Baúles y arcas que llevan el tesoro de Dios

martes, 18 de junio de 2013
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El arcón (o arca en sus dimensiones menores) es un mueble en forma de caja cerrada, que se destina a guardar objetos varios como ropa de cama o enseres.

El arca y el cofre de madera y con pies elevados se ha descubierto en tumbas egipcias como la de Amenhotep III del siglo XV a. C. adornados con incrustaciones y pinturas. Entre los griegos, el arca tenía forma cuadrangular y pies cortos. Siguió con esta misma forma entre los romanos quienes la reforzaban con placas de hierro o de bronce. Durante el Imperio, llegaron a tener cerradura y llave ambas en materiales como el bronce o el hierro. Durante la Edad Media se recubrían con piel o con tela pintada y se reforzaban con herrajes o se adornaban con guarniciones de metal, constituyendo el arca uno de los principales muebles de las habitaciones. Las de marfil o de plata o de bronce esmaltado, bastante comunes en la Edad Media eran arquetas para guardar joyas o para contener reliquias.

 

A partir del siglo XVII el uso de las cómodas y armarios hizo desaparecer de la habitación el arca y otros similares como objetos o muebles de lujo. Las arcas más elegantes de toda ésta época se conocen como arcas de novia o cofres nupciales porque solían enviarse por el esposo a su prometida en la víspera de la boda.

 

Un arca en la casa:

Al finalizar el discurso en parábolas, Jesús habla de la riqueza y la sabiduría del escriba que tiene un tesoro en su casa hecho de cosas nuevas y viejas, y sabe sacarlas según la ocasión. Con esto se refiere a la función de los maestros y de los que enseñan las cosas de Dios, que saben recurrir a todo lo variado que hay en ese bául – lo viejo, recibido de la tradición de los mayores, y lo nuevo que la vida va suscitando en su dinamismo – para dar la enseñanza necesaria en cada momento.

 

Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo. (Mt 14,51)

 

El arca de la Alianza (en hebreo ´aron)

 

Este “cofre” o “arca” recibe distintos nombres: Arca de la Alianza, Arca del Testimonio, Arca de Dios, y Arca del Señor. Era el signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Este pasaje la describe como un cofre rectangular, con andas para ser transportado, Moisés puso dentro de ella las tablas de la Ley. Otras tradiciones también dicen que contenía un recipiente con maná (Ex 16,33-34) y la vara de Aarón que había florecido (Nm 17,25).

 

Mientras los Libros históricos la presentan como una insignia guerrera, la legislación sacerdotal destaca su función como lugar de la revelación de Dios.

 

Exodo 25

10 Tú harás un arca de madera de acacia, que deberá tener ciento veinticinco centímetros de largo por setenta y cinco de ancho y setenta y cinco de alto. 11 La recubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y pondrás alrededor de ella, en la parte de arriba, una moldura de oro. 12 También le harás cuatro argollas de oro fundido y se las colocarás en los cuatro extremos inferiores, dos de un lado y dos del otro. 13 Asimismo, harás unas andas de madera de acacia, las revestirás de oro, 14 y las harás pasar por las argollas que están a los costados del arca, para poder transportarla. 15 Las andas estarán fijas en las argollas y no serán quitadas. 16 En el arca pondrás las tablas del Testimonio que yo te daré.

La Tapa del Arca y los Querubines

17 También harás una tapa de oro puro, de ciento veinticinco centímetros de largo por setenta y cinco de ancho, 18 y en sus dos extremos forjarás a martillo dos querubines de oro macizo. 19 El primer querubín estará en un extremo y el segundo en el otro, y los harás de tal manera que formen una sola pieza con la tapa. 20 Ellos tendrán las alas extendidas hacia arriba, cubriendo con ellas la tapa; y estarán uno frente a otro, con sus rostros vueltos hacia ella. 21 Después colocarás la tapa sobre la parte superior del arca, y en ella pondrás las tablas del Testimonio que yo te daré. 22 Allí me encontraré contigo, y desde allí, desde el espacio que está en medio de los dos querubines, yo te comunicaré mis órdenes para que se las transmitas a los israelitas.

 

El vers. 17 menciona “una tapa” para el arca. “Una tapa”: la palabra hebrea correspondiente proviene de un verbo que significa “cubrir” (un objeto y también los pecados). Por eso la tapa del Arca se designa tradicionalmente con el nombre de “propiciatorio”. En el gran día de la Expiación, esta tapa del Arca era incensada y rociada con sangre, para obtener el perdón de los pecados.

 

David trasladó el arca a Jerusalén (2 Sam 6) y Salomón la colocó en el “Santo de los Santos”, el lugar más sagrado del templo (1 Re 6,19). No se sabe con certeza cuándo fue sacada de allí. Si bien no se menciona entre los objetos saqueados por Nabucodonosor en la destrucción de Jerusalén (año 587 a.C.), se supone que es en ese momento cuando es destruida. Varias leyendas afirman que fue sacada de allí por el rey Josías antes de la destrucción, o por el profeta Jeremías, y ocultada en algún lugar lejano. Pero todos estos relatos carecen de sustento histórico.

 

María, arca de la alianza

 

Son los padres griegos de los siglos Iv y V los que atribuyen este título a María. En realidad viene de lejos, y es Lucas el primero que se hace portavoz del mismo. En el relato de la visitación (Lc 1,39-56), el evangelista adopta el esquema literario de 2 Sam 6, donde se narra el traslado del arca de la alianza. Como el arca sube a Jerusalén, así María se dispone a subir a Ain Karem, el pueblo de Isabel. Esta última se llena de estupor, como David. La alegría de los habitantes de Jerusalén y del rey ( Sam 6,12.16) se convierte en la alegría de Isabel y de Juan Bautista, hasta el punto de que este se pone a danzar en el seno de su madre, precisamente como David lo hiciera delante del arca. María entra en la casa de Zacarías llevando a Cristo, como Obededón había introducido el arca en su casa. La estancia tendrá también la misma duración: tres meses. (G. Perego, Atlas bíblico, Ed. San Pablo)

 

 

“Salve, tabernáculo no hecho por mano humana, sino por Dios, en el que solo Dios, pontífice supremo, entró una vez para siempre en la tarde de los tiempos, para celebrar en ti sagrada y misteriosamente el culto por todos los hombres. Tú eres el Santo de los Santos después del segundo velo, en donde se halla el propiciatorio universal que cubren los querubines con su sombra augusta, puesto que en tu seno llevas al mismo Señor del templo, al cual cubriste como con un velo al encerrarle en tus entrañas.” (San Andrés de Creta, siglo VII)

 

En el Apocalipsis

En una visión del Apocalipsis se abre el santuario de Dios en el cielo y se manifiesta el arca de la alianza que había estado oculta en el santuario terrenal. Al llegar el momento culminante de la historia, se muestran en su realidad la presencia de Dios y su alianza, significadas en el templo de Jerusalén.

Una vez que se ve el arca, aparece también la mujer vestida de sol:

 

En ese momento se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de su Alianza, y hubo rayos, voces, truenos y un temblor de tierra, y cayó una fuerte granizada.  Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.  Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz.(Ap 11,19-12,2)