Beber el cáliz de Jesús con actitud de servicio

lunes, 2 de junio de 2008
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En aquel tiempo, los discípulos iban de camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que le seguían tenían miedo.  Tomó otra vez a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder:  «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, y se burlarán de Él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará».  Se acercan a Él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen:  «Maestro, queremos, nos concedas lo que te pidamos».  Él les dijo:  «¿Qué queréis que os conceda?». Ellos le respondieron:  «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda». Jesús les dijo:  «No sabéis lo que pedís.  ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?».  Ellos le dijeron: «Sí, podemos». Jesús les dijo:  «La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el bautismo conque yo voy a ser bautizado; pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado».  Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan.  Jesús, llamándoles, les dice:  «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder.  Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».

Marcos 10, 32 – 45

Según el Evangelio de San Marcos que es el que nos regala la liturgia de la Iglesia para éste día miércoles de la octava semana durante el año. El Evangelio de hoy es el que Jesús tiene para compartirnos, para decir.

Es la voz oficial de la Iglesia que en nombre de Jesús te dice: hoy quiero que la Palabra de Dios resuene en tu corazón con éste llamado a seguirlo, a compartir la vida y a servir. Este Evangelio de Marcos nos presenta por primera vez al grupo que se dirige a Jerusalén. Hasta éste momento la vida de Jesús, el grupo de sus Apóstoles y el de sus discípulos tuvo lugar en Galilea o en territorio pagano.

Ahora suben hacia la capital y Jesús va adelante. En ésta aventura de adentrarnos a la Palabra de Dios nos puede ayudar mucho tener éste texto a mano y no solo en éste momento sino en todo el día mientras vas haciendo esto o aquello el poder volver a leer porque hay tantos detalles que hoy el Evangelio nos trae. Detrás de Jesús que iba adelante todos tienen miedo y en ese miedo porque están intuyendo lo que viene aparece un gesto afectuoso de Jesús. Los agrupa junto a El para hacerles de nuevo una confidencia.

Los que lo seguían tenían miedo entonces reunió nuevamente a los doce y ésta confidencia es el tercer anuncio de su pasión y de su Resurrección. Subimos a Jerusalén, les dice y el hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas que le condenarán a muerte, que lo entregarán a los gentiles, que se burlarán de El y le escupirán y le azotarán y le darán muerte pero a los tres días Resucitará.

Ya lo dijimos en éste camino con la confidencia de aquel que ama, de aquel que ya los considera amigos y nos considera amigos el anuncio de la pasión tiene ya más detalles. Jesús sabe lo que le espera. Su muerte no es un accidente fortuito en su vida. El sube hacia allá. No es tampoco una fatalidad inevitable. Esto que a veces con mucho cariño sabemos decir y… es su destino, y…tenía que llegar hasta Jerusalén. No. Haya se dirige voluntariamente y no es algo casual ni de todos los días, ni desesperante. Es un paso hacia la vida.

La finalidad: la Resurrección. Es la gloria. No se que pasará por tu corazón en éste momento mientras estás escuchando y queriendo adentrarte en éste texto del Evangelio de hoy tal vez como regalo de Dios pudiendo de manera exclusiva escuchar y acompañar la catequesis o tal vez de viaje o en el trabajo, llevando los chicos al colegio pero si podés meté dentro de tu corazón éstas palabras y ésta imagen: Jesús que habla con afecto a sus discípulos. Jesús que habla a sus discípulos que tienen miedo. Jesús que te está hablando a vos también, que a mi me habla.

 Hoy con tantos temores que nos asaltan, temores que tenemos en casa, en nuestra vida, con nuestro trabajo. Ese temor de ver una Argentina que no se quiere poner de pie y caminar junto a María de Luján Que significa para mi ésta Palabra de Jesús que anticipa que va hacia la cruz pero que anticipa que va hacia la gloria.

Que plegaria me sugiere, que oración, que actitud del corazón me está despertando porque en éste camino Jesús que va adelante, que de una manera particular los junta, los reúne aparecen Santiago y Juan los hijos del trueno. Se acercaron a Jesús diciendo concédenos sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu gloria. No saben lo que piden les responde Jesús. En el Evangelio de Mateo paralelo a éste Evangelio aparece otra figura que es la que pide haciendo de intercesora, la madre de los hermanos, la madre de Juan y de Santiago.

Concédenos sentarnos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. En lenguaje actual queremos estar cerca del poder y queremos estar cerca para la foto. Más tarde lo comprenderían. Santiago dando la vida, derramando la sangre en testimonio, en martirio y San Juan muriendo viejito y pasando por azotes, por ultrajes que sin duda les hicieron recordar ésta Palabra. Dos símbolos usa Jesús para que lo comprendan: el cáliz y el bautismo.

El primero imagen de algo difícil de tragar. Cuando por allí te está pasando algo y a lo mejor en éste momento estás teniendo ésta sensación de tener un nudo en la garganta, de no terminar de dejar pasar un problema o una dificultad, una angustia, un dolor. Jesús les está diciendo están dispuestos ustedes a beber el cáliz que voy a beber, están dispuestos a pasar por la cruz, por la injusticia, por la persecución. El segundo símbolo es la imagen de la inmersión con lo que supone de riesgo. Si seguimos andando el Evangelio vemos a los otros diez, el resto que se enojó y se enojó mal porque siguieron protestando. Para Jesús el camino de la cruz no es ante todo sufrir. Creo que naturalmente cuando miramos la cruz vemos el sufrimiento pero hoy el Evangelio nos hace descubrir otra realidad: para Jesús el camino de la cruz es servir. Es la regla que va constituir toda la comunidad de los discípulos. Cada uno debe ser servidor, siervo de todos.

Que providencial para éste tiempo que nos toca vivir a los argentinos es que el camino de la cruz no es sufrir ante todo sino servir. Los otros diez se llenan de indignación no porque creen que la petición hubiera sido inconveniente, no porque se desubicaron Juan y Santiago ante la cercanía de la pasión ante un Jesús que habla del dolor estos otros que vienen a pedir estar en la foto. Se indignaron porque todos pensaron lo mismo y esos dos se le habían adelantado. Seguramente no es la primera vez que tenés frente tuya ésta imagen. Esta imagen que nos tiene que ayudar a despertar del sueño tantas veces del egoísmo.

Cuantas veces nosotros nos enojamos, protestamos, cuando alguien se nos adelanta, cuando alguien despierta antes pero no para el servicio, no para la entrega, no para el estar desinteresadamente para el otro sino que se nos adelanta para llegar primero al éxito. Les pasó a los diez. Jesús aprovecha para dar a todos una lección que va a tener su centro en la autoridad y en el servicio y El mismo se pone como modelo. Lo habrán vivido los Apóstoles con Jesús tantas veces cuando tuvieron que o sentarse a la mesa o hacer algún trabajo, la disponibilidad pronta de Jesús pero lo comprendemos hoy nosotros en éste tiempo del Espíritu de una manera tan clara, tan profunda.

El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan sino para servir y para dar su vida en rescate por todos  y vaya si dio la vida por eso creo que lo entendemos mejor nosotros. Creo que tenemos la Gracia de mirarlo a la distancia en todo lo que ocurrió en el misterio de la pasión, el misterio pascual cuando el mismo Jesús se puso el traje del servicio. La autoridad no la tenemos que entender como la de los que son reconocidos como jefes, jefes de los pueblos, de una comunidad, de un trabajo, de familia porque esos según la dura descripción de Jesús los tiranizan y los oprimen. Para nosotros los cristianos nada de eso.

Los cristianos tenemos que entender toda autoridad como servicio y entrega por los demás. El que quiera ser primero sea esclavo de todos. Cuando nos examinamos sinceramente sobre éste punto a veces descubrimos que tendemos a dominar y no a servir, que en lo pequeño o lo grande del territorio de nuestra autoridad nos comportamos a veces como tiranos, como opresores. Tendríamos que imitar a Jesús que estaba en medio de los suyos como quien sirve. Pero además y yendo a la raíz de la lección de éste día debemos preguntarnos si aceptamos el Evangelio de Jesús con todo incluido, también con la cruz, también con la subida a Jerusalén. Solo en sus aspectos más fáciles es tomar una parte y es desdibujarla.

El mundo de hoy nos invita a revivir el dolor y el sufrimiento. Tantas cosas que nos quieren vender y ofrecen para gozar, para no tener que pasar por la cruz, por el sufrimiento, por el dolor. Pero hoy Jesús nos está reuniendo como un día a los Apóstoles que tenían miedo y les ofrece el Evangelio completo pero no porque ante todo esté el sufrimiento. Ante todo está la gloria a la cual se llega por el misterio de la cruz.

Para un mundo donde lo que cuenta es el placer inmediato, el cristiano entiende que tiene que asumir a Cristo con todas sus consecuencias. Cuando digo el cristiano entiende que tiene que asumir a Cristo con todas las consecuencias te estoy pidiendo que vos también te pongas en ese lugar de cristiano. Gabriel, Pedro, Ana, todos tenemos que ponernos allí junto a Cristo con todas las consecuencias. Cargar cada día la cruz y seguirlo. Ser cristiano es seguir el camino de Cristo e ir teniendo los mismos sentimientos.

El va hacia Jerusalén, nosotros no hemos de rehuir esa dirección. Con ésta imagen de afecto y de amor Jesús que reúne a los doce de temor e incertidumbre los doce que van a Jerusalén y saben que algo va a pasar, de servicio sincero, humilde, sencillo silencioso de Jesús contemplemos la escena que nos regala hoy la Palabra. No te animas a ir caminando y ponerte en medio de los discípulos. Cual es el cáliz que Jesús está pidiendo que bebas, que lo tragues, pero no con esa resignación sin sentido sino justamente beber el cáliz junto a Jesús. Cual es el bautismo, éste morir, sumergirte en El para resurgir glorioso. ¿De que parte estás en el relato? ¿ con quién te identificás? No tengas miedo en la escena de reconocerte tal como sos

Con los doce el Señor los puso cerca suyo, los reunió, porque estaban con miedo. Dejémonos en ésta mañana reunir por Jesús para estar con El porque nosotros también tantas veces tenemos miedo y no sabemos bien lo que va a pasar pero en Jesús ya tenemos la respuesta el Hijo del hombre no vino para ser servido sino para servir y dar la vida en rescate portados En ésta mañana nos ponemos bajo éste rescate por todos que sabemos y lo hemos vivido hace poquito en todo el tiempo de la Pascua.

Fue la muerte en cruz pero fue la alegría del Resucitado. Este Jesús que cuando está hablando todo esto no termina de ser comprendido y entendido ni siquiera por aquellos que compartían la vida con El. Esto que pasó hace tanto tiempo es como que se sigue repitiendo cuando alguien quiere ser admitido a una empresa o aceptado a un buen trabajo o a un cargo público suele pedir una buena recomendación, suele ir a algún amigo influyente o bien acomodado. Parece que eso ha funcionado siempre, por costumbre.

No se si buena o mala pero costumbre nuestra. El caso es que en tiempos de nuestro Señor sucedía también así. En el Evangelio de San Mateo quien hace éste pedido es la madre de los Zebedeo, la madre de Juan y Santiago. En la respuesta de Cristo les corrige el enfoque y de su concepción terrena del reino. Pensaban en el reino solo con una espada en la mano y con un poder ilimitado. ¿Podrán ellos beber el cáliz? ¿Podrán beber el cáliz que aguarda a Jesús en su pasión? Con esto Jesús los va poniendo en su lugar, los va ubicando en lo que es la naturaleza del reino de Dios, el martirio, el testimonio.

Este martirio y éste testimonio que luego la Iglesia lo comprendió y los primeros cristianos lo vivieron con tanta intensidad. En la literatura judía se presenta frecuentemente el cáliz como imagen de alegría y de fortuna. El cáliz no es otro que el vaso, la copa donde se tomaba el vino derivando acaso su uso de los festines se lo identificaba con la alegría y la buena fortuna pero por influjo de la copa de la venganza divina, ésta imagen que tantas veces usaron los profetas para hacer reaccionar al pueblo, vino a significar también sufrimiento y desgracia. El cáliz que Cristo debería beber, debería pasar era el de su pasión y de su muerte.

A la pregunta que les hace Jesucristo si estarían dispuestos a beber éste cáliz y a sumergirse como El en éste dolor le respondieron que si. No era una respuesta para comprender rápidamente. Cristo les confirma con un vaticinio que éste martirio y testimonio de dolor. De hecho Santiago el mayor sufrió el martirio en el año 94 mientras gobernaba Agripa I.

Lo leemos en los Hechos de los Apóstoles Capítulo 12 y Santiago fue decapitado. Juan murió en edad muy avanzada ya viejito y de muerte natural pero antes de ser desterrado a la Isla de Patmos también tuvo que pasar por el martirio sumergido en una caldera de aceite hirviendo de la que Dios lo libró milagrosamente.

Quedaba con ellos corregir un error de enfoque sobre la naturaleza de su reino. Seguir a Cristo es compartir su cruz por eso a su vez les pregunta ¿son capaces de beber el cáliz que yo he de beber? O de bautizarse con el Bautismo con que yo me voy a bautizar? Y aunque parezca insólito la respuesta de los dos hermanos fue decidida: lo somos. La verdad es que los dos abandonaron a Jesús en Getsemaní.

Los dos huyeron. Aunque Juan volverá después y estará al pie de la cruz. Santiago, por su parte, retornará a la fe después de la Pascua y terminará dando su vida por Jesús pero aprendiendo la lección. La lección que aprendieron todos, que aprendió también Simón Pedro. La lección que tantas veces tuviste que aprender vos. Digo tantas veces porque tantas veces le hemos dicho a Jesús somos capaces de beber éste cáliz, somos capaces de estar al pie de la cruz, de cambiar nuestra actitud y seguir de cerca el misterio de la cruz y tantas veces cuando ese misterio se hace oscuro y se hace la noche nos escapamos como en Getsemaní

No podemos dudar de la sinceridad de ambos aunque cuando Santiago y Juan dijeron probemos no imaginaban todo su alcance. Jesús confirma que ambos lo seguirán por el camino del sufrimiento pero les aclara para que no queden dudas que eso no les da derecho a recompensa especial alguna. Seguir a Cristo con la cruz de cada día no nos da derecho a recompensa especial. Lo explicará en seguida Jesús a todo el grupo de los Apóstoles pero ahora queda en claro algo hay una sola forma de seguir a Jesús y es bebiendo su misma copa, bautizándose en la muerte de uno mismo.

Aquí podemos hacer referencia a dos Sacramentos a través de los cuales nos unimos al Cristo de la cruz y del amor: el Bautismo y la Eucaristía. Acordate de esto porque permanentemente lo tenemos que hacer memoria. De manera particular uno siempre tiene que estar atento y siempre tener a mano el misterio de la cruz. Poder contemplar la cruz y poder descubrir que beber el cáliz, que pasar por el bautismo, que el sumergirse en la muerte de Jesús no trae privilegios, no trae recompensas especiales.

No las tenemos que exigir. Dios siempre las da pero no la tenemos que exigir. Al bautizarnos nos sumergimos en la muerte de Jesús para morir a nosotros mismos. Allí muere el egoísmo, allí nos sumergimos como hombres nuevos pero éste bautizarse no es un rito mágico. Es un proceso que dura toda la vida. Cada día hay que morir al propio ego, a la vanidad, al orgullo, al egoísmo. Mientras tenés frente tuyo éste texto del Evangelio o mirás la cruz de Jesús que tenés en tu casa, en tu trabajo, tal vez se hace vivo el recuerdo, la memoria de alguna situación que pasaste y que tuviste que beber el cáliz y pudiste después vivir la alegría de la Resurrección pero tal vez tengas para ponerle hoy a los pies de Jesús ese trago amargo de la cruz de éste día.

Ese trago amargo del cáliz de tener que decirle a Jesús puedo, quiero, deseo cargar con ésta cruz pero sin vos Jesús no puedo hacer nada. Cuanta paz hay en el corazón del hombre que puede decir sin tu Gracia no puedo hacer nada. A su vez cada vez que comulgamos nos unimos al Cristo que derrama su vida por amor a los hombres.

De hecho comulgar es comprometerse a compartir el mismo gesto de Jesús. En cada misa Jesús vuelve a preguntarnos ¿ puedes beber ésta copa que yo bebo? En cada Eucaristía estamos llamados, de una manera particular lo contemplábamos el domingo pasado en la fiesta de Corpus Cristo, estamos llamados a ser cáliz de Comunión, estamos llamados a dejarnos triturar como el grano de trigo, como el racimo de la uva que ninguno es igual a otro pero se deja triturar para poder hacer el pan que alimenta, el vino que también alegra el corazón del hombre que se van a convertir en el cuerpo y sangre de Jesús. En cada Eucaristía estamos llamados a comulgar con Jesús, con su cruz y con su Pascua.

Pensemos y pongámonos frente a Jesús, a mirar a Jesús que va decididamente camino a Jerusalén, lugar donde morirá y poder pedirle a El que es el único justo que haga ver el cáliz de éste tiempo. Situaciones que son difíciles de pasar y que están y te acompañan, que a veces nos cuesta hasta ponerle nombre, identificarlas, aceptarlas, decirle a Jesús esto es lo que hoy te pido, esto es lo que hoy me cuesta. Ofrezcámoselo al Señor para que lo transforme en Gracia y fuente de bendición como lo fue la misma cruz de Jesús, para que lo tengamos en nuestra oración de éste día.

Pidamos a Jesús en ésta mañana la Gracia de ser fuertes para beber el cáliz aún cuando sea amargo, aún cuando sea difícil de digerir.