Tradición, fe y esperanza: “Ángeles somos” explicado desde el corazón

viernes, 31 de octubre de 2025

31/10/2025 – En su espacio “Reflexiones para el finde”, el Padre Humberto González nos invita a detenernos un momento para contemplar el sentido profundo de una de las tradiciones más queridas del norte argentino: “Ángeles somos”.
Cada 31 de octubre, víspera del Día de Todos los Santos, los niños salen por las calles entonando cantos alegres y pidiendo dulces. A simple vista parece un juego inocente, pero detrás de ese gesto hay una herencia de fe que atraviesa generaciones y que nos recuerda que todos estamos llamados a la santidad.

“La santidad no es cosa de unos pocos elegidos —afirma el Padre Humberto—; es una vocación para todos, una llamada a vivir con un corazón sencillo, confiado, esperanzado.”

Esta costumbre popular, llena de ternura y sentido, nos invita a mirar el cielo con ojos de niño, a redescubrir la inocencia, la bondad y la confianza que abren el corazón a Dios. En un tiempo donde abundan las celebraciones que giran en torno al miedo o la oscuridad, “Ángeles somos” nos recuerda la alegría de lo luminoso, lo sagrado, lo puro.

Los pequeños que recorren las calles vestidos de ángeles no solo representan la inocencia; nos muestran el camino de la esperanza. Con cada canto y cada sonrisa, nos recuerdan que la vida puede vivirse con gratitud, que el bien sigue presente, y que la fe sencilla es la que más profundamente transforma.

“Mirar el cielo con ojos de niño —dice el Padre— es creer que la bondad todavía existe, es reconocer que la santidad se construye con pequeños gestos de amor, en la vida cotidiana.”

Pero esta tradición no se vive en soledad: tiene una fuerza comunitaria. Allí donde los vecinos preparan dulces, donde las familias se reúnen, donde los niños comparten su alegría, la fe se hace cultura. El mensaje del Evangelio se encarna en la vida del pueblo, y la esperanza se transmite de generación en generación.

En medio de un mundo que a veces parece perder la confianza, esta celebración popular se convierte en un signo claro de fe viva y de esperanza compartida. Nos recuerda que todos podemos ser “ángeles” para los demás: con una palabra de aliento, un gesto de servicio o simplemente una mirada compasiva.

“La esperanza cristiana —concluye el P. Humberto— es saber que no caminamos solos. Los santos interceden, los niños nos inspiran y Dios mismo nos guía. Por eso, celebrar esta tradición es también renovar nuestro deseo de ser luz en el mundo.”

Así, “Ángeles somos” no es solo una costumbre antigua: es un eco del cielo en la tierra. Un llamado a recuperar la inocencia del corazón, a creer en la santidad posible y a mirar, una vez más, el mundo con los ojos limpios de los hijos de Dios.