“Segundo modo de orar es contemplando la significación de cada palabra de la oración.”
San Ignacio de Loyola, EE 249.
Creo que todos hemos hecho en alguna ocasión oración como si tuviéramos que terminar lo antes posible para ponernos con algo más importante. Seguro que lo hemos visto también multitud de veces en rezos del rosario, en los que la gente hasta se adelanta en las respuestas, farfulla rápidamente su parte y espera hasta la siguiente repetición.
En el segundo modo de orar que san Ignacio de Loyola nos dejó en sus Ejercicios Espirituales, nos encontramos con algo totalmente diferente. Él indica que este segundo modo de orar es contemplando la significación de cada palabra de la oración. Yo lo llamaría saborear la oración.
Básicamente, se trata de irse deteniendo en cada palabra o expresión de la oración y mantenerse en ella mientras encontremos “significaciones, comparaciones, gustos y consolación en consideraciones pertinentes a la tal palabra”. Es desgranar la oración asumiendo realmente lo que se está diciendo en cada palabra. En el Padrenuestro, por ejemplo, primero nos detendríamos en la palabra “Padre”. Y nos mantendríamos en ella todo el tiempo que haga falta, mientras su contemplación nos traiga “buena materia que pensar, y gusto y consolación”.
Orando de esta manera no dudes que un Padre Nuestro puede durar horas. Y con mucho gusto se pasan esas horas, entendiendo con el corazón (es decir, con todo nuestro ser) todo lo que encierra una oración. Que no es sólo lo que parece a simple vista.
En el caso de que tengamos un tiempo fijo asignado para la oración, digamos una hora (como en los Ejercicios), no pasa nada. Hacemos nuestra hora. Cuando se acaba nuestro tiempo, si no hemos acabado la oración, la terminamos como habitualmente. Y la próxima vez, avanzamos de manera normal hasta lo contemplado la vez anterior y seguimos con la siguiente palabra.
Probá y verás como no te arrepentís.
Fuente: Católicos con Acción