Bendito Sí de María

lunes, 22 de octubre de 2012
image_pdfimage_print
Catequesis viernes 19 de octubre de 2012

 
 

Hoy te pedimos que nos cuentes cómo ha sido el inicio de tu devoción a la Virgen, quién te ha ayudado a querer a la Virgen María como madre, cómo han sido las circunstancias en que la Virgen María se ha ido metiendo en tu corazón. Es una consigna sencilla y clara, para nosotros los oyentes de la Radio tenemos a la Virgen en un lugar especial de nuestro corazón.

 

Es cierto como Juan Pablo nos fue metiendo en el corazón ese “Totus Tuus”, ese Papa mariano que supo tomarse de la mano de la Virgen y poder amar y caminar en la presencia del Señor.

Es muy lindo poder gustar de esto en las vísperas del día de la madre, si hay algo por lo que tenemos que estar eternamente agradecidos es por aquellos que nos ayudaron a querer a nuestra madre la Virgen.

 

Nosotros los oyentes de la Radio tenemos un orgullo común, nuestro día despierta con María, nuestro día va siendo acompañado por María, Radio María nos permite decir como Juan Pablo II , Totus Tuus”.-

 

Hoy nuestra catequesis será más dinámica, el Cardenal Bergoglio nos hace ver en su libro Mente abierta corazón creyente una escena interesante que es la de la Epifanía, recordemos la entrada de Jesús en el templo que nos relata el evangelista Lucas Cap. 2, y quien entra en el templo es un hombre, es María es José, pero es la humanidad que en Jesús empieza a participar de la divinidad.

 

Es la primera vez desde la tarde del Génesis en que nuestra carne justificada entra a la casa de Padre, han pasado siglos y ahora se cumple la promesa. Son dos ancianos, Simeón y Ana que lo reciben a Jesús, la ancianidad de un pueblo, por eso alaban y dan gloria, saben que detrás de esa carne esta la divinidad. Los dos ancianos expresan paciencia y esperanza, fidelidad y proclamación. El Padre espera a su hijo Adán hace siglos que lo vienen esperando como el padre de la parábola y sale a su encuentro en la persona del espíritu, inspira a los dos viejos a hablar, a dar gloria, se puso a dar gracias a Dios y hablando acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Se cumple aquello de que todo lo oculto será proclamado desde las terrazas con la voz de dos ancianos. Ahora hay luz en el templo, lo celebramos en la fiesta de la Candelaria, hay luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Es el día de la Candelaria, es la luz de la Fe, es la luz que María trae a nuestra vida.

 

Te propongo que nuestra primera acción de gracias, nuestro primer reconocimiento sea para esos ancianos de nuestras comunidades, hoy queremos mirar como en nuestra historia se ha hecho presente la Virgen en nuestra vida y dar gracias a Dios por la fidelidad de los ancianos, de los que acompañan la vida no solo de sus hijos sino de sus nietos y bisnietos, los que no la fidelidad de Simeón y de Ana, saben descubrir el designio de Dios, no se cansan de esperar, esperan contra toda esperanza, fieles en el templo para glorificar al Señor.

 

Hoy les agradezco que sean ustedes los grandes protagonistas de esta catequesis porque todos podemos ser testigos y podamos decir “Todos tuyos María”.

 

Nuestras madres nos enseñan con María a cuidar nuestro corazón. Uno puede decir que Dios es un Dios fiel en sus caminos, un Dios que se repite en el modo de actuar, pero no es un Dios rutinario, Dios nos sorprende, pero a veces cuando utiliza un camino no lo suele abandonar. Siempre me ha llamado la atención cómo en la historia de salvación los grandes hombres de la salvación surgen de mujeres ancianas, estériles o vírgenes, es para poner de manifiesto aquello que dice la escritura “del desierto haré brotar fuentes de agua viva”, es para que palpemos la desproporción entre lo humano y la intervención de Dios, pero que podríamos decir, es una ley del modo de actuar de Dios en nuestra historia, se hace patente y evidente en la virgen María.

 

Parecería que Dios no quiere regalarnos a Jesús sin la presencia de María. Vayamos a Nazaret, el momento central de la historia, ese momento en que Dios comienza a tener historia de hombre, que esa alianza de amor de humanidad necesita el sí de esa doncella. Vayamos a Belén, ese niño se ha de manifestar, ese Dios se hará pequeño, frágil y visible. Empezará a estar en las manos de los impuros pastores, de los lejanos magos, porque es un Dios que quiere en Jesús manifestarse a todos y allí en el pesebre está María. No había lugar en muchas casas ni en muchos corazones para el nacimiento de Dios, pero en el de María, sí. Ese Dios quiere manifestar a su hijo como el Mesías, el Redentor, ya comienza la hora de la salvación.

En esas Bodas de Caná, el primer signo dice Juan, está María.

Al pie de la cruz, habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo, al pie de la cruz estaba María.

En el cenáculo, reunidos en oración, la Iglesia naciente esperando el Espíritu, estaba María.

Y María sigue estando en la vida nuestra, María sigue acompañando la historia de todos sus hijos, María de Luján, María del Valle, María de Itatí, María de Guadalupe. El continente americano vivió un momento muy especial, en Juan Diego, María muestra esa fidelidad de Dios, Dios quiere que ese continente se llene de una presencia nueva del evangelio, Dios quiere en 1531 decirle al hombre, al mestizo de esta nueva realidad, no temas, yo soy tu madre. Con Juan Diego démosle gracias a ese Dios que en María nos regala siempre a Jesús.

 

Hoy nuestra catequesis tiene que ser un gran rosario de agradecimientos, San Bernardo tenía un dicho que decía que la Virgen era la gran traidora porque cuando te dormís en los brazos de María, te despertas en el corazón de Jesús y de eso damos fe.

 

La Virgen nos ayuda a descubrir, dice el Cardenal Bergoglio, que la revelación de Dios se da como historia de salvación en nuestra historia, en nuestro tiempo concreto, en nuestro hoy que es el momento presente. Nunca podremos explicarnos totalmente el misterioso designio de Dios, quien quiso manifestarse a lo largo de la historia. Un largo camino en el cual los hombres fueron aprendiendo como niños de su padre a encontrarse con el rostro de Dios. Cada revelación del Señor no era parcial, en sí misma misteriosamente contenía la totalidad del misterio de su designio salvífico, pero los hombres fuimos comprendiendo de a poco, parcialmente debido a la dureza de nuestro corazón, la totalidad del misterio de Dios en Cristo. Lo mismo sucede en nuestra historia personal, el señor se revela históricamente en el insondable misterio de una persona que busca a Dios, se deja buscar por él que lo rechaza que le huye, es decir en el misterio histórico de nuestro andar de gracia y pecado.

El Señor en muchas ocasiones y de diversas maneras se ha manifestado a los hombres, ha revelado su nombre como en el Éxodo, sus intenciones, sus caminos, sus misterios o secretos, los Salmos son testigo de esto. A lo largo de toda esta historia el Señor continuaba manifestándose, el Señor se manifestaba en su salvación y esa salvación ha sido el objeto de la búsqueda de los profetas que vaticinaron sobre la gracia destinada a ustedes.

El apóstol Pedro dice, los profetas trataban de descubrir el tiempo y las circunstancias señaladas por el espíritu de Cristo que estaba presente en ellos, que anunciaba anticipadamente los sufrimientos reservados a Cristo y a la gloria que le seguiría, pero esa historia de salvación tiene un momento culminante, y ese momento culminante tiene un rostro culminante, el de María. El sí de María hace presente el misterio pleno de la salvación, ese SI de María que nosotros recordamos en la Anunciación: hágase Señor tu voluntad. Ese SI de María pasa también por la fidelidad y por la coherencia, ese Si de María que se hace ofrenda de su propia historia, porque cuando le pide al Hijo que adelante su hora, no solo lo hace en las Bodas de Caná porque faltaba vino sino que se daba cuenta que esta humanidad lo necesitaba,  se les ha acabado el vino, no tienen capacidad de amar, adelanta tu hora. Es el SI de una madre intercesora, capaz de asumir dolores para que sus hijos estén bien. El SI de María que se hace discipular, el SI de María silencioso siguiendo al Señor, bienaventurados los pechos que te amamantaron, bienaventurado mejor quien escucha y practica la palabra de Dios. El SI de María que ya no pronuncia palabra, las últimas que registra el evangelio son las de las Bodas de Caná hagan lo que él les diga, pero lo hace patente al estar al pie de la cruz. El que quiera seguirme que tome su cruz, el SI de Nazaret se hace el SI martirial de María al pie de la cruz. El SI de María que permite a los apóstoles recibir ese Espíritu porque la madre los reúne y mantiene fuerte la oración.

 

Bendito SI de María, nosotros queremos pedirte que también podamos ser bienaventurados con vos para responder con todo nuestro ser “SI”.

Bienaventurado si nuestro “SÍ”, es abierto a la palabra de tu hijo, si se hace fiel en las pruebas y en las dificultades, si sabemos decir Amén.

Bienaventurado si nuestro SÍ es adherirnos a Cristo, camino y verdad de nuestras vidas.

Bienaventurado si nuestro SI es dejarnos modificar y transformar por el Espíritu para ser todos una Iglesia unida.

Bienaventurado si nuestro SI te hace libre y alegre para mostrar al mundo la belleza de la fe.

Bienaventurado si nuestro SI te hace inquieto y visitador para salir por las calles a anunciar que Dios nos ama.

Bienaventurado si nuestro SI nos permite una y otra vez dejar que entres en nuestro corazón porque vos como Madre sos la que mejor puede hacer que la obra de tu Hijo se haga fecunda en nuestras vidas.

 

Vamos cerrando esta catequesis mariana poniendo nuestra mirada en nuestra mamá que vamos a festejar el domingo.

 

Que experiencia profunda aparece en los testimonios, la certeza de que cuando María aparece en nuestra vida Jesús llega y se hace pleno. La nueva alianza es un gran sagrario, es un arca incorruptible, la torre de marfil, por eso nosotros cuando reconocemos a la Virgen estamos reconociendo eso tan propio del hombre que necesita una madre.

 

Nos parece oportuno en esta fiesta del Día de la madre invitar a celebrar a nuestra Madre, y con un simple avemaría trasmitimos a los hijos ese tesoro que eternamente te van a agradecer.

 

Vamos a rezar una oración del Padre Echeverry Boneo que me hizo gustar rezarla todos los días desde chico, es una oración solicitando un corazón de niño un corazón puro y transparente como una fuente, o tener un corazón simple que no saboree las tristezas, un corazón magnífico en el darse, tierno en la compasión, un corazón fiel y generoso que no olvide ningún bien y que no conserve rencor de ningún mal.

Santa María haceme un corazón dulce y humilde, amante sin exigir reciprocidad, gozoso de borrarte en otro corazón delante de tu hijo Jesús.

María dame un corazón grande e indomable, que ninguna ingratitud detenga, que ninguna indiferencia canse, un corazón apasionado por la gloria de Jesucristo, herido por su amor y cuya llaga no se cure en el cielo. Amén

 

Voy a terminar pidiendo a Dios una gracia para todas las madres, porque cuando Dios aparece en la historia para pedir el Si a María, le dice, Alégrate, y la presencia de Dios es un sol, un sol que ilumina.

Yo le voy a pedir al Señor que a ninguna mamá acá en la tierra, por más problemas que tenga, por más dificultades que tenga, nos le esté regateando a sus hijos lo más hermoso que tiene una madre que es la sonrisa, porque ahí se hace presente la bendición de Dios.

 

Que Dios bendiga de un modo especial a todas las madres y que todos tengamos siempre la alegría de tener a la Virgen María como madre y que la Radio nos siga ayudando a crecer en esa devoción.

 

Nos encontramos si Dios quiere el lunes que viene en el Despertar con María.