10/12/2018 – El tiempo de Adviento es oportunidad para acercarnos más a Dios en un diálogo de amor y desde un corazón sincero:
Un sacerdote se encontró una vez en el campo con un sencillo campesino y le preguntó si rezaba sus oraciones diarias. – “Sí, padrecito”, le respondió. – “¿Y qué oraciones dices?”, preguntó el sacerdote. Y el campesino respondió: “Sólo digo: ‘Así sea’ y lo repito muchas veces. Yo sé que en todo el mundo hay millones de personas que rezan, sobre todo los padrecitos y las madrecitas. Ellos saben rezar muy bien y yo, que no sé, me uno a ellas y le digo a Dios: ‘Así sea’, por todas las oraciones que dicen”.
Un sacerdote se encontró una vez en el campo con un sencillo campesino y le preguntó si rezaba sus oraciones diarias.
– “Sí, padrecito”, le respondió.
– “¿Y qué oraciones dices?”, preguntó el sacerdote.
Y el campesino respondió: “Sólo digo: ‘Así sea’ y lo repito muchas veces.
Yo sé que en todo el mundo hay millones de personas que rezan, sobre todo los padrecitos y las madrecitas. Ellos saben rezar muy bien y yo, que no sé, me uno a ellas y le digo a Dios: ‘Así sea’, por todas las oraciones que dicen”.