Aprender a escuchar los sonidos del cuerpo

martes, 3 de junio de 2014
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03/06/2014 – El Padre Javier Soteras junto a la Doña Jovita reflexionaron sobre la necesidad de escuchar el cuerpo y comer lo necesario para peregrinar.

“Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de despertarse, porque la salvación está ahora más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe.La noche está muy avanzada y se acerca el día. Abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz. Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias”.

Romanos 13,11-13

Para peregrinar comer lo necesario

La gula nos condiciona en nuestro comportamiento y nos hace perder la libertad. La gratificación en el comer y en el beber es una necesidad que brota de nuestro ser natural creado por Dios para darle gloria a Él y servir a los hermanos. Necesitamos del sustento necesario y suficiente como para poder sencillamente cumplir con la misión que recibimos. Hemos sido creados para Él, y este hecho de ser de Él, se concretiza en nuestra propia historia y en nuestro andar y peregrinar a partir del servicio a los hermanos. Para sostenernos es necesario comer y beber, lo que hace falta para poder estar de pie. No vivimos para comer o vivir, sino que comemos y bebemos para vivir.

¿Y entonces de qué se trata la gula? Se trata de un excesos en el comer, una falta de mesura, de discreción, una incapacidad de poder reconocer los límites en el comer y en el beber. Es la búsqueda insaciable del placer, en el comer y en la bebida, que no tiene límites. La gratificación que genera muchas veces es lo que hace que no tengamos límite.

La pregunta que nos surge es cuál sería el límite, cómo se descubre. Se descubre andando. Evidentemente haciendo experiencia y evaluando, entre prueba contra prueba, evaluación y discernimiento, dándonos cuenta cuál es la medida justa, exacta, la que corresponde a toda nuestra estructura, personal, física, psíquica, espiritual, de servicio con la que debemos valernos para que no sea ni de más, ni de menos sino equilibradamente.

No se trata de poner un límite externo. No se trata de querer dominar con cierto rigor, sino de estabilizar el aparato global de uno mismo, el psíquico-físico-espiritual desde esta dimensión del comer que colabora y mucho. Cuando comemos de más o bebemos de más o cuando comemos de menos se resiente nuestra estructura y nos hace falta reeducarnos.

Cuando se come de menos detrás de algún modelo, por allí preestablecido por la cultura del consumo en el que vivimos, las consecuencias son terribles. Es como si se indicara cómo se debe ser, cuánto se debe pesar o cómo debe ser la forma del cuerpo, pero no desde parámetros de salud sino que la mayoría son enfermos. Hasta hace no mucho tiempo cualquiera era el peso con el que podían a la pasarela las modelos que representan las figuras a imitar por fuera, por supuesto. Dentro de la cultura en la que vivimos, en algunos lugares, en España concretamente se le ha dado un peso mínimo con el cual deben contar las modelos para poder subir a modelar. Casi como el resultado y la consecuencia de un abuso. Y esto porque justamente se exagera y se juega con los límites.

Por otra parte y como contrapartida de esto se sabe por estudios hechos en los EE. UU. que un altísimo número en proporción a la cantidad de la población estadounidense padece de obesidad. Sería como la otra cara, el exceso en el comer desde la infancia por una vida sumamente sedentaria, y por un consumo en la alimentación chatarra desenfrenado, sin límites.

De eso se trata, de poner orden no cómo se nos dicta de afuera sino lo que nos dice el cuerpo desde adentro. Qué es lo que en verdad necesitamos para poder vivir en plenitud, con energía y a la vez saludables.

Doña Jovita y una canción a la Virgen del Valle