26/08/2025 – En el sudeste santiagueño, entre los ríos Salado y Dulce, la comunidad de Icaño mantiene viva su fe y solidaridad a través del proyecto Belén Nazareth. Allí, un pequeño grupo de vecinos se reúne cada sábado a rezar el rosario, sostiene un roperito para mamás en situación de vulnerabilidad y promueve talleres comunitarios. Como resume Adrián Maza, referente del grupo: “La comunidad y la Eucaristía nos sostienen en la adversidad”.
El camino comenzó hace unos años, inspirado por la escucha de Radio María y la necesidad de organizar gestos concretos de fraternidad. “A través de la radio fue generándose la inquietud de promover encuentros y ayuda. Así se fue nucleando Belén Nazareth en Icaño, y lo primero que hicimos fue rezar juntos”, cuenta Maza. Desde entonces, la misión combina la oración con la solidaridad cotidiana.
Entre las iniciativas, destacan los espacios de formación para madres de la zona, donde se transmiten saberes tradicionales como la elaboración de dulces de zapallo tras las cosechas. “Buscamos que no se pierda la costumbre de sacar provecho cuando la cosecha viene bien”, señala Maza, convencido de que la cultura popular también es una forma de sostén comunitario. Junto a ello, la atención a los jóvenes ocupa un lugar especial: el desafío de transmitirles la belleza del proyecto de familia y acompañarlos en ese camino.
El sostén espiritual llega cada domingo con la misa. Para Maza, la Eucaristía es la base de todo: “Es como la columna vertebral. A veces las situaciones nos desbordan, pero confiamos en que Dios siempre da la respuesta. El caminar juntos, el ser comunidad, nos alienta: cuando alguno flaquea, el otro es el sostén”. Así, la fe compartida permite atravesar momentos duros con esperanza y paciencia.
Finalmente, Maza destaca el valor de la solidaridad y la generosidad que hacen posible la misión. “Dios nunca se deja ganar en generosidad. Cuando uno da de corazón, misteriosamente Dios multiplica. Como los panes y los peces, lo pequeño se transforma en algo grande”. En Icaño, esa certeza anima a seguir construyendo el Reino en las pequeñas cosas, unidos en comunidad y sostenidos por la fe.
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