Atento silencio creativo

viernes, 31 de julio de 2009
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Se le acercaron los discípulos y le preguntaron: “¿Por qué les hablas por medio de parábolas?”.  Él les respondió: “A ustedes se les ha concedido conocer el misterio del Reino de los cielos, pero a ellos no.  Porque a quien tiene se le dará más todavía, y tendrá en abundancia.  Pero al que no tiene se le quitará aún lo que tiene.  Por eso les hablo por medio de parábolas, porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden.  Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías que dice:  por más que oigan no comprenderán, por más que vean no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tiene tapados sus oídos, encerrados sus ojos. Para que sus ojos no vean y sus oídos no oigan y su corazón no comprenda y no se conviertan, y yo no los cure.  Felices en cambio, los ojos de ustedes que ven.  Felices sus oídos porque oyen.  Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.

Mateo 13, 10-17

Para entender a Dios ejercitarnos en la escucha es el camino, que nos permite ese aprendizaje:

El Evangelio nos advierte hoy que la capacidad de comprensión de Dios en nuestra vida no pasa por la incapacidad de razonar. Sino de entenderlo desde un corazón renovado en su capacidad de escucha. Por eso decimos que para entender el misterio de Dios debemos ejercitarnos en la capacidad de escuchar.

Es por este camino, de la escucha interior del misterio de Dios, desde donde crecemos en la posibilidad de que su Palabra sea transformadora de nuestra vida, produciendo en nosotros mucho fruto.

El texto que precede a este evangelio, que hoy nos regala el Señor, es la parábola del sembrador. Donde Jesús es muy explícito a la hora de explicarles a sus discípulos de qué se trata este mensaje. La parábola del sembrador supone que la semilla que tira el sembrador es la Palabra que produce fruto. Para recibir la palabra que produzca mucho fruto en nosotros, la disposición es la de un terreno oyente, auditor, capaz de hacerse en la fe, profundo, conocedor en el amor de lo que Dios viene a decirnos en su Palabra.

Un psicólogo atendía en su consulta del hospital, sus pacien