismo programa, lloramos o reímos en el mismo momento. «Acata la moda o abandona el mundo» es una de las leyes de nuestro siglo, en el que se ha realizado ya a la perfección lo que presentía el clásico latino: «Desgraciadamente, la opinión tiene más fuerza que la verdad». Es cierto: la gran diosa de nuestro siglo es la opinión pública, y ya se sabe que la opinión gobierna al mundo con la misma técnica con la que un ciego guía a otro ciego.

En esto de dar testimonio del Señor delante de los demás y confiar en que no va a faltar ni la fuerza ni la gracia para poder hacerlo, se juega una parte importante del camino que espera la nueva humanidad. Y para eso hay que animarse no solamente a decir “así la cosa no va más” al leer en el diario cosas que no queremos, sino que no alcanza, es necesario animarse a despertar las posibilidades que están escondidas dentro nuestro. Es donde el evangelio nos dice, no se preocupen sobre lo que dirán: Entréguense y confíen. Como quienes andan en parapente que necesitan encontrar corrientes favorables y correrse de las que van en contra. Cuando uno encuentra la corriente adecuada, se deja llevar. Necesitamos encontrar las corrientes que nos lleven a lo alto, al cielo, y dejarnos conducir por esa fuerza de gracia que nos conduce.

 

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