15/10/2021 – En el día de Santa Teresa de Ávila hemos elegido el texto Mateo 6, 5-8 donde el Señor invita a la oración desde el corazón. Que es el estilo de oración que propone Teresa, en trato de amistad.
“Cuando oren, no hagan como los hipócritas; a ellos les gusta orar delante de las sinagogas, en las esquinas de las casas, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando oren, no hablen mucho como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos porque tu Padre que está en el Cielo sabe bien lo que les hace falta, antes de que se lo pidan”. Mateo 6, 5-8
“Cuando oren, no hagan como los hipócritas; a ellos les gusta orar delante de las sinagogas, en las esquinas de las casas, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando oren, no hablen mucho como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos porque tu Padre que está en el Cielo sabe bien lo que les hace falta, antes de que se lo pidan”.
Mateo 6, 5-8
Cuando Teresa de Jesús nos invita a ir por el camino de la oración, en el que ella ha hecho un aprendizaje en carne propia, transformándose en maestra que nos conduce a la fuente de Agua Viva, primero nos introduce en el desprendimiento de sí mismo y en la humildad. Porque lo que interesa a partir de ahora es acercarnos a Jesús y avanzar con Él por el camino de la oración hasta llegar a lo que Teresa de Jesús considera que está dado para todos (para los que pueden meditar y para los que no), a la contemplación, que es un don y una gracia que Dios regala al alma. “Si alguien quiere saber el camino para llegar a la contemplación, puede estar seguro que no hay otro que el indicado. Todo lo que dije y diré más adelante parece de poco valor pero, sin embargo, no deja de tener mucha importancia. El camino indicado es éste: el de desasimiento de sí mismo y el del encuentro con la propia verdad y realidad en humildad. Para llegar a la oración de contemplación se requiere de todas las piezas. Todas tienen su función y todas sirven para dar jaque mate al gran Rey”. (1) De esta forma, Teresa compara la vida del peregrino que va detrás de Jesús, en seguimiento discipular, con las jugadas que se hacen en un tablero de ajedrez.
“Pero no lleva Dios a todas las personas por el mismo camino. Algunas permanecen toda la vida sin llegar a la contemplación. Él sabe lo que conviene a cada uno”(2), aunque Teresa da a entender en su magisterio que todos estamos habilitados para alcanzar esta gracia. “Una cosa es rezar meditando sobre la vida de Cristo o los propios pecados y otra cosa es contemplación. Hay personas que ni siquiera pueden meditar porque se les va el pensamiento para todos lados” (3). Teresa ha experimentado esto y dice que la imaginación en ella era como una loca en la casa, hasta que encontró puntos de referencia concretos en torno a los cuales, en relación a la humanidad de Jesús, pudo orar contemplando. También hay personas a quienes no les alcanza para meditar, sino sólo para realizar una oración vocal: “No significa esto que estén atrás en el camino del Señor. Ni tampoco el tener muchos regalos de Dios en la oración es señal de que nos encontramos más cerca de él. La medida verdadera de nuestra proximidad a Dios, es la humildad. El humilde se contenta con lo que le toca: si se trata de servir, sirve; si se trata de trabajar fuerte, lo hace; y si le dan regalos (contemplación) con admiración y agradecimiento, los recibe, aunque piensa que no le corresponden. Todas sus acciones y pensamientos le parecen insignificantes para tan gran Señor”. (4)
Cuando entramos en espíritu de contemplación, Dios nos parece todo y todo nos parece nada. “Para ver qué actividad y cuál forma de oración nos es más apropiada para llegar a Dios, hay que probarlas a todas. El Señor nos hará sentir lo que nos conviene y lo que le conviene a Él y lo que no nos permite estar cerca de Él”. (5) Lo que sí es seguro es que, sea por el camino de la meditación, de la oración vocal o solamente estar en silencio ante la presencia de Dios, Él quiere llevarnos a todos a la contemplación, que es la experiencia transformante que viven los discípulos cuando, en el Monte del Tabor, vivencia la transfiguración. Es allí cuando Pedro dice: “Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. (6) Cuando uno se encuentra en espíritu de contemplación en medio de la acción, de la oración vocal o de la meditación, deja todo para quedarse sólo en la presencia de Dios. La presencia divina lo llena todo y nada más nos hace falta.
Pero la oración y la vida sin esfuerzo no van de la mano. El camino de la contemplación en su más alto grado y las gracias que Dios regala por el camino de la humildad, trae consigo sus trabajos. “Dios da grandes trabajos a sus preferidos. Reparte entre sus más íntimos amigos el peso del Calvario. Parecería que Dios emborrachara con sus gustos espirituales -no con vino- a sus amigos, para que no entiendan los sufrimientos que les sobrevienen, y los puedan soportar. O dicho de otra manera, no son verdaderos contemplativos, aunque digan lo contrario, los que no están íntimamente decididos a padecer”. (7) Esta es la experiencia que hace Teresa delante del Señor cuando sufre muchísimo al emprender una gran reforma en el Carmelo. Se queja ante Jesús por los padecimientos por los que le hace pasar, siendo que es su amiga. Y Jesús, le dice: “Así trato Yo a mis amigos”. Y ella le contesta: “Con razón que tenés tan pocos”.
¿Quiénes son los invitados a ir a estos lugares de plenitud en Dios que nos regala la gracia de la contemplación? La respuesta es sencilla: todos recibimos esta invitación. “A todos nos invita a beber de la fuente de Agua Viva. Todos beberán de esa Agua, a no ser que quieran quedarse por el camino. El Señor no nos obliga a beber. Nos invita y nos da, muchas veces una muestra anticipada de esa Agua. Son como muestras gratuitas, para que nos entusiasmemos a seguirlo. De esta fuente caudalosa salen arroyos grandes y pequeños, y hasta charquitos para niños. Para algunos son suficientes los charquitos para empezar. Son los que recién comienzan a seguir a Cristo. Hay la cantidad adecuada de agua para cada uno. No hay peligro de morirse de sed en este camino. Nunca nos faltará el agua del consuelo espiritual que nos reconforte para proseguir el árido camino. Al experimentar las atenciones del Señor -antes de llegar al término del camino ya nos sale al encuentro- se reafirma nuestra decisión de llegar hasta lo último, cueste lo que cueste”. (8)
Éste es el camino de la oración en contemplación: “Me parece muy importante, antes de comenzar nuestra oración, preparar el encuentro, como cuando uno se va a encontrar con el mejor de los amigos, y darnos cuenta quién con Quién está tratando. Dediquemos unos momentos a considerar a Quién vamos a hablar, quiénes somos nosotros y qué vamos a decirle o pedir. De este modo, nuestra oración vocal será mental. Hay que aclarar que nuestro humilde Maestro escucha a cualquiera que le habla con sinceridad, aunque no sepa expresarse bien y no llegue a darse cuenta de los respetos debidos. En realidad, prefiere las entrecortadas palabras de un humilde obrero, más que los elegantes razonamientos de los sabios y letrados carentes de humildad. Pero no porque Él sea bueno y tolerante, nosotros vamos a ser descomedidos. Para darnos cuenta de lo que somos, debemos considerar la grandeza de Dios. ¡Ojalá tuviera toda la elocuencia y sabiduria del mundo para dar a entender alguna de las muchas cosas que podemos considerar para conocer algo de quién es este Señor y Bien nuestro! En mil vidas de las nuestras no acabaremos de entender cómo merece ser tratado este Señor. Ante su presencia, hasta los ángeles tiemblan. Todo lo ordena y todo lo puede. Su querer es viva realidad. Si en la vida cotidiana se trata de complacer a las personas que uno estima y aprecia, si se piensa de antemano en los regalos que se harán, ¿por qué no hacer lo mismo, y con mucha mayor razón los que queremos seguir hasta la muerte a Cristo? Ya reflexionar sobre estos temas, es hacer oración mental. Y también el rezar vocalmente, ocupando la mente en todo lo que hemos dicho. Pero, vuelvo a repetir, no es oración mental -ni es oración ninguna- el estar recitando oraciones con el pensamiento puesto en otro lado. En esto de entrar por el camino de la oración con sencillez y con la dama humildad, como la llama Teresa a la gracia de andar en verdad, es importante determinarse y decidirse a no volver atrás. Decidirse con determinada determinación. Al que va por ese camino, aunque tenga dificultades, Dios definitivamente lo lleva a buen puerto”. (9)
Dice además Teresa: “Es de vital importancia la firmeza de nuestra determinación en mantenernos en el camino de la oración. No podemos jugar con el Señor. Si nos determinamos a hacer oración, media hora cada día, no demos marcha atrás. Pues ¿quien regala algo y luego lo quita? Si consideramos bien todo el trajinar de la vida, es apenas un poquito de tiempo el que le entregamos, cada día, a Dios en la oración”. (10) Determinada determinación. Decidirse y no volver atrás. Poner la mano en el arado y sencillamente ir hasta donde Dios nos quiera conducir. Eso es lo que está expresando Teresa de Ávila. Y por eso, hay que desprenderse de todo. En humildad, frente a la grandeza de Dios, hay que dejarnos llevar por su gracia hasta donde Él quiera, por el camino de la oración.
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