El aporte de la mujer a la luz de María

jueves, 17 de noviembre de 2016
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Madre
17/11/2016 – En esta Catequesis, en el mes de María, intentamos descubrir los rasgos propios de la mujer que se convierten en un aporte de gran valor a la sociedad que únicamente ellas pueden aportar. Lo de ellas en complementariedad con los propios del hombre, conducen a ese plan de Dios para el mundo.

 

“En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin». María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?». El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios». María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho». Y el Ángel se alejó”.

Lucas 1,26-38

 

 

El papel de la mujer a la luz de María

Una primera característica de la mujer es su capacidad de intuición y de mirada profunda, desde una sensibilidad especial. El corazón abierto de María a toda miseria humana, nos recuerda que esta condición, casi como una característica de la mujer, requiere de este compromiso en la caridad. La sensibilidad intuitiva de la mujer percibiendo lo humano en la necesidad compromete en la caridad. Lo vemos en el momento de la anunciación; ella está abierta a lo que Dios a través del ángel le dice. Lo mismo al enterarse de que su prima Isabel está embarazada, va sin demora a ponerse al servicio. También cuando en las bodas de Caná se da cuenta que falta el vino, elemento fundamental en la Alianza judía, y allí interviene por ellos ante Jesús.

Algo parecido podríamos decir según narran los Hechos de los Apóstoles, que nos muestra a María que está cerca de los discípulos. María en su sensibilidad femenina junto a otras mujeres, nuclean al grupo de discípulos mientras preparan el ambiente para la venida del Espíritu Santo.

Sin duda la intuición femenina aporta y mucho a la vida social. Es esta mirada que ve un poco más allá de la simple vista, que muchas veces desde lo masculino se pasa de largo. Está muy vinculado al detalle.

En esta misma perspectiva de mirada profunda, aparecen en la mujer los sentimientos de ternura, de compromiso, de estar al lado en situaciones muy dolorosas que nuclean y atraen a los pobres y a los enfermos y a los que más necesitan ayuda. No es verdad que en la mujer estamos ante la presencia del sexo débil, de hecho el mismo hecho de parir reviste a la mujer de una naturaleza muy fuerte.  En la mujer hay mucha fortaleza y es una dimensión que deberíamos revertir desde una mirada social, poniendo a la mujer en su lugar.

Intuición del corazón que hace ver, capacidad de vínculo en ternura con situaciones de mucha vulnerabilidad que mueve a  la mujer al compromiso concreto, y su capacidad de permanecer frente al dolor con constancia.

Ser mujer en el concepto de igualdad de lo masculino no implica tomar rasgos de lo masculino sino hacer los aportes desde lo que les es propio como mujer, como nos pensó Dios que después de crear al hombre y a la mujer “vio que era muy bueno”.

Engendrar la vida, cuidarla y liberarla

La mujer y su capacidad de intimidad, dando la posibilidad a la vida que se engendra en ella. Es un rasgo que la mujer como madre, en sus formas distintas de dar vida. María en ese sentido ha tenido un lugar clave tanto en el tiempo de la vida oculta de Jesús en Nazareth, como después en el inicio de la vida de la Iglesia. Estaba ahí silenciosa pero significativamente presente acompañando y luego liberada para que esa vida explote en servicio y crecimiento. En la vida oculta de Jesús, luego que Jesús parte de su casa, María queda en un segundo plano y aparece en el centro dela escena el proyecto que Dios tiene para Jesús. María que le ha dado vida luego queda en lo oculto. Ella da la vida, cuida y luego saber correrse a tiempo sin interferir en el plan. En ese sentido, María es un gran modelo para las mujeres.

Otro rasgo que puede ayudar a pensar en qué de lo femenino es propio que aporta a la convivencia social un perfil que si estuviera ausente sería difícil construir un proyecto integrado e integrador de la humano es la mujer y sus posibilidades de permanecer frente a las dificultades de pie y sin bajar los brazos. Cuando la mujer encuentra una razón que se vincula con la vida que es lo que más está directamente relacionado a su misión de darla y acompañarla es capaz de grandes esfuerzos y sacrificios. Cuando uno lee el evangelio aparecen figuras femeninas que se animan a mucho más a partir del encuentro con la Vida. Por ejemplo el encuentro vital de la Samaritana con Jesús que hace que ambos transgredan lo esperado del vínculo entre un maestro de la ley y una mujer. Incluso ella misma se convierte en anunciadora de esta Vida que Jesús trae. Descubriendo el torrente de agua viva que Jesús trae, transgrede las normas y sale corriendo para anunciarlo a todos. 

Hay una mujer que aparece en el evangelio que hace 12 años que está con hemorragias en su cuerpo. También allí el encuentro con la Vida que Jesús da hace que transgreda todo: “con solo tocar su manto quedaré curada”. No podía tocarlo porque estaba enferma y encima porque era mujer; tocarlo implica transgredir la ley dos veces porque son condiciones de impureza. Sin embargo, puede más la vida. En la mujer siempre puede más la vida. Lo que la hace transgredir es la defensa de la vida propia y de donde sabe que hay vida.

Lo mismo con la niña de 12 años a la que Jesús le devuelve la vida: “Ponete de pie”. Es una expresión muy vinculada a la que sería una gracia de resurrección. El que da la vida es Jesús y la mujer tiene la capacidad, desde su corazón intuitivo, de vincularse a la vida desde un lugar muy propio porque en ella la vida se engendra y se sostiene en su momento más vulnerable que es cuando nacemos. Esto es propio de la mujer. La mujer es más transgresora que el hombre cuando se trata de cuidar la vida. Con transgredir nos referimos a ir más allá de lo esperado, y eso es tiempos de crisis es muy importante. Es importante en la crisis encontrarnos con personas que nos permitan ir más allá de lo estipulado y establecido, y creo que la mujer tiene mucho para ofrecer en ese sentido.

En medio de las crisis las mujeres muestran un valor que está escondido dentro de lo humano que nos hace pensar que es verdad lo que Pablo dice que en la debilidad nos hacemos fuertes. Por ejemplo, cuando el pueblo de Israel marcha a Egipto el canto de Miriam es el que lo hace caminar a la libertad. Necesitaban que alguien les dijera que era posible la libertad y fue un canto de mujer acompañando a Moisés lo que lo hizo posible.

Hay un costado no muy sano con el que a veces vinculamos a la mujer que es el del sufrimiento por el sufrimiento mismo. En su capacidad de resistencia al dolor es un gran aporte a la sociedad, siempre y cuando esté vinculado al don de la vida. La fortaleza desde la perspectiva femenina está vinculada al dar vida. Por eso María está al pie de la cruz, porque sabe que allí, en esa muerte, aparece la vida. Hay algo que la hace estar de pie porque sabe que la vida es más que la muerte.

Otro costado, no sano, es cuando nos ubicamos frente a esta capacidad de la mujer de resistir el dolor victimizándola o haciéndola ponerse en el papel de victima que no construye y que no es digno. La mujer sabe sacrificarse cuando hay vida de por medio, no por el dolor en sí mismo. La mujer tiene esta capacidad de abrirse al misterio de la vida en toda su riqueza escondido en la frágil o vulnerable.

Padre Javier Soteras